Igual que la semana pasada reconocí que soy mucho de montañas rusas, esta semana quiero confesar que no soy demasiado de dibujos animados. De pequeño (y no tan pequeño) miraba algunas series de origen japonés, como todos supongo, pero es que mis conocimientos sobre dibujos se fundamentan básicamente en los siguientes cinco pilares: Dragon Ball, Musculman, Oliver y Benji, Yu-Yu Hakusho y Slam Dunk. De esas sí que soy muy fan y me las sé prácticamente de memoria (nada de lo que avergonzarme ahí, claramente), pero mi dominio no llega mucho más lejos que eso a pesar de ser consciente de que hay muchas cosas y de mucha calidad en ese género televisivo. A lo que voy es que no soy nada fan de dibujos animados que se salgan de «mi mundo», pero por estas fechas hay algo que me pasa absolutamente siempre: cuando los Steelers salen a jugar con su uniforme retro yo no puedo hacer más que acordarme de los hermanos Dalton. No, en serio, más allá de que sea una equipación más bonita o más fea, ¿se la copiaron de los malos de Lucky Luke? ¡Si es que las vestimentas son prácticamente idénticas! Pero si las similitudes terminaran aquí la coincidencia no pasaría de una anécdota tirando a trivial, pero es que va a ser que no. Y es que lo más curioso de esto es que vistiendo ese uniforme, por ironías del destino o vete a saber por qué razón cósmica, se generó un gran paralelismo entre Pittsburgh y lo que eran los hermanos Dalton en la serie de dibujos: los Steelers fueron malos y les pasaron cosas malas.
Fueron malos no porque se portaran mal, algún leñazo y alguna confrontación tuvieron (con Mike Mitchell como gran protagonista de todo ello) pero la cosa no va por ahí ni mucho menos. Fueron malos porque, especialmente en ataque, jugaron un muy mal partido. Y aunque el rival era Cincinnati, que llegaba al Heinz Field como invicto y con una defensa bastante potente, nadie esperaba que esa unidad ofensiva se fuera a quedar en los míseros 10 puntos que consiguió. Y es que en este partido, por primera vez en lo que llevábamos de temporada (hay que recordar que estamos en la semana 8), se juntaban en el campo todas las estrellas de el ataque Steeler: Ben Roethlisberger (que había estado lesionado), Le’Veon Bell (que estuvo sancionado a principios de temporada) y Martavis Bryant (que también cumplió una sanción), además de un Antonio Brown que ese sí que de momento no ha faltado a ningún partido. Pues con todas las estrellas en el campo el ataque de los Steelers duró un drive.
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Sí, el primer drive estuvo muy bien, pero luego la cosa se fue diluyendo, algo que se explica esencialmente porque Roethlisberger no estuvo para nada a su máximo nivel. Muy comprensible eh, eso no lo puede negar nadie, las prisas por quitar a Michael Vick/Landry Jones del campo y tener al quarterback titular no sólo eran evidentes sino que además estaban bastante justificadas por el bajo rendimiento de ambos. Pero eso, lamentablemente, no tiene nada que ver con que Big Ben estuviera mejor o peor, de hecho casi que lo lógico era pensar que podía tener algo de óxido acumulado tras varias jornadas sin jugar. Y efectivamente, así fue. Después de un primer drive casi perfecto, el resto del partido fue un cúmulo de pases tirados demasiado por encima del receptor, presión que no daba la sensación de que tuviera muy claro como solventar y, como único punto relativamente positivo, pases a Heath Miller díficiles de fallar, que si bien parecían adecuados por el gameplan tampoco daban la sensación de generar mucho dinamismo. De Antonio Brown no supimos prácticamente nada desde su touchdown. Si a eso le sumamos que los drives solían empezar en mala posición de campo, en algún momento u otro todos acababan terminando lejos de la end zone. Y así no hay quien anote. Con esas perspectivas a Roethlisberger le entraron las prisas y la cosa casi que fue peor puesto que en el último cuarto, por querer forzar las cosas, lanzó dos intercepciones que no se puede decir que dieron la victoria a los Bengals pero prácticamente. Las cosas se arreglarán, en cuanto Big Ben coja el ritmo de competición no hay duda de que su rendimiento y el de todo el ataque subirá muchísimo, pero la imagen ofrecida durante este partido dista mucho de la que todos esperábamos en un partido tan importante como el que tenían enfrente.
