La verdad, hoy no tengo ganas de nada. Podría hacer un artículo desgranando todos los problemas que tienen los Packers, pero no tengo ganas. Podría escribir largo y tendido sobre por qué Green Bay empezó la temporada muy bien y ahora está jugando tan rematadamente mal, pero no tengo ganas. Incluso podría hacer una introducción graciosa sobre algún tema al azar como he hecho en muchos artículos anteriores, más que nada para que el artículo tuviera un punto de diversión, pero es que tampoco tengo ganas. ¿La explicación? El domingo vi el partido más lamentable de esta temporada y aún no se me ha pasado el cabreo. Y no os creáis, he mejorado, ahora es simplemente que estoy apático con el tema pero es que el domingo cené tres lonchas de jamón york porque no tenía ganas ni de hacer la cena. Así estaba el tema. Pero bueno, por suerte ya me he recuperado un poco y, si bien aún no tengo ganas ni fuerzas de hablar en profundidad de los problemas de los Packers, sí que quiero escribir sobre el partido del domingo: el peor partido que le he visto a los Packers en los últimos años (sí, también vi los partidos en Denver y en Carolina) y, reafirmándome en lo que he dicho antes, el partido más lamentable de lo que llevamos de temporada.
Y no, no lo digo porque Green Bay sea mi equipo y esté decepcionado con el rendimiento y con el resultado final, es que realmente fue un partido muy malo jugado por dos equipos muy malos. Así de claro. Por un lado estaban los Lions, de los cuales no esperábamos mucho y ciertamente no dieron mucho. Por ejemplo su ataque terrestre fue muy triste, entre todos los corredores consiguieron la paupérrima cifra de 33 yardas en 23 intentos, algo debido a un cuerpo de running backs bastante flojo y especialmente a una línea ofensiva que es incapaz de generar ningún tipo de empuje hacia adelante. Tampoco fue la monda su juego de pase, aunque por comparación tampoco parezca tan malo, con mención especial para un Eric Ebron que deja caer algún pase más del que sería deseable. Y quizá lo que sí sería destacable es su protección de pase, si no fuera porque los Packers hace un mes que no hacen un sack (casi literalmente, su último sack fue el día 18 de octubre). También bastante floja fue su defensa que, si bien es cierto que especialmente en secundaria estaba bastante tocada por las lesiones, dejó que un tío llamado Justin Perillo les hiciera un roto. Y como era netamente inferior en el juego de pase, algunos de sus jugadores se dedicaron a marcar a su par agarrando de forma descarada. Y lamentablemente subsistieron a base de eso. Porque efectivamente esta es la otra, en un partido tan lamentable el equipo arbitral no podía desentonar haciéndolo bien. De esta manera, en un impulso poco frecuente en esta liga, decidió que las reglas actuales de contactos en jugadas de pase tampoco no son demasiado agradables y por lo tanto iba a ser mejor «dejar jugar». Vamos, que como si no existieran. Así pues, de pass interference no pitaron cero pero anduvo muy cerca porque pitaron sólo uno, a Tahir Whitehead (no a un jugador de secundaria), y además precisamente no tengo muy claro que ese lo fuera. Eso sí, Nevin Lawson se fue del partido sin ninguna penalización cuando le podrían haber caído fácilmente cinco. Fantástico.
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Pero claro, el problema es que parece de chiste que esté hablando de todo esto porque el nivel lamentable mostrado tanto por los Lions como por el equipo arbitral se queda en absolutamente nada al compararlo con lo lamentables que fueron los Packers, y es que el magnífico equipo de Green Bay se las arregló para perder un partido que en condiciones normales habría tenido que ganar por lo menos de cuatro anotaciones. Y aunque parezca mentira, en este partido nadie se salva de este nivel pírrico. Nadie. Y especialmente no se salva Aaron Rodgers. No tuvo un día demasiado brillante, algo que últimamente es demasiado habitual, pero es que en este partido estuvo mucho peor. A las dudas habituales a la hora de lanzar los pases se unió una falta alarmante de precisión, con pases que iban a un metro del receptor o lanzamientos que iban al suelo como si fuera McNabb, y una creatividad increíble a la hora de realizar lanzamientos en las posiciones más grotescas que se puedan ver en un quarterback hoy en día. Y cuando ponía los pases bien, por supuesto tampoco podían faltar los drops, no los drops comprensibles sino los drops flagrantes (dos de Davante Adams y uno de Randall Cobb mínimo).
El playcall fue igual o peor que el de semanas anteriores, abusando del pase (que Starks sea el titular no significa que las jugadas que teóricamente son de Lacy pasen automáticamente a ser de Rodgers) pero con muy poca variedad de jugadas y buscando excesivamente a un Davante Adams con el que Rodgers no tiene demasiada buena química. Que entiendo que quisieran buscar emparejamientos favorables pero casi mejor intentar basar tu juego en tus virtudes y no en los defectos del contrario, y a Adams le lanzaron 20 pases, de los cuales sólo cogió la mitad y para sólo 79 yardas mientras que a Cobb le buscaron «sólo» 10 veces y, lo que es peor, a James Jones sólo dos. Perfecto. Ah, y si combinamos el factor Rodgers con el factor playcalling obtenemos una gestión del reloj extraordinaria al final de la primera parte que permitió que los Lions se llevaran un field goal prácticamente sin querer. Recordemos que los Packers perdieron el partido por 2 puntos. Muy pero que muy bien.
