Nunca es bueno perder. Yo mismo el otro día perdí cinco partidos seguidos jugando a un videojuego y estaba relativamente mosqueado. Pero hay veces en los que las sensaciones que uno tiene al jugar son mucho más importantes que el resultado final. Sí, mis experiencias con el videojuego tienen trampa, justo antes de empezar estos partidos había subido el nivel de dificultad al máximo y, si bien es cierto que los partidos los perdí, a medida que iba pasando el tiempo me fui acostumbrando al nivel y fui cosechando resultados menos malos. Y, por qué no decirlo, soy bastante optimista respecto a lo que pueda suceder en partidos futuros. Y en el fondo creo que es lo más normal del mundo porque, aunque perder siempre toque las narices, cuando puedes sacar cosas positivas de la derrota el cabreo debería ser mucho menor. Y es por eso que los fans de los San Diego Chargers tienen que estar dolidos por la eliminación de este fin de semana pasado ante los Denver Broncos, eso sin duda, pero también esperanzados de cara a un futuro cercano tras comprobar que el equipo no está nada lejos de poder hacer algo grande.
No hay que olvidar de donde viene este equipo, y si lo habéis olvidado ya os lo recuerdo yo. Los Chargers vienen de la época de Norv Turner, de ese equipo que parecía dejado de la mano de Dios y que sólo parecía jugar bien cuando los jugadores sacaban el orgullo, algo que no siempre les era suficiente para meterse en playoffs (no se habían clasificado en los últimos tres años). Y aunque es verdad que este año se han clasificado gracias a un pequeño milagro en la última jornada de temporada regular y que solamente han durado dos partidos en la postemporada, las sensaciones que da el equipo son claramente distintas a las de años anteriores. Especialmente a nivel ofensivo. Y el síntoma más claro de este gran cambio es el rendimiento de Philip Rivers. Uno de los puntos más importantes de esta revitalización del ataque de los Chargers ha sido la recuperación anímica de un Philip Rivers que en estos últimos años parecía que ni tan siquiera tenía ganas de jugar. Este año no ha sido así, y eso no sólo se ha visto reflejado en las sensaciones que desprendía sino también en sus números. Vamos, que comparar sus estadísticas de la temporada 2012 con las que ha obtenido esta temporada es prácticamente comparar estadísticas de dos jugadores distintos pero es que, teniendo en cuenta el papel que juega la confianza y el estado de ánimo en el rendimiento de un quarterback, casi podemos decir que eran dos jugadores distintos. Son 17 pases intentados más, que no son demasiados, pero son 800 yardas más, un mejor porcentaje de completos (de un 64% a un 69%), 6 touchdowns más y 4 intercepciones menos. Nada que ver. Y no nos engañemos, cuando el quarterback juega de esta manera el resto de cosas se vuelven mucho más sencillas. No importa que Danario Alexander se pierda toda la temporada, que Malcom Floyd quede lesionado en la jornada 2 o que Antonio Gates ya no pueda ser el jugador referencia que había sido durante toda su carrera, con Rivers jugando bien pueden aparecer jugadores como Eddie Royal, Ladarius Green o incluso Seyi Ajirotutu (muy importante en la victoria ante los Chiefs) y sacarte rendimiento de donde nadie lo esperaba. Y todo esto sin hablar de Keenan Allen. Sinceramente, la temporada de Allen ha sido lo más bestia que se le recuerda a un receptor rookie desde hace mucho tiempo. Es un caso curioso porque aparentemente Allen, tras una pretemporada complicada (entre otras cosas por aparecer en una foto con una gorra de los Raiders) y tras una primera jornada en la que ni tan siquiera salió a jugar, parecía que directamente quería largarse de la NFL. Menos mal que no lo hizo. Desde ese punto, Allen empezó a aparecer, empezó a rendir como se esperaba de él y poco ha poco se ha ido convirtiendo en lo que es ahora: el receptor primario y el claro referente de San Diego en el juego de pase. Con 21 años. Los Chargers ahí tienen un receptor principal para mucho tiempo y no sólo eso, que nadie descarte que dentro de unos años Keenan Allen sea un receptor entre los tres mejores de toda la NFL.
Y con un juego de pase con Rivers funcionando a las mil maravillas y Allen destapándose como uno de los receptores más prometedores de la liga podría ser fácil entender la mejora ostensible del juego de carrera. No creo que sea así, la carrera no sólo ha mejorado como consecuencia de la mejora en el pase sino que ha mejorado por sí misma. Ryan Mathews ha hecho la mejor temporada de su carrera, borrando así su horrible año pasado y demostrando que su rendimiento en la temporada 2011 no fue un espejismo, algo que ha hecho que muchos hayan dejado de echar de menos definitivamente a su predecesor en el puesto, un tal LaDainian Tomlinson. Pero no es sólo Ryan Mathews quien ha mejorado en lo que se refiere al juego de carrera, la incorporación de DJ Fluker vía draft juega un papel importante a la hora de bloquear mientras que el fichaje de Danny Woodhead, el mejor fichaje del equipo en esta última agencia libre, ha provocado que defenderse contra los corredores de San Diego no sea tan sencillo como amontonar jugadores en la caja. Un ataque con buen juego de carrera y buen juego de pase como el que puede estarse gestando en los Chargers es complicadísimo de defender. Y sí, soy consciente de que la inefectividad en ataque fue precisamente lo que sorprendentemente falló y lo que acabó provocando la derrota ante los Broncos (efectividad probablemente condicionada por el hecho de que Ryan Mathews sólo pudiera aguantar 5 intentos de carrera antes de resentirse de su lesión), pero me da la impresión de que este partido fue una excepción al rendimiento general del ataque, muy mal puesta a nivel temporal pero una excepción al fin y al cabo. El año que viene es muy probable que volvamos a ver a un Philip Rivers con ganas de comerse el mundo y a unos Chargers con un ataque a un nivel altísimo. Porque aunque Ken Whisenhunt se marche, la promoción de Frank Reich de entrenador de quarterbacks a coordinador ofensivo debería dar continuidad a esta inercia de juego.
