
Se acabó la temporada con un nuevo campeón de la NHL tras el séptimo partido de la Stanley Cup.
Vancouver 0-4 Boston
39 años después la Stanley Cup vuelve a Boston. Séptimo partido de las series por la Stanley Cup, una muerte súbita en Vancouver, la ciudad engalonada, el Rogers Arena era una caldera y los fanáticos de la localidad del oeste de Canadá en la calle. Pero no pudo ser, delante estuvo un equipo mucho mejor plantado que ha sabido sufrir como el que más en estos Playoffs y que se lleva un merecido título, el sexto en la historia del club.
Empezaron bien los Canucks, como debía ser jugando la condición de local, no tan finos ofensivamente pero con la formación bien plantada en defensa que no permitía acceder a los Bruins. Ya aparecía por primera vez Tim Thomas en algunos saves propios de su genética. Pero un error en un faceoff, posibilitaba el primer gol del encuentro para Boston, obra de Patrice Bergeron. A partir de aquí, el choque no fue el mismo ni para unos ni para otros; los canadienses empezaron a sentirse incómodos y nerviosos, con demasiada presión encima mientras los visitantes empezaban a llevar el partido a su terreno, controlaban más el puck, ganaban casi todas las luchas por el disco y el ataque cogía fluidez.
Fruto de ese dominio llegaría el segundo gol por parte del rookie Brad Marchand y cinco minutos después, en momento de powerplay de Vancouver, Bergeron repetiría en un contraataque mano a mano con Luongo con una habilidosa maniobra cayéndose al hielo. Era ya casi el final del segundo periodo y los Canucks necesitaban un milagro, prácticamente el mayor de toda la historia para devolver a Canadá la Stanley Cup, pero fueron veinte minutos en vano, ya era tarde, estaban bloqueados, esa Stanley Cup tenia dueño, Boston Bruins, y un MVP, el portero Tim Thomas con 37 paradas anoche, con la primera vez en la historia con la portería en blanco en un séptimo partido de Stanley Cup fuera de casa y con el récord histórico de saves totales en Playoffs y Stanley Cup.