La defensa tampoco es que fuera mucho mejor, sí que funcionó contra la carrera pero creo que esto fue más demérito de Detroit que otra cosa, y contra el pase el equipo encadenó el tercer partido consecutivo sin realizar un sack. Ya es complicado de por sí, pero contra la línea de ataque de los Lions parece una hazaña prácticamente imposible. Pues sí, el front seven de los Packers fue tan lamentable que no consiguió llegar a placar a Stafford en ninguno de sus 38 intentos de pase, que no son pocos. Y por si con ataque y defensa no fuera suficiente, los equipos especiales tampoco se salvan del horrible nivel general. Primero fue una cobertura de kickoff que facilitó enormemente que los Lions consiguieran su primer touchdown, y después por un Tim Masthay al que le vimos chutar un montón de punts y no sólo no me atrevería a asegurar que la mitad fueran buenos sino que además se puede afirmar con rotundidad que algunos fueron horrorosos. Y luego está lo de Crosby, pero no os preocupéis que ahora llegamos.
Y es que lo peor es que todo esto mencionado anteriormente son aspectos generales del juego, no estoy entrando para nada a los cinco últimos minutos del encuentro. Y sí, por si os lo preguntábais, esos minutos finales fueron aún más lamentables que la tónica general del partido. ¿Sabéis ese dicho que reza que «nadie de los dos quiere ganar»? Pues este partido fue tan lamentable que sucedió exactamente eso. Para empezar tenemos a Dom Capers, que si bien había aparecido en el partido de forma pasiva a través del nulo pass-rush de los Packers aún no había aparecido para cagarla de forma explícita. Y evidentemente que acabó haciéndolo. Después de que la defensa controlara bien al ataque de Detroit durante todo el partido, Capers decidió que en el último drive de los Lions había que montar una defensa que buscara el sack aunque fuera dejando muchos espacios para los receptores. Por supuesto, el pass-rush nunca llegó a su objetivo, uy qué sorpresa. Así pues, en el drive defensivo más importante del partido para Green Bay, los Lions tuvieron una facilidad increible para avanzar y acabar anotando un touchdown para ponerse 9 puntos arriba. ¿9 puntos he dicho? Pues va a ser que no, porque Matt Prater decidió que él iba a ser el más lamentable de todos y falló su segundo extra point del día, algo que dejaba a Green Bay a 8 puntos de distancia, o sea, a una sola anotación. Los field goals de aproximadamente 50 yardas limpísimos que entraron, pero los extra points no hubo manera. No pasa nada.
En fin, que en el drive siguiente los Packers lograron anotar el touchdown necesario por medio del previamente mencionado Justin Perillo, pero la conversión de dos puntos dropada de forma bastante triste por Davante Adams (nada, sigámosle lanzando balones). Bueno no, que igual no fue un drop clamoroso, para justificarlo un poco vamos a decir que Crezdon Butler, jugador fichado por Detroit el día anterior (sí sí, fichado el sábado), le molestó un poquito y eso provocó el incompleto. Total, que como los Packers seguían dos puntos por debajo se vieron obligados a chutar el onside kick. Típico onside kick en el que todo el mundo bloquea para que el receptor estrella la coja sin oposición (sí, normalmente se hace así, aunque Brandon Bostick no lo acabe de tener muy claro), pues para elevar un poco más el nivel resulta que Calvin Johnson hace el torpe con la bola y ésta, tras rebotaar en su casco, cae a manos de Damarious Randall. De risa.
Pues eso, que balón para Green Bay, los Packers que avanzan las yardas necesarias para entrar en field goal range y sin merecerlo mucho se encuentran con la oportunidad de hacerse con la victoria. Snap, Mason Crosby coge carrerilla, chuta y el balón alcanza una altura máxima de un metro, haciendo una curva exagerada hacia la derecha y botando antes de llegar a la goal line. Tal cual. Perdonad que me repita con la palabra, pero fue muy lamentable. Tan malo fue que en un principio parecía que lo habían bloqueado pero que va, nadie de los Lions parece que toque el balón, más bien parece que los Packers la cagaron ellos solos. Nadie sabe lo que pasó realmente, unos dicen que le dió mal (muy mal le tuvo que dar), otros que Masthay no apartó la mano a tiempo y como holder bloqueó el field goal de su compañero (que eso sería incluso más penoso), pero lo único realmente cierto es que viendo la trayectoria tan triste de ese field goal a uno le invadía la sensación de que es exactamente el final que este partido merecía. Si hay que ser lamentables, que sea todo lamentable hasta de principio a fin. Y si puede ser en un nivel de lamentabilidad creciente, pues mejor.
Así pues, en el partido más lamentable de la temporada, los Packers lograron ser un poquito más lamentables que su rival, lo cual sólo hace que confirmar que este equipo es mucho peor de lo que todos creíamos. Porque sí, está muy bien decir que las dos jornadas anteriores se saldaron con malas actuaciones porque vas a campos de equipos que en ese momento estaban invictos porque, a pesar de que son dos equipos que dejan algunas dudas (sólo hay que ver cómo lo está petando Peyton Manning últimamente), eso no deja de ser cierto. Y también está muy bien decir que en los dos últimos partidos los Packers han estado a una jugada de empatar o incluso ganar su partido. Pero no nos engañemos, cuando pierdes en tu propia casa contra el peor equipo de la liga, porque así lo indicaba su récord, quizá es que el peor equipo de la liga realmente no son ellos sino que eres tú. Y eso es tan lamentable que debería obligar a más de uno a reflexionar profundamente sobre qué narices está pasando con este equipo.