Se acerca a toda velocidad, sin descanso (demasiado que ha tenido durante el verano), exactamente, la temporada de la NHL ya está aquí y con ella regresa El Castañazo, columna de opinión semanal la cual tratará temas diversos desde un enfoque mucho más personales.
Hace ya nueve temporadas que Sidney Crosby como Alex Ovechkin pululan por la liga, demostrando la mayoría de las veces un dominio total de la competición casi insultante, al menos en un plano individual porque colectivamente la valoración ni por asomo es tan elevada, incluso me atrevería afirmar que roza el suspenso. ¿Por qué? Muy fácil, el bombo y platillo con el que nos los ha vendido la NHL no ha sido completo.
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Ambos jugadores han visto cómo sus respectivas franquicias pasaban de ser equipos en clara reestructuración apoyados en ellos a convertirse en verdaderas plantillas llenas de talento. En Piitsburgh la historia comenzó magníficamente con dos finales de la Stanley Cup y un título en los primeros años, todo parecía indicar que estábamos ante una nueva dinastía, que marcaría el ritmo de la NHL en los años venideros. Años que salían fans de Pittsburgh de debajo de las piedras o de nueva creación incluso por estos lares, ahora entiendo por lo de tantos aficionados a los Pens en España, ¡Pobres ilusos! No es ninguna crítica ya que yo mismo sin formar parte de esta nueva ola “pinguinera” también abrazaba la teoría de la conquista absoluta por parte de Crosby y compañía.
Los Caps tampoco anduvieron lejos, pero su flirteo con la copa Stanley fue aún más breve. Estoy de acuerdo que su juego rápido y físico hacía las delicias del respetable. El que no le gustara como Ovechkin celebraba los goles que levante la mano. Seguramente, aparte de los fanáticos de Pittsburgh, todos los demás disfrutábamos con ello pero esto no esconde el fracaso colectivo. Mucha fanfarria durante las campañas regulares pero sin pólvora ni chispa en Playoffs, yendo a menos año tras año.
No quiero parecer duro, ni anti-Pens o anti-Caps pero verdaderamente ambos proyectos no parece que hayan logrado su propósito. Es cierto que una Stanley Cup en su haber no es para nada un fracaso (en el caso de Ovechkin, la hoja continúa en blanco) pero si un trabajo a medias, sin acabar. Sendas franquicias aun tendrán varios años más para redimirse con ambos protagonistas en el liderazgo (modo irónico ON), si no es que ‘Ovie’ empieza a tener morriña de Rusia y hace un desplante tipo Kovalchuk o Crosby se harta de “bregar” con las defensas rivales durante los Playoffs (modo irónico OFF). Tanto Capitals como Penguins ya no disponen del potencial que tenían antaño, su hockey se ha visto superado por otros conjuntos que también hicieron la travesía del desierto y vieron recompensadas sus plegarías en el draft para armar unas plantillas mucho más compensadas, hablemos de los Kings, Hawks o Bruins por ejemplo.
Está presente temporada, ninguna de las dos franquicias parte como favorita a llevarse la Stanley, si bien es cierto que ubicándose ambas en la Conferencia Este tienen más posibilidades de hacer un buen papel pero a priori yo no apostaría mi dinero por ellas. De hecho, aunque los Penguins son los cuartos favoritos para ganar la liga en William Hill Apuestas Deportivas, los Capitals los decimonovenos. Puede que dentro de unos meses me tenga que tragar mis palabras pero a día de hoy opino así. Crosby se mantiene a un nivel increíble pero sus compañeros despiertan más dudas, Letang se pierde un montón de partidos por lesión y juntamente con la pérdida de Orpik y Niskanen, precisamente hacia los Caps, la defensa puede padecer muchos males de cabeza. Además de tener a Fleury en portería, el cual parece haber dejado el aura de estrella pegada a unos años atrás. Cierto que Malkin continúa como lugarteniente del bueno de Sid (un ave maría para que no le contagien la morriña rusa), pero su rendimiento no es todo lo regular que desearían los aficionados a la franquicia de Pensilvania.
Washington igual, pero con el añadido que ya se han perdido algunos Playoffs. Además de ver como Alex claramente ha bajado su nivel de juego, pasando de ser una maquina sin escrúpulos ofensiva a alternar semanas buenas con otras de malas, algo inaceptables para un jugador que se esperaba un poco más. Tampoco se ha visto beneficiado por sus compañeros, algunos de ellos bajando incluso más el nivel que el propio ‘Ovie’, como es el caso de Green, gran defensor con un potencial enorme que de un día para otro se dejó el “mojo” en casa y ya no lo encontró. Semin (cuando estaba en los Caps) tampoco rindió al nivel deseado, con un talento descomunal no consiguió hacer de Malkin en Washington.
Es pronto para enterrar a ambas estrellas pero hasta el momento su hoja de ruta trazada en cuanto llegaron a la NHL no se ha cumplido del todo, en el caso de Crosby se esperaba que llevara a los Pens a una situación similar a la que se encuentran Los Angeles y Chicago. En el caso de Ovechkin, puede que no se le pedía hacer una dinastía pero si ganar una Stanley, situación que le situaría entre los más grandes no solamente en el plano individual. Lo dicho, un trabajo a medias sin que se vislumbre una mejoría palpable en poco tiempo, aunque siempre pueden hacer como Jagr y aguantar pasados los 40, aguardando la vuelta de los años mozos.