Ayer tuve un día horroroso, de esos días en los que absolutamente todo te sale mal. Me levanté con un dolor de cabeza horrible, el autobús en el que iba al trabajo echaba un pestazo a sobaco increíble, el ordenador hizo el tonto durante un buen rato, me fui a desayunar y en vez de un bocadillo de jamón me tuve que comer uno de queso con pan integral porque no tenían otro,… Todo esto hasta las 11 de la mañana, no os voy a relatar todo el día porque ni hace falta ni realmente viene al caso, pero la mala suerte fue una constante. Nada grave por suerte, pero durante todo el día se sucedieron multitud de pequeños detalles que hicieron mi día un poco más desagradable. Lo que hizo que inevitablemente, cuando me metí en la cama para irme a dormir, se me viniera a la cabeza una única pregunta: ¿Qué he hecho yo para tener un día así? Y sinceramente, llegué a la conclusión de que mi día simplemente había sido un cúmulo de circunstancias que habían coincidido en fecha por azar. El problema es cuando en vez de tener un día horrible lo que tienes es una época horrible, una época en la que una de tus mayores aficiones (no puedo entrar a valorar el orden de prioridades de cada persona en cuestión) no te da más que disgustos y tú no tienes ni la más mínima culpa. Debe ser extremadamente frsutrante. Y debe ser la sensación que acompaña a todos y cada uno de los fans de los New York Jets cada domingo a la hora de irse a la cama cuando cierran los ojos y piensan: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Ellos no han hecho nada, la única culpa que tienen es la de ser aficionados de un equipo que ha hecho las cosas de forma mediocre durante los últimos años y rematadamente mal en esta última temporada. Podemos hablar de drafts algo flojos o algo escasos (en los últimos cuatro años sólo han tenido 13 picks en las 5 primeras rondas), de lesiones inoportunas (como la de Darrelle Revis o Santonio Holmes de este año) o de la incapacidad para regenerar una defensa que era muy buena pero que, entre gente que ha envejecido y jugadores nuevos que no han dado la talla, está a un nivel inferior que otros años (quizá también consecuencia de unos drafts con pocos picks de calidad). Pero eso en el fondo son cosas que o bien se han forjado con el tiempo o simplemente no son culpa de nadie; son cosas que, hasta cierto punto, son incluso comprensibles en el sentido de que le puede pasar a cualquiera. Pero la gestión de esta temporada está sobrepasando cualquier límite tolerable, ya no sólo para la propia afición de los Jets sino para el resto de fans de la NFL. Y todo, absolutamente todo, procede del mismo punto. Todos los males de los Jets empezaron en el momento en el que se hicieron con los servicios de Tim Tebow. A priori era un trade bastante interesante, se adquiría a un jugador con capacidad para pasar el balón (no juzgo si más o menos), que corre muy bien con el balón y con unos intangibles que se salen de las tablas. Pero los Jets no contaban (o no querían contar) con que Tebow es un arma de doble filo, puede aportar mucho a un equipo pero también lleva consigo una carga mediática que ningún otro jugador lleva. Tebow venía de hacer una temporada controvertida en Denver, una temporada en la que los Broncos se habían metido en playoffs con Tebow como quarterback titular, y buena parte de la afición consideró el movimiento como bueno para que, de una vez por todas, tuvieran esa mezcla de talento y voluntad de ganar que les permitiera pasar por delante de los Patriots y alzarse con la división. Aunque no fuera a ser el quarterback titular, porque los Jets en todo momento dejaron claro que el titular era Sanchez y que Tebow sólo venía a sumar, con el trade los Jets sumaban opciones ofensivas y añadían un carácter ganador al vestuario. Pero nadie acabó de entender bien la situación. La gerencia no entendió las expectativas que estaban generando trayendo a Tebow al equipo, los fans no entendieron que el rol que debía ocupar Tebow dentro del equipo no era el que ellos querían, el coaching staff no entendió cómo Tebow puede contribuir al gameplan ofensivo del equipo y, probablemente lo peor de todo, Mark Sanchez no entendió que Tim Tebow no era una amenaza a su puesto de titular sino que era un complemento al juego de ataque. Y pasó lo peor que podía pasar.
