Joder, qué bien sienta ¿verdad? Levantarse por la mañana, pero no tan por la mañana, desayunar con calma y no bebiendo el café entero de un solo sorbo, ir hacia el sofá en vez de hacia el trabajo. Supongo que muchos estaréis de acuerdo conmigo porque es exactamente lo que estáis viviendo ahora mismo: qué bien sientan las vacaciones. Y es que las vacaciones no son más que eso, son un periodo de tiempo para dejar de pensar en cosas estresantes del trabajo, en el que la vida se relaja y en el que uno tiene tiempo para descansar. O dicho de otra manera, y aunque lo siento mucho por los que no, justo en el día de hoy la gran mayoría de nosotros entramos en un periodo que sirve para tocarse los huevos. Y no veáis como se agradece. Ahora bien, tener las vacaciones para tocarse los huevos es algo que se agradece mucho cuando has estado currando (y quien dice currando también dice estudiando o buscando trabajo, que son situaciones igualmente jodidas), si resulta que durante el tiempo que se suponía que estabas ocupado realmente te estabas tocando los huevos entonces es posible que estas vacaciones. Ya no sólo porque no hay mucha diferencia de descanso entre un periodo y el otro sino porque, además, es muy posible que después de las propias vacaciones ya no tengas este trabajo. Y no hace falta irse muy lejos para encontrar un claro ejemplo de esto, porque en la NFL tenemos un caso bastante obvio de una franquicia cuyos tres pilares básicos se han estado tocando los huevos desde hace ya bastante tiempo. Y que por culpa de ello, con un grado bastante alto de probabilidad, después de las vacaciones de Navidad se encuentren sin trabajo. Hablamos, claro está, de los tres pilares de los Chicago Bears: su quarterback, su entrenador y su general manager.
Empezamos por el más evidente. Jay Cutler se ha pasado la temporada tocándose los huevos. Lo he visto yo, lo habéis visto vosotros y lo ha visto cualquiera que haya seguido mínimamente a los Bears este año. Lo bueno es que si uno mira sus estadísticas puede situar a Cutler entre los quarterbacks más destacados de la liga: 66,1% de pases completados (#10 en la NFL, por delante entre otros del 64,5% de Tom Brady), 3.640 yardas de pase (#13 en la NFL, que representan por ejemplo 234 yardas más que las que lleva Tony Romo) o 28 touchdowns de pase (#10 en la NFL, 9 más que los que ha lanzado Matthew Stafford hasta la fecha). No son estadísticas superlativas pero son números muy apañados, y más viniendo de alguien que no jugó el último partido. Pero es que así de bueno es Cutler, si tocándose los huevos a dos manos ha conseguido unos registros bastante aceptables probablemente con más implicación y trabajo por su parte el equipo sería una apisonadora ofensiva. Y sí, obviamente todos estos números también son consecuencia del extraordinario supporting cast que tienen los Bears: Marshall, Jeffery y Bennett son probablemente el mejor trío de pass-catchers de toda la liga (quizá sólo Denver puede rivalizar con ellos) mientras que Matt Forte se ha convertido este año en una máquina de hacer recepciones (líder entre los corredores con 94 pases atrapados), probablemente también debido al abuso indecente que Cutler ha hecho de ese recurso. Pero al fin y al cabo todas estadísticas de pase tenían como origen a Jay Cutler. ¿Entonces cuál es el problema? Pues la primera parte del problema la vemos al mirar un poco más hacia la derecha en la tabla de estadísticas, concretamente en la columna de las intercepciones, columna en la que Cutler está como líder en solitario con un total de 18 (sí, seguimos contando que no jugó este último partido) y una estadística a la que hay que sumar los 6 fumbles que ha perdido esta temporada, y eso que ha tenido suerte en ese aspecto porque ha cometido unos cuantos más. Pero es que esta no es la parte importante del problema, muchas veces uno ya cuenta que quarterbacks como Cutler que confían demasiado en su brazo serán más propensos a forzar balones donde no hay hueco y, por lo tanto, será interceptado más veces de lo que sería deseable.
La segunda y principal parte del problema es que en vez de trabajar para mejorar esas intercepciones siempre ha dado la sensación de que a Cutler todo esto le resbalaba soberanamente. ¿Qué juego mal? Bueno, no pasa nada, mientras me metan un cheque en el bolsillo al final de cada partido a mí ya me vale. Y tanta fue la desidia mostrada por Cutler ya no sólo durante los partidos sino durante los entrenos que una «fuente anónima» de dentro del vestuario de los Bears rajó del quarterback de mala manera: que si ejecutaba mal las jugadas, si los males del juego ofensivo eran todos culpa suya, que si era incapaz de aprender de los errores y, especialmente, que era un jugador al que era imposible de entrenar porque su ego y su desgana no le permitían escuchar y aprender de lo que decían otras personas. Hasta ahí todo más o menos normal, no es lo deseable pero rumores de estos salen de vez en cuando en la prensa (especialmente cuando las cosas no van bien). Lo realmente interesante de esto es que un tiempo después se supo que el que había filtrado todo eso a la prensa era Aaron Kromer, el coordinador ofensivo del equipo. Sí sí, como lo oyen, el coordinador ofensivo de los Chicago Bears fue anónimamente a la prensa a contar lo horroroso que era el quarterback titular de su propio equipo. Para mear y no echar gota. Antes que nada, eso denota una falta de personalidad y de saber hacer las cosas extremadamente alarmante pero segundo, y este para mí es el punto más importante, ¿qué tan hasta los cojones tiene que estar un coordinador ofensivo de su quarterback para llegar al punto de hacer eso? Le debe haber explicado las cosas, dibujado esquemas, enseñado fotos, explicado otra vez, le debe haber gritado, echado bronca, abrazado, implorado, pedido de rodillas que por favor hiciera el esfuerzo de escuchar y mejorar. Pero nada. Y tal debió sido el grado de desesperación que ha recurrido al recurso de que todo el mundo supiera lo horrible que era tratar con él como jugador. Una decisión bastante lamentable, porque si era necesario decirle a la gente lo espantoso que es Cutler dentro del vestuario al menos tendría que haber dado la cara al hacerlo, pero el último cartucho para ver si la situación mejoraba. ¿Resultado? Ni tan siquiera una medida tan radical como esa modificó ni su juego, ni su actitud ni hizo que moviera un músculo de su cara de intransigencia. Penoso. En fin, que la situación al final fue tan insostenible que para la jornada del pasado domingo Cutler fue sentado en el banquillo en beneficio de Jimmy Clausen (por Jimmy Clausen eh, imaginad como está el percal) y en los Bears ya le buscan destino para el año que viene, algo que no será fácil teniendo en cuenta la renovación que firmó esta pasada offseason.
Gettin’ paid, gettin’ laid.
— NotJayCutler (@NotJayCutler) enero 2, 2014
Pero Cutler no es el único que se ha tocado los huevos en esta franquícia. Quizá no al mismo nivel pero otro que se ha tocado los huevos esta temporada es Marc Trestman, y es que el entrenador de los Bears no ha hecho absolutamente nada para revertir esta situación de vestuario tan perjudicial para el equipo. Trestman puede ser un gran estratega ofensivo, puede que tenga un gran talento para el juego de pase y puede que sea un gran desarrollador de quarterbacks, pero esta situación de Jay Cutler le ha venido muy grande. Y es que en vez de coger el toro por los cuernos, que es lo que podríamos esperar de un head coach en condiciones, simplemente cogió la vía fácil, dijo que la renovación de Cutler no fue cosa suya sino de la gerencia y se desentendió totalmente de todo el lío en el que los Bears se estaban metiendo. Se limitó a meter a Cutler ahí, dejar que el quarterback recibiera las leches como panes (probablemente merecidas eh, pero estuvo siempre solo ante el peligro) y lavarse las manos ante la inoperancia ofensiva del equipo. Una actitud bastante lamentable e impropia de alguien que ostenta un cargo tan importante dentro del equipo. No sé, por ejemplo, si tan descontentos estaban en el equipo con el rendimiento de Cutler quizá lo lógico habría sido focalizar el juego más en Matt Forte y esconder un poco a Cutler para que todas estas críticas se suavizaran un poquito. Pero va a ser que no. Si cogemos como referencia estos tres últimos partidos que los Bears perdieron antes de sentar a Cutler (en los que se gestó toda esta controversia) tenemos que Jay Cutler pasó un total de 125 veces mientras que Matt Forte recibió un total