Jueves Santo, para mí un día como otro cualquiera. Me levanto enflechado a la cocina a por algo de café y con mi portátil en mano. Nada más encenderlo aparece ante mis ojos la noticia que había visualizado durante estos días: Jarome Iginla es nuevo jugador de los Penguins.
Parece que Mario Lemieux, el propietario de la franquicia del pingüino, está jugando al NHL de EA Sports (videojuego que cumple esta temporada 20 años) y haciendo un equipo a su imagen y semejanza. En esta semana ya han fichado a Brenden Morrow, Douglas Murray y al mejor jugador de los Flames hasta la fecha. Eso sí es jugar bien con el salary cap y lo que están haciendo otros por California con las renovaciones.
Algo lejos queda cuando yo jugaba con él, con un SuperMario venido a menos en aquel NHL 2005 que suplió la temporada que nos quedamos huérfanos de hockey y no a medias como en esta campaña. Por aquel entonces en la portada aparecía Markus Naslund, aquel sueco de los Canucks, que junto a los hermanos Sedin formaba aquella IKEA-line que enamoró a los aficionados de Vancouver. Lo más curioso es que aquel left wing fue propiedad de los Pens, lo eligieron en el draft del 91, justo después de que el equipo del estado de Pensilvania ganase su primera Stanley Cup.
El por qué Naslund terminó yéndose a los Canucks lo voy a explicar a continuación. Todo sucedió en el Deadline Day de 1996. Antes comentar que esos días donde se cierra el mercado (este año será el próximo miércoles) es cuando más intercambios de jugadores y rondas de drafts se producen. Me recuerda a las vísperas de un examen de esos anuales donde te juegas todo el curso y la mayoría se ponen a estudiar a última hora cómo mejorar sus plantillas. Unas veces sale bien y “aprueban” y otras sale realmente mal. Pero como en todo deporte siempre hay ganadores y perdedores.
En marzo de 1996 a los Penguins les tocó suspender. Fue uno de los peores intercambios en la historia del deporte americano, aunque eso se vio con el tiempo. No había sitio para Naslund en Pittsburgh y se buscaba un hombre más físico. Alek Stojanov media 1’93 cm y era conocido por tumbar a Eric Lindros en las categorías junior. A Craig Patrick, que acababa de llegar a la gerencia del equipo, le entusiasmaba el intercambio aunque también estuvo negociando con los Oilers por el ala sueco. A finales de año el nuevo fichaje de descendencia macedonia sufrió un accidente de coche y solo pudo jugar unos 35 partidos. La 96-97 fue su última temporada en la NHL ya que al año siguiente estuvo jugando con el filial de los Pens. Por su parte Naslund se integró de forma soberbia a los Canucks. Es aún el jugador que más goles ha marcado con la franquicia de Vancouver y el que más años ha llevado la “C” de capitán del equipo. Fue cinco veces All-Star (dede 1999 a 2004) y en la temporada 2002-03 superó la cifra de los 100 puntos.
Pero no siempre los Penguins hicieron mal los deberes el último día de mercado. Cinco años antes, en marzo de 1991, dieron con la tecla para alzarse con su primer título. Fue un intercambio múltiple con los desaparecidos Whalers (los actuales Hurricanes después de su traslado a Carolina) aunque los dos hombres que encabezaban el trade eran Ron Francis y John Cullen. Francis fue una leyenda viva de los “balleneros” pero durante los últimos años había perdido peso dentro del equipo e incluso la capitanía. En Hartford gustaba Cullen, que era de los máximos anotadores de la liga. Al principio los aficionados de los Pens quedaron desencantados con el intercambio pero el nuevo center se adaptó a la perfección como número dos de Mario Lemieux y se alzaron con la primera Stanley Cup de su historia. La carrera de Cullen se estancó con la lesiones. No lo hizo mal con los Whalers, pero en el 93 fue traspaso a los Leafs donde no brilló. Volvió a los Penguins dos años más tarde y no lo hizo mal aunque no lo renovaron y terminó su carrera en los nuevos Lightning.
Hoy, Ray Shero, bajo la tutela de Lemieux, no ha querido dejar las cosas para el último día y han trabajado con tiempo para crear una de las mejores delanteras de la NHL. Sin duda alguna a día de hoy y sobre el papel son favoritos. Pero en esto del hockey, por suerte, nunca se sabe. Puedo gritar a los cuatro vientos que Jarome Iginla puede ser algo así como el Ron Francis del siglo XXI, pero ¿quién no puede decir que Kenneth Agostino o Ben Hanowski vayan a ser los próximos Naslund de la liga? El tiempo nos dará la respuesta y en SportsmadeinUSA lo contaremos.
¡Felices Pascuas!