Mark Sanchez, que ya de por sí es un quarterback mediocre, sintió la presión de perder protagonismo en los Jets y empezó a jugar peor de lo que lo había hecho nunca. Y no estoy hablando de jugadas concretas en las que se estampa contra culos de líneas ofensivas cometiendo fumble en el proceso, que pueden hacer gracia pero no son más que una anécdota insignificante, estoy hablando de fundamentos de quarterback: de no saber a quién hay que pasar el balón, de no poder leer más allá de la primera opción, de tener problemas con la precisión de los pases, de querer forzar pases donde no hay ninguna posibilidad de completar, y un largo etcétera. No hay que mirar más allá que el partido de esta semana para comprobar lo horriblemente mal que está jugando Sanchez. De las tres intercepciones que lanza en la primera parte dos son claramente culpa suya (en una fuerza un balón con un linebacker golpeándole, en la otra le falla la precisión de forma ostensible), y tuvo suerte de que en la segunda no le cayera otra (que podría haber sido retornada para touchdown perfectamente) cuando no supo interpretar la cobertura y le lanzó el balón directamente a William Gay. Tan malo fue su rendimiento en este último partido contra los Cardinals que Rex Ryan decidió sentarle para darle la alternativa a Greg McElroy. ¿Cómo? ¿Quién es este tío? ¿Pero no habíamos quedado en que Sanchez estaba jugando tan mal porque Tebow amenazaba su puesto? Resulta que esa teoría nunca se ajustó demasiado bien a la realidad. Durante muchas semanas Mark Sanchez ha estado jugando por debajo del nivel que se requiere para ser quarterback titular en la NFL pero Tebow nunca ha salido al campo para sustituirle. Habrá salido para algunos snaps, echar un par de carreritas e incluso ha salido en jugadas de cobertura de punt, pero nunca ha salido a jugar para reemplazar a Sanchez. Y curiosamente la semana que Tebow está inactivo recuperándose de una lesión en las costillas, es justamente la semana en la que Sanchez juega lo suficientemente mal como para ser cambiado a medio partido. Lo siento, creo en las casualidades pero no en algo así. En absoluto tiene que servir esto como una crítica a McElroy, un quarterback que demostró ser bastante aseado, no cometió errores y además llevó a su equipo a la victoria. Es más bien una crítica al equipo de entrenadores que encabeza Rex Ryan, un staff que con esta sustitución ha demostrado que ha estado viendo los problemas de Sanchez pero que ha preferido mantenerle como titular para no poner a Tebow, y que a la que ha tenido una excusa para poner al tercero en discordia lo ha hecho sin dudarlo. Una decisión que por cierto también es muy discutible en el sentido de que da a entender que Ryan ha estado influenciado por la opinión pública; siendo el head coach, si este es el cambio que cree que más va a ayudar a su equipo, debería haberlo hecho incluso con Tebow en la banda en vez de aprovechar su lesión como excusa. Pero no, las cosas han ido como han ido y viendo los hechos objetivamente parece que hay otra persona, además de los fans de los Jets, que tiene derecho a pensar que qué ha hecho él para merecer esto. Y ese no es otro que Tim Tebow.
Hay que recordar que Tebow llegó a los Jets vía trade, con lo cual tuvo poco a nada que ver con su propia incorporación al equipo de New York. Y desde que está ahí nada le ha salido como él esperaba. Empezó como quarterback suplente con aspiraciones de dar otra dimensión al juego de ataque de forma ocasional, su siguiente paso fue descubrir que también tenían planes para él como bloqueador en jugadas de punt y su último paso fue descubrir que el primer paso prácticamente no existía, que simplemente le sacarían para conseguir algún tercer down de carrera y muy poco más. Y es que durante toda la temporada parece que tanto Rex Ryan como Tony Sparano se han negado categóricamente a usar a Tebow como una opción válida del ataque que permitiera mover el balón con solvencia ante ciertas defensas o en ciertas situaciones, ya no digamos el hecho de ponerlo como quarterback a tiempo completo sustituyendo a un Sanchez más que errático. Porque, aunque muchos siempre han mantenido que Tebow no podía sustituir a Sanchez porque no era un quarterback, los números no dicen exactamente lo mismo. Y para ello os propongo un pequeño acertijo, ¿con quién os quedaríais de los siguientes dos pasadores?
Quarterback A: 12 partidos, 55.0% de pases completados, 12 TDs, 13 INTs, rating de 71.4
Quarterback B: 14 partidos, 46.5% de pases completados, 12 TDs, 6 INTs, rating de 72.9
¿Ya sabéis de quien se trata? Aparentemente están bastante igualados, aunque quizá el quarterback B tiene una ligera ventaja estadística. Os daré una pista si no lo sabéis aún, las estadísticas del quarterback B son de la temporada pasada. ¿Ya? Efectivamente, el quarterback A es Mark Sanchez en esta temporada mientras que el quarterback B es Tim Tebow en la temporada pasada. En condiciones normales podría llegar a estar de acuerdo en que Tim Tebow no vale para ser quarterback a tiempo completo de un equipo de NFL pero en este equipo, viendo lo mal que lo estaba haciendo Sanchez, Tebow sí podría haber mejorado ligeramente el rendimiento del juego de pase de los Jets. Ojo, que sólo estoy hablando del juego de pase, a todo esto habría que añadirle las yardas que Tebow consiguiera en el juego de carrera, número de yardas que Mark Sanchez no se atrevería ni a soñar. Pero nada, ni ha sido usado como quarterback suplente ni tan siquiera ha sido usado regularmente como opción para el juego de carrera, y es que en los 11 partidos en los que ha estado listado como activo Tim Tebow ha llevado el balón un total de 29 veces, lo que hace una espectacular media de 2,64 carreras por partido. Increíble pero cierto.
