Supongo que estáis familiarizados con el término «humor semántico». Sí, es esa tendencia que se ha puesto muy de moda en los últimos tiempos según la cual se hacen titulares de noticias intentando hacer juegos de palabras con los protagonistas de la propia noticia con la intención de que el titular sea llamativo a la vez que pueda hacer más o menos gracia. Por poner un ejemplo práctico tendríamos cualquier titular que relacione a Gareth Bale con la palabra «vale», titulares que podrían ser algo así como «No Bale el dinero que costó» o «Pronto demostrará lo que Bale». Vaya, no es tan gracioso como pensábais, no pasa nada que no es culpa vuestra. El humor semántico en los últimos tiempos ha estado tan sobado que ya no causa ningún efecto al lector, ha sido ordeñado hasta la última gota hasta el punto de que en la actualidad cuesta encontrar un titular realmente ingenioso o que se ajuste perfectamente a la realidad. Pero aún así hay gente que insiste en usarlo en sus titulares, gente como por ejemplo yo. Pero si lo he hecho no es por la cara sino porque creo que realmente la situación es la propicia para titular mi artículo usando este recurso. Y es que después de una temporada en la que actuaciones mediocres sobre el campo se mezclaron con otros asuntos extradeportivos bastante turbulentos, Josh Freeman fue cortado por los Tampa Bay Buccaneers. O dicho de otra manera Josh Freeman, desde hace un par de semanas, es un hombre libre.
Vamos a hacer una pequeña cronología para poner a todo el mundo en situación. En el 2009 Tampa Bay le drafteaba con la intención de que fuera el nuevo quarterback franquícia de los Buccaneers, desde luego el potencial lo tenía y de hecho muchos decían que podía ser mejor que Matthew Stafford y Mark Sanchez, los dos quarterbacks que salieron en el draft antes que él. Empezaba la temporada rookie como tercer quarterback por detrás de Byron Leftwich y Josh Johnson, pero tras un récord inicial de 0-6 que tenía bastante que ver con el pobre juego desplegado por esos dos quarterbacks, Raheem Morris decidió ponerle como titular. Gana su primer partido en su debut, victoria que ponía fin a una racha de 11 partidos seguidos perdidos que se arrastraba desde la temporada anterior y un dato que también nos tiene que servir como referencia para saber en qué estado estaba el equipo. Acabarían la temporada con un 3-13 pero con la sensación de que Freeman podía ser un grande en Tampa Bay. Sensaciones que confirmarían la temporada siguiente cuando Freeman jugó a un nivel tan alto (ratio de 25 TD y 6 INTs) que fue elegido como jugador reserva para ir a la ProBowl (sí, ¡¡es un ProBowler!!), además de casi lograr la clasificación de su equipo para los playoffs. ¿Véis como la carrera de Freeman prometía? Pues nada, eso es prácticamente lo último bueno que podemos decir de él. Desde ese punto su rendimiento cayó en picado y, pese a algunos destellos de buen juego en el 2012, siempre se cuestionó su evolución, su compromiso con el equipo y con el juego y, en definitiva, su capacidad para ser realmente el quarterback que parecía que iba a ser. Especialmente revelador fue el gran gasto en jugadores complementarios en la agencia libre de 2012, que hizo que Freeman hiciera números algo más buenos pero no al nivel que se esperaba, y tanto fue así que en el siguiente draft los Buccaneers eligirían a Mike Glennon para ser su eventual quarterback franquícia si las cosas con Freeman no mejoraban. Y efectivamente no mejoraron, más bien empeoraron muchísimo.
El primer síntoma de que las cosas iban mal fue que Freeman llegó tarde a su propio football camp en junio, Vincent Jackson tuvo que sustituirle; dijo que tuvo problemas con el coche y la cosa no pasó a mayores. Pero es que un par de meses más tarde Freeman no se presentó a la foto anual del equipo, ese día la excusa fue que se había dormido, pero el caso es que no estaba allí en uno de los actos más importantes de la temporada para un equipo. Es posible que cabreara a más de uno dentro del vestuario porque en la votación de capitanes, realizada después de dicha foto de equipo, Freeman no salió votado pese a que había sido capitán desde 2010. Fantástico, el téorico líder sobre el campo ha dejado de ser el líder del equipo en el vestuario. Pero oye, si el tío es un crack y da victorias al equipo supongo que la confianza que le tengan los compañeros se irá recomponiendo con el tiempo. Pues primer partido y primera derrota totalmente inesperada ante los Jets, aunque casi que en este caso habría que dar las gracias a Lavonte David antes que echar las culpas a Freeman. Pero el segundo partido también fue una derrota, y el tercero fue otra derrota, y la imagen era cada vez peor. Y lo inevitable acabó pasando. En la semana 4, Freeman fue relegado de sus funciones como quarterback titular en favor de Mike Glennon y, una semana y varios intentos de tradearlo más tarde, fue despedido. Y Freeman, sin equipo, se convirtió en un agente libre, en un hombre libre.
Hasta aquí todo relativamente normal, es la típica historia de jugador que evoluciona menos de lo previsto, que parece perder interés en el football y acaba despedido por bajo rendimiento. Pero es que lo contado hasta ahora es sólo fachada de la historia de Freeman. Cierta, pero fachada al fin y al cabo. La trama de Freeman tiene una historia en la sombra en la que el protagonista no es el propio Freeman sino un supervillano digno de la mejor de las películas que parece conspirar para que Freeman no se salga con la suya. Un supervillano llamado Greg Schiano.
