No es común no ver jugar a los Bruins en estas semanas de abril, pero ha ocurrido por primera vez en siete años. Boston se quedó fuera de los Playoffs tras un horrible final de temporada donde desde lejos se venía ver la consecución de desgracias. Aunque, para ser justos, toda la campaña ha sido mala, muy lejos de los cuatro primeros puestos de la conferencia en los que los Bruins siempre ha vivido. El culpable de todas esta situación, o al menos así lo han hecho ver los propietarios de la histórica franquicia, fue el general manager Peter Chiarelli, que fue despedido una vez terminada la temporada. Chiarelli, eso sí, ya ha encontrado trabajo en Edmonton.
Bajo el mando de una década en la gerencia de Chiarelli, los Bruins conseguido una Stanley Cup, han sido subcampeones de otra y han llegado a Playoffs en siete de las últimas nueve temporadas. Ha sido una época larga y exitosa en el TD Garden, como suele ser habitual en las gerencias de las franquicias deportivas de Boston, pero el directivo canadiense ha cometido fallos gordos que han propiciado su salida, buena o mala, ya es a juzgar de cada uno, pero es que el presidente Cam Neely lo que busca es un cambio de filosofía.
Se ha comentado que una de las principales razones del despido de Chiarelli fue el trade de Johnny Boychuck a principio de temporada que debilitó sensiblemente la defensa. Los Bruins se pasaban de límite salarial y se vieron obligados a ello, pero el culpable de esa mala gestión de la cartera es del gerente de operaciones deportivas, el señor Peter Chiarelli. Además, los Blackhawks estaban en la misma situación y siguen despachando rivales en postemporada.
Sin embargo, la principal razón del adiós del canadiense es el pésimo balance de elecciones de draft en nueve años. Solo tres jugadores seleccionados desde 2007 han llegado a jugar más de 50 partidos con el club: Tyler Seguin, traspasado a Dallas en un polémico traspaso; Dougie Hamilton, otra temprana primera ronda fruto del aquel trade de Phil Kessel; y Jordan Caron, que no era productivo y se mandó a Colorado. Atrás quedan jugadores deambulando por las ligas menores, otros equipos de la NHL o al otro lado del Atlántico como Joe Colborne, Zach Hamill, Max Sauve, Michael Hutchinson, Jared Knight o Alexander Khokhlachev. Mientras muchos equipos se han rejuvenecido y se han hecho más rápidos, Boston ha cogido el camino contrario.
Nuevos aires en Boston
No hay nuevo general manager aún. Y de hecho hay rumores de una posible salida del entrenador Claude Julien, que tantas alegrías ha dado a la hinchada de negro y oro. Los fans están divididos, y los detractores apuntan a que el entrenador canadiense no ha sabido jugar con jugadores más jóvenes que pudieran generar más ofensiva en favor de su sistema defensivo. El presidente Neely da la sensación que está más por la labor de dejarle marchar, aunque la decisión caerá sobre el nuevo general manager.
No es el único problema del gerente en offseason, porque los Bruins seguirán teniendo este año un estrecho margen salarial. He ahí las duras decisiones de renovar o dejar ir a Dougie Hamilton, Adam McQuaid y Matt Bartkowski. Y las patatas calientes son Milan Lucic, tras una malísima temporada, y Dennis Seidenberg, jugadores que pueden tener un alto valor en un trade, pero que en el caso de Lucic pondrían a la hinchada en pie de guerra con las dirección deportiva por el símbolo que supone.
Y por último, la decisión más importante que debe marcar el resto: ¿Cuál será la identidad de los Bruins? ¿Se harán más jóvenes? ¿Mejorarán alguna línea solo? ¿Pueden seguir jugando con mentalidad defensiva con los jugadores que tienen ahora?