Pero si el ataque pinta bien, la defensa no se queda muy atrás. Un poco atrás sí se queda, tampoco voy a mentir, es una defensa a la que aún le falta alguna pieza y que algunos de sus jugadores cojan un poquito de experiencia, pero estoy convencido de que si se acierta con los retoques esta defensa puede ser muy buena en relativamente poco tiempo. Y quizá el de acertar con los retoques sea uno de los grandes retos de los Chargers para esta offseason. La pieza que más hace falta en la defensa de los Chargers es sin duda la de un cornerback y esa debería ser la prioridad principal para la próxima offseason, el problema es que San Diego ya tenía la misma necesidad la temporada pasada. Y la intentaron solucionar, lograron hacerse con los servicios de uno de los mejores cornerbacks de la agencia libre, el ex jugador de los Jacksonville Jaguars Derek Cox. No funcionó. Cox ha jugado tan mal con San Diego que fue sentado a mitad de temporada, con lo que la posición de cornerback sigue siendo la que más necesitan los reforzar los Chargers. Tampoco podemos decir que el otro gran fichaje defensivo les haya salido muy bien, y es que Dwight Freeney (sí, ahora juega aquí) se lesionó a poco de empezar la temporada y no ha podido aportar casi nada a su nuevo equipo. Pero por lo demás es una defensa con mucho talento y mucho futuro por delante. El talento lo pone Eric Weddle, un jugador del que no se habla mucho pero que podría ser, con permiso de Earl Thomas, el mejor safety de toda la NFL. Y el futuro lo ponen jugadores como un Corey Liuget que cada día se hace más grande en la línea defensiva, un Melvin Ingram que ha mostrado destellos de su calidad después de recuperarse de su grave lesión e incluso el mismísimo Manti Te’o, que aunque en muchos momentos ha tenido errores propios de su condición de rookie tiene el potencial para ser un linebacker interior dominante por mucho tiempo. Si además, rendimientos inesperados como los de jugadores relativamente desconocidos como Shareece Wright o Jahleel Addae en este tramo final de temporada tienen continuidad durante el año que viene, en un par de años puede que la de los Chargers sea una muy buena defensa, porque los jugadores jóvenes ya habrán alcanzado su mayor potencial y también porque las piezas que faltan ya se habrán adquirido. Y por último, casi que para formar una buena defensa también será necesario que el coordinador defensivo John Pagano reduzca drásticamente sus idas de pinza en el playcall defensivo, y de hecho no son pocos los que piden su destitución porque no les gusta como plantea los partidos ni las jugadas que canta en momentos puntuales. No creo que haga falta llegar hasta estos extremos, la defensa también ha dado muchas muestras de solidez, pero sí que es verdad que ya sea culpa suya o de algún jugador concreto (viendo el vídeo da la sensación de que es lo primero), el hecho de que encajaran ese 3rd & 17 que a la postre finiquitó este último partido de playoffs demuestra que a esta defensa aún le falta un pelín de maduración. Y conseguir crecer como unidad será algo en lo que el coordinador defensivo deberá jugar un papel importante, lo que implica que Pagano también deberá crecer como coordinador.
Sí, aún hay defectos que corregir y cosas que mejorar, pero los Chargers tienen que estar orgullosos de lo que han hecho esta temporada y tienen que ser optimistas sobre lo que les depara el futuro. Tienen un equipo que globalmente es muy joven y, suponiendo que Peyton Manning no va a durar eternamente, es muy posible que estén peleando con los Kansas City Chiefs por la división cada temporada durante los próximos años. Y sí, entiendo que ahora en San Diego haya un cabreo generalizado por la eliminación, pero hay que tener en cuenta que enfrentarse a un Peyton Manning en su casa, en medio de la que está siendo la mejor temporada de su carrera y obsesionado con ganar la Superbowl fue para los Chargers subirse el nivel de dificultad al máximo. Es posible que hasta cierto punto sea normal que perdieran. Pero eso no quita que para el año que viene, después de una offseason entera de preparación para competir con los mejores, después de una offseason para acostumbrarse al nivel de dificultad, los Chargers sean capaces de ganar a cualquiera. Creo que el optimismo está plenamente justificado.