Ya ha pasado el día de Navidad, espero que estéis todos sanos y salvos en vuestras casas y que hayáis disfrutado del día. Yo sí que lo he hecho. No voy a esconder que soy una de esas personas a las que la Navidad les gusta más que no les disgusta y que intento aprovecharla al máximo. Pero hay que ser conscientes de que las vacaciones de Navidad no se reducen solo a este día, y hay que entenderlas como concepto más global. Y si lo planteamos como un todo, dentro de las festividades navideñas, una de las cosas que más me gusta (casi a la par que el propio día de Navidad) es el tema de los regalos. Quizá estoy pecando un poco de egoísta pero es lo que hay, me encanta tener cosas nuevas e incluso presumir de tener cosas nuevas. Pero como todo en esta vida, esto también tiene un lado ligeramente negativo, y este no es otro que el tema de la reciprocidad. No es que no me guste el hecho, porque en realidad me gusta generar felicidad a mis seres queridos pidiendo cosas que les gusten a los Reyes o a Papá Noel, lo que se me hace una montaña es pensar qué regalo es el más adecuado para cada persona. Me gusta ser bastante perfeccionista en este aspecto, así que me tiro mucho tiempo pensando en el regalo perfecto para cada uno y eso requiere su tiempo, pero es que para mí es la única manera de proceder: un regalo tiene que ser algo que guste al que lo recibe y no algo que obligue a dicho receptor a forzar una buena cara y luego aprovechar como buenamente pueda. Y el mismo principio debería poderse aplicar a otras cosas de la vida e incluso, aunque parece que no haya mucha relación entre ámbitos, también debería ser válido para cosas relacionadas con la NFL. Y es que son cada vez más los quarterbacks de esta liga que, en vez de regalar pases a sus receptores para facilitar su trabajo y que sean más «felices», mandan balones en su dirección aproximada y esperan que sean los receptores quienes los aprovechen como buenamente puedan. Y no es el único ni mucho menos, pero creo que el mayor exponente de esta clase de jugadores es Jake Locker, el quarterback de los Tennessee Titans.
En el fondo no es algo que nos deba sorprender. Desde su etapa en la universidad de Washington que Jake Locker ha tenido problemas con la precisión de sus pases y, de hecho, todos los scouting reports que se hicieron de él cuando entró al draft señalaban que, pese a ser un quarterback con mucho potencial, su principal inconveniente era su falta de puntería. Aun así, los Titans apostaron fuerte por él y le seleccionaron en el número #8, un poco más arriba de lo que se preveía. Y probablemente la situación no podría haber sido mejor para su evolución como jugador. Locker había caído en un equipo que no tenía la necesidad urgente de un nuevo pasador, básicamente porque ya contaba con un quarterback veterano llamado Matt Hasselbeck, un jugador que no sólo podía enseñarle y ayudarle a hacer la transición de quarterback de NCAA a quarterback de NFL sino que además podía manejar el rol de quarterback titular hasta que Locker estuviera preparado para tomar los controles del ataque en Tennessee. Y sinceramente, en su primera temporada la cosa no podría haber ido mejor. Locker empezó la temporada como segundo quarterback, observando y aprendiendo, y sólo jugó cuando Hasselbeck estaba lesionado, lo que le sirvió básicamente para adquirir experiencia de partidos (jugó 2 partidos y medio). Quizá no tuvo los mejores números de la historia, quizá seguía manifestando los problemas de precisión que muchos anticipaban, pero nadie le iba a exigir nada: era un rookie y era el suplente, bastante hacía con salir al campo e intentar que la baja del quarterback titular se notara lo menos posible. Pero este año todo cambió. Durante la pretemporada, Mike Munchak y compañía decidieron nombrar a Locker como quarterback titular del equipo, habían decidido que ya estaba preparado para el reto que suponía llevar el ataque de los Titans a tiempo completo. Ya no era el rookie, ya no era el suplente, era el quarterback titular del equipo y tenía que rendir como tal. Y no lo ha hecho. Se pueden buscar atenuantes a su rendimiento mediocre, por ejemplo la plaga de lesiones que ha obligado a remodelar por completo su línea ofensiva no es algo que haya ayudado precisamente (actualmente 3 titulares en injury reserve, y varios jugadores más que se han perdido partidos por lesión), o un cuerpo de receptores que es probablemente de los más flojos de la liga, o incluso se puede argumentar que el juego de carrera (con Chris Johnson a la cabeza) no está siendo todo lo efectivo que se desearía y que no le quita la suficiente presión al juego de pase, pero nada de esto debe esconder la pobre temporada de Locker. Y es que durante esta campaña Locker ha confirmado que no es un quarterback para nada preciso, y da la sensación de que en vez de mandar regalos a sus receptores lo que muchas veces les manda son faenas, balones para los que los receptores tienen que trabajar muy duro para poderlos convertir en recepción.