Sinceramente, sólo se me ocurren dos teorías para explicar el infrauso brutal que este equipo ha hecho de Tebow. La primera es que el coaching staff no quería a Tebow, que ya no sólo no quería verle sobre el campo sino que hubiera preferido que los Jets nunca se hubieran hecho con él, una teoría que demostraría una disfuncionalidad terrible entre gerencia y coaching staff puesto que en ningún caso se debe fichar a un jugador al que los entrenadores no quieren. Y la segunda, sinceramente creo que mucho menos probable, es que ya sea por incapacidad o por pereza Tony Sparano no ha diseñado un capítulo del playbook que se adapte a las características de Tebow, con lo cual los Jets no es que no quieran usarle sino que no tienen jugadas en las que se sienta cómodo. En ambos casos serían faltas muy graves por parte de la gente que manda en la franquícia (ya sea desde arriba o desde la banda), así que espero sinceramente que haya una tercera teoría que desconozco que explique mejor porqué Tebow no está siendo utilizado prácticamente nada. Pero es que volviendo al jugador en cuestión, lo más chocante de todo es que Tebow nunca ha tenido una mala palabra. Da igual que no juegue un solo snap, da igual que se le degrade a jugar en jugadas de cobertura de punt, incluso ha dado igual que en alguna que otra ocasión hayan aparecido de la nada críticas anónimas de compañeros de equipo poniéndole a caer de un burro, algo que por cierto yo no recuerdo que haya pasado nunca en ningún otro vestuario. Pues todo eso no ha cambiado un ápice la forma de ser de Tebow, un tío que sigue siendo igual de correcto e igual de educado que el año pasado cuando cosechaba victorias en Denver. Y el hecho de que después de prácticamente reducir a cero sus posibilidades de lucir como jugador de football y de hacer lo que más le gusta, él no haya dicho una palabra más alta que otra ni haya dirigido críticas a nadie le honra como persona, y quizá por eso sabe peor ver la situación en la que se encuentra.
Pero la situación de Tebow no nos tiene que desviar de lo realmente importante, él puede pensar que no ha hecho nada para merecer eso pero al fin y al cabo es un profesional y sigue cobrando de los Jets. Aquí lo realmente importante es lo que les pasa por la cabeza a los aficionados a los Jets cada vez que terminan de ver un partido de los suyos, y ése es un sentimiento que creo que queda perfectamente plasmado en la figura del ya mítico Fireman Ed. La figura de un tío que lleva animando al equipo desde 1986, que debe haber pasado situaciones de todos los tipos y colores, y que ahora dice que deja de ser el líder de la animación de los Jets, que se ha cansado. Resulta que, ya sea por la situación actual del equipo, por las críticas hacia su persona (se le llegó a decir que si animaba tanto porque estaba pagado por los propios Jets) o por una suma de ambas cosas, el seguidor más emblemático de los Jets ha dicho recientemente que ya no quiere ser más la cara social visible de la franquícia, que va a seguir viendo los partidos pero como un aficionado más. Es como si Manolo el del Bombo dejara de ser el animador de la selección española de fútbol, que a partir de ahora comprará una entrada e irá a los partidos con su bocadillo y vestido con su ropa de cada día. ¿Os lo imagináis? Pues exactamente eso es lo que ha pasado con los Jets. En serio, no sé si puede haber algo más triste para una entidad deportiva que el hecho de que uno de tus aficionados más entrañables se avergüence del orgullo que debería representar ser el líder a la hora de defender los colores de tu equipo, sea por lo que pase en el campo o por lo que pase en las gradas (que está directamente relacionado con lo que pasa en el campo). Es que simplemente eso lo dice absolutamente todo acerca de como se están haciendo las cosas en esa franquícia.
Esperemos que la situación sirva como toque de atención a más de uno y que en los altos estamentos de los Jets se planteen hacia donde va el equipo y qué hay que hacer para cambiar la dinámica actual. Y si en el proceso hay que prescindir de Sanchez, de Tebow, de media plantilla, del coaching staff o de los vigilantes del aparcamiento, que así sea. Porque en la NFL, más que en ningún otro deporte, los equipos están por encima de los jugadores, y aquí de lo que se trata es de poner sobre el campo un equipo del que los aficionados se puedan sentir orgullosos. O dicho de otra manera, se trata de hacer las cosas bien para construir un equipo a la altura de lo que merecen sus aficionados.