Y todo empezó en el preciso momento en que Schiano era contratado como entrenador de los Buccaneers. Si algo he aprendido en mi (escasa) experiencia como entrenador de deporte (y no necesariamente de éste) es que existen dos tipos de jugadores: los que funcionan a base de cariño y entender lo que se les dice y los que funcionan a base de gritos porque sólo así se motivan. Y son perfiles que hay que respetar, porque si le explicas algo al jugador nervioso se puede reír en tu cara mientras que si le gritas a un jugador tranquilo le puede pillar tal bloqueo mental que será incapaz no sólo de procesar lo que se le diga sino de ejecutar lo que ya tenía aprendido de antes. Y en ese aspecto era probable que ambos chocaran de frente, puesto que Freeman tiene toda la pinta de jugador tranquilo al que los gritos le afectan negativamente mientras que Schiano tiene toda la pinta de entrenador que grita prácticamente por sistema. Y parece que esa incompatibilidad entre caracteres ha ido provocando una incapacidad de mantener una conexión sana entre quarterback y entrenador, algo que se fue haciendo más evidente conforme iban pasando los días y ha acabado provocando una situación totalmente insostenible. Me da la sensación de que Schiano ya quería fuera a Freeman durante esta offseason pero que aceptó que simplemente no renovara su contrato (que acababa en 2013), a condición de que la gerencia le drafteara a un quarterback de su agrado. Efectivamente, Mike Glennon fue uno de los grandes objetivos frustrados de Schiano cuando no le pudo reclutar para que jugara en Rutgers. A partir de ese momento en el que Schiano ya tenía en plantilla al quarterback que quería, parece que se fue aprovechando de los errores de Freeman para irle poco a poco ganando la batalla que les enfrentaba. Siempre en la sombra, pero la sospecha está ahí. Por ejemplo, se dice que esta votación para decidir los capitanes se manipuló para que Freeman no saliera entre los elegidos, Schiano lo negó pero una reunión sólo para jugadores poco después del anuncio hace pensar que los jugadores tenían sospechas y quisieron aclararlo. Pero eso no fue lo peor ni de lejos.
Lo peor fue que, una vez Schiano había ganado la batalla y había conseguido sentar a Freeman pudiéndolo justificar deportivamente, parece ser que siguió cargando contra Freeman hasta echarle del equipo. Y es que después del cambio de quarterback titular se filtró que Freeman estaba metido en la fase 1 del programa anti-droga de la NFL. Freeman no sólo no lo negó sino que lo explicó: una vez se equivocó en la medicación que tenía que tomar contra su ADHD (trastorno por déficit de atención con hiperactividad), eso dio un positivo y a partir de ahí Freeman aceptó entrar en ese programa para pasar controles regulares y demostrar que no se dopaba, le hicieron 46 controles y todos salieron correctamente. Pero el problema no era ese, el problema es que eso era una información totalmente confidencial que pocas personas conocían, y sin embargo salió a la luz poco después de que Freeman fuera sentado. ¿Quién fue el que lo filtró a la prensa? Pues sí, parece ser que Schiano. No es que sea un rumor, es que eso es lo que piensa la NFLPA, asociación que por cierto quiere interrogar al propio Schiano por lo que considera que es un quebrantamiento grave de la confidencialidad entre jugador y liga. ¿Y, en el supuesto de que lo hubiera hecho, qué ganaría el entrenador de los Bucs haciendo pública esa información? Pues sinceramente no se me ocurre nada más que un simple deseo personal de hundir al jugador. Ya lo había sentado, el equipo estaba intentando tradearlo, sacar esta información a la luz no era algo que beneficiara al equipo (más bien lo perjudicaba en su intento por conseguir algo a cambio del jugador), pero por otra parte podía ser una información que destrozara la carrera de Freeman. Y si fuera así, que aún está por ver, eso diría muy poco acerca de Schiano, de su mentalidad y de sus métodos. Obviamente Tampa Bay no consiguió tradear al jugador y le acabó cortando, un movimiento que no tenía ningún tipo de sentido a nivel de negocio puesto que renunciaban al pick de draft compensatorio (el quarterback no ha tardado mucho en encontrar nuevo equipo, así que probablemente les habrían dado algún pick de ese tipo) pero que era obligado porque la situación de Freeman en ese vestuario era totalmente insostenible.
Así que sí, el 5 de octubre Freeman fue un hombre libre. Pero no lo fue en el sentido de que se convirtió en un agente libre sino que fue un hombre libre porque escapó del infierno que para él debía ser vivir en un vestuario en el que Greg Schiano gritaba, mandaba, tenía cualquier comportamiento suyo bajo el más estricto de los controles y, si todos estos rumores y sospechas se acaban confirmando, también conspiraba en la sombra en su contra. Y un vestuario que, por cierto, al parecer está contaminado con MRSA, una bacteria altamente infecciosa y resistente a la penicilina que ya se ha cobrado dos víctimas (Lawrence Tynes y Carl Nicks) y se rumorea que podría estar afectando a una tercera (Johnthan Banks) y, aunque eso es otro tema que no está nada relacionado con lo contado anteriormente, supongo que marchar de allí no debe ser precisamente algo malo.
Pero volviendo al tema, aquí lo que realmente importa aquí es que Freeman es, en efecto, un hombre libre que retomará su carrera en los Minnesota Vikings y que es posible incluso que llegue a triunfar allí. Pero por el otro lado, viendo que los Bucs de Glennon no son mucho mejores que los Bucs de Freeman, es posible que la gerencia quiera mejores resultados con lo que quizá Schiano también se convierta pronto en un hombre libre. Pero libre de los de sin trabajo. Y sin muchas expectativas de encontrar uno pronto porque, visto lo visto, dudo bastante que haya alguna franquicia dispuesta a poner al equipo en sus manos.