Aunque el término dinastía se empieza a utilizar con cada vez más ligereza en los medios de comunicación, ganar tres Stanley Cups en seis años es toda una dinastía, la de los Chicago Blackhawks. Su consistente grandeza, su consistente habilidad para hacer malabares con el salary cap (el pasado octubre fueron uno de los grandes equipos afectados junto a Boston, y los Bruins han colapsado este año), su manera de encontrar caminos de estar al más alto nivel cada año (cinco finales de conferencia en siete años), les hace un hueco de oro en la historia de la NHL.
«Tenemos jugadores que creen que pueden ganar cada noche», dice Patrick Sharp, uno de los siete jugadores que ganaron la primera Stanley Cup de esta era de los Hawks, en 2010, y que han ganado las tres. Con el entrenador Joel Quenneville serían ocho integrantes. Porque, aunque parezca mentira para ser una franquicia deportiva norteamericana, hay siete jugadores que han sobrevivido durante este periodo de tiempo. Y son el auténtico núcleo de la plantilla: Brent Seabrook, Patrick Sharp, Patrick Kane, Duncan Keith, Jonathan Toews, Corey Crawford y Marian Hossa.
Experiencia, solidez, capacidad de sacrificio, remontadas, entereza, cabeza fría… todo se puede reducir a que los Blackhawks están cuando hay que estar, el «clutch moment» que llaman los americanos. Pueden hacer una temporada regular buena para cumplir y poco espectacular, pero en postemporada son de los favoritos. Y sino, que se lo pregunten a todas sus víctimas en Playoffs. Chicago puede estar por detrás en una serie o un partido y nunca está muerto, y si llega la prórroga el contrario ya puede rezar porque el equipo de Illinois puede jugar contra las cuerdas hasta tres periodos (algo que ya ha hecho varias veces).
Tiene más mérito cuando esta franquicia estaba en la miseria a mediados de la primera década del siglo. El equipo no era buena y las gradas del United Center estaban vacías, tal como cuenta este artículo del New York Times en 2007. Cogió la propiedad del equipo Rocky Wirtz cuando su padre falleció, mientras que Stan Bowman, un empleado que llevaba tiempo en el equipo, se encargo de la dirección deportiva desde 2009. ¿El resultado? El 9 de junio de 2010, los Chicago Blackhawks ganaban la Stanley Cup por primera vez desde 1961. Un equipo que era el hazmereír de la liga es ahora una dinastía.