¿Alguien se acuerda de cuando Tim Lincecum era el mejor pitcher de la National League? Es increíble cómo casi de un año para otro el lanzador de los Giants pasó de ser prácticamente intocable cada vez que se subía al montículo a acabar siendo considerado una ex súper estrella sobre pagada, cayendo incluso de la rotación y encontrándose en el bullpen mientras su equipo se jugaba los playoffs y el campeonato en 2012, viéndose forzado a cederle su puesto a Cain, Bumgarner y los veteranos Vogelsong y Barry Zito. El caso del declive de Lincecum en 2012 sorprendió a todo aquel que le viera lanzar en sus primeras cinco temporadas, en las que ganó dos Cy Youngs consecutivos y logró más strikeouts que ningún otro pitcher de la Liga Nacional durante tres temporadas consecutivas. ¿Cómo pudo ser posible que un jugador en pleno prime time sufriera semejante declive tan repentinamente?
Lo cierto es que si miramos las estadísticas de Lincecum, es más que evidente que encontramos un punto de inflexión en su carrera; de 2011 a 2012, pese a mantener su alto número de strikeouts, permitió casi 1 Base por Bolas más cada 9 Innings, y más de medio Home Run más por partido, lo que demuestra una clara pérdida de control en sus lanzamientos y, por ende, un aumento considerable de sus números en cuanto a ERA y su línea de bateo en contra. Lincecum solía ser automático a la hora de hacer fallar a sus rivales con una devastadora combinación entre fastball, slider y splitter, pero desde su llegada a la liga su fastball ha perdido cerca de 5 millas por hora de media, lo que obviamente sumado a su pérdida de control le ha hecho mella en sus resultados recientes.
El motivo de esa pérdida de velocidad y control es discutible, pero hay dos razones que podrían dar una explicación para el problema. La primera está detrás de una de las mecánicas de lanzamiento menos ortodoxas de la liga; es por todos sabido que Lincecum tiene uno de los windups más curiosos que podemos ver hoy en día, con una gran zancada que requiere una coordinación elevada y que además le supone un gran estrés para su espalda. No es la primera vez que un pitcher pierde esa coordinación por problemas de espalda u hombro, y en el caso de Lincecum, quien además no dispone de un físico especialmente imponente, por ahí podría crecer la raíz del problema. La segunda razón recae sobre uno de los grandes debates que rodean a los lanzadores hoy en día, y es el tema de las entradas y pitches lanzados. A sus 27 años, Lincecum ya había acumulado más de 1.000 entradas, con cuatro temporadas consecutivas superando las 200 sin perderse más de un inicio. Eso, sumado al tema de la mecánica pudo suponer que su físico dijese basta y que ya no pueda volver a recuperar su forma de 2008-2011. De hecho, aún hay una tercera razón que es importante no pasar por alto, y es que los problemas de Lincecum empezaron cuando decidió cortarse su melena y recurrir a un look más convencional. ¿Coincidencia?
Bromas aparte, lo cierto es que pese a que los años de dominación de Lincecum hayan acabado, es innegable que aún le queda bastante gasolina en el depósito para mantenerse en la élite, y uno de los aspectos que más puede ayudarle a ello es el cambio de estilo con el que está experimentando esta presente temporada, en la que Lincecum ha dado un paso evidente para convertirse en un pitcher más de contacto, manteniendo los lanzamientos más abajo para buscar groundouts antes que strikeouts, evitando dejar pitches en mitad de la strikezone, uno de sus mayores problemas en 2012. Su cambio de enfoque ha coincidido, además, con sus dos no-hitters lanzados en 2013 y 2014, ambos ante los San Diego Padres, en los que su énfasis por buscar el contacto y los groundouts, especialmente en este último de 2014, le han garantizado no sólo entrar en la historia de los San Francisco Giants, como el primer pitcher en lazar dos «no-nos» desde Christy Mathewson más de 100 años atrás, sino recuperar la confianza de su afición y recordar al mundo del baseball que en principio vamos a tener “Freak” Lincecum para rato.