Pero como hemos dicho al principio, no sólo fueron malos sino que además, a los Steelers, les pasaron cosas malas. Y les pasaron cosas malas no porque Big Ben no estuviera nada fino y complicara enormemente la victoria de su equipo con su juego (y más concretamente con sus intercepciones), que un poco también, sino porque el mal rendimiento global del ataque no fue ni de lejos la peor noticia que este partido dejó a los Steelers y a sus aficionades. Y es que en una carrera durante el segundo cuarto, Le’Veon Bell fue placado, la rodilla se le quedó en mala posición y se rompió el MCL. No es el ACL, no es una lesión tan grave, pero sí que es lo suficientemente seria como para dejarle fuera para lo que queda de temporada. Un duro golpe para los Steelers no sólo porque Bell sea su running back titular, que también, sino porque es uno de los mejores corredores de toda la liga. ¿Cómo no va a ser un duro golpe para cualquier equipo perder a uno de los mejores jugadores de la NFL en su posición? Esta afirmación tiene que ser completamente cierta en todos los casos, ¿no? Pues precisamente en este caso concreto no sé yo si tanto.
Por supuesto que perder a uno de tus jugadores estrella por lesión es algo malo, eso está fuera de cualquier discusión, pero pienso que el fichaje esta offseason de DeAngelo Williams va a serles muy útil de cara a que este grave percance no sea tan decisivo para el equipo. Proyectado en un inicio simplemente para cubrir los partidos que Bell estuviera sancionado a principios de temporada, Williams demostró que es un corredor muy válido mientras estuvo jugando. Sólo hay que mirar sus cifras en los dos partidos en los que Bell estuvo sancionado: en la jornada 1 ante Patriots corrió para 127 yardas en 21 intentos (algo más de 6 de promedio) mientras que en la jornada 2 ante San Francisco se quedó en 77 yardas pero a cambio consiguió 3 touchdowns. Y tampoco hay que olvidarse de que en este partido ante Cincinnati se fue a las 71 yardas en poco más de medio partido. O sea, que quizá no tiene el talento natural o las capacidades de Le’Veon Bell pero DeAngelo Williams se ha manejado bien siempre que se le ha dado el balón. Y eso supongo que es lo más importante. Pero una vez más, y repito para que no haya malinterpretaciones, que Williams haya sido un corredor más que aceptable siempre que le han dado el balón no significa que la lesión de Bell sea un hecho que podamos tomarnos a la ligera. Porque aunque a los Steelers les vaya a afectar sólo de una forma relativa, eso no implica para nada que con esa lesión no les pasara algo malo.
Así pues, visto lo visto, podríamos pensar que eso de que los Steelers vistieran como los hermanos Dalton fue una mala idea. Quizá lo fue a nivel de resultados, el partido ante los Bengals fue un desastre en muchísimos sentidos, pero quizá porque precisamente el espíritu que evoca esa camiseta, el espíritu de los hermanos Dalton, quizá debería ser al que los Steelers tienen que apelar durante lo que les queda de temporada. Y es que los hermanos Dalton, aunque sabíamos todos que capítulo tras capítulo iban a perder (en ese caso simplemente porque eran los malos) siempre tenían algún plan con el que tocar la moral al personal y complicarle la vida a Lucky Luke. Pues Pittsburgh debería hacer igual. Por mucho que seamos conscientes de que no tienen muchas papeletas para ganar demasiado en lo que queda de temporada, básicamente porque la suerte con las lesiones no les ha acompañado en absoluto y eso lastra a cualquiera (no sólo con Big Ben y Bell, jugadores menos conocidos pero igualmente importantes como Beachum, Pouncey, Tuitt o Shazier se han tenido que perder partidos por lesión y alguno de ellos incluso ya ha dicho adiós a la temporada), estoy convencido de que los Steelers van a dar muchísima guerra en todos los partidos que quedan y seguro que algún plan ingenian para poner las cosas muy complicadas a los que se supone que tienen que ganar. Ya hemos visto que lo hicieron con Cincinnati, a los que tuvieron durante mucho rato contra las cuerdas, y con esa mentalidad deben salir a jugar desde ahora hasta el final de la temporada. Y quién sabe, con esa idea en mente, quizá con suerte al final acaben ganando más de lo que pensamos. Que además, Lucky Luke nunca me cayó del todo bien, así que a ver si los del traje a rayas negras y amarillas pueden dar alguna sorpresita.