Y sólo tenemos que mirar un poco en sus estadísticas para confirmar esta sensación. De entre los 34 quarterbacks de la NFL que han sido titulares de una forma más o menos regular, Jake Locker aparece en las posiciones traseras de la mayoría de categorías estadísticas, por ejemplo está situado en el puesto número 30 tanto en QB rating (72.9) como en porcentaje de pases completados (56.2%). Especialmente reveladora es esta última estadística puesto que no sólo es un porcentaje muy bajo ya de por sí, cosa que evidencia sus problemas de precisión, sino que ese ratio de pases completados le sitúa por debajo de otros quarterbacks como Michael Vick o Matt Cassel, quarterbacks que no sólo han sido ampliamente criticados durante esta temporada por su paupérrimo rendimiento sino que además han perdido sus respectivos puestos de titular precisamente por el mismo motivo. Pero por si con esto no fuera poco, Locker también ha conseguido esta temporada estar en el selecto grupo de quarterbacks titulares de forma regular que llevan más intercepciones que touchdowns, un grupo muy exclusivo formado por tan sólo cuatro jugadores: él mismo, Brandon Weeden, Matt Cassel y Mark Sanchez. Es cuando menos preocupante. Pero es que, como suele ser habitual, no todo se reduce a las estadísticas, y es que las sensaciones que deja Locker sobre el campo casi siempre son malas. Y especialmente el último partido ante Green Bay fue una muestra muy significativa de esto. No sólo por el 13/30 (de los cuales los dos últimos completos llegaron con el partido sentenciado y Green Bay inventando sistemas defensivos sobre la marcha), ni por las dos intercepciones, sino por su juego en general. Cierto que la protección de pase no fue nada buena, Locker tuvo que lanzar bajo presión durante mucho tiempo y encjara muchos más sacks de los que habría deseado, pero eso no justifica la cantidad de pases lanzados detrás del receptor, al suelo o muy por encima de su objetivo. De hecho, aunque alguno pueda pensar que no, las dos intercepciones llegaron por errores claros de Locker: la primera es un pase largo que se queda muy corto y la segunda es un pase corto que Locker lanza detrás del receptor, que ciertamente el receptor deflecta hacia arriba ayudando a la intercepción pero con un pase mucho más preciso (por delante del receptor) no hubiera habido lugar a deflecciones raras. O dicho de otra manera, si Locker hubiera lanzado un regalo y no una faena, no hubiera habido intercepción.
Sé que es un jugador de segundo año, sé que hay que tener paciencia y darle tiempo para que crezca, pero en una época en que los quarterbacks jóvenes están rindiendo por encima de las expectativas depositadas en ellos, verse tan mal tanto a nivel estadístico como a nivel de sensaciones debería hacer plantearse a los Titans si Jake Locker es el quarterback en el que quieren depositar el futuro de la franquícia. O almenos lo que deberían plantearse en los Titans es si hicieron bien en darle los mandos del ataque a Locker al principio de temporada, teniendo en cuenta que era un quarterback joven al que le quedaba mucho por aprender y, especialmente, teniendo en cuenta que Hasselbeck ha tenido mejores estadísticas que Locker cuando ha tenido que reemplazar a éste último por lesión. Aunque sinceramente que el paso de planteárselo sobra un poquito, parece bastante claro que Locker necesitaba más tiempo de aprendizaje y ni tan siquiera la excusa de que era quien les daba más oportunidades de ganar ha acabado siendo válida.
En fin, para el bien de Tennessee será mejor que la situación cambie rápido y que Locker, ya sea mediante el aprendizaje detrás de Hasselbeck o mediante un ejercicio más de estilo autodidacta, pase de ser un quarterback que lance faenas a un quarterback que lance regalos. Porque en caso contrario el propio Locker podría estarles haciendo una faena a los Titans y quizá obligarles a que se autoregalen un nuevo quarterback en algún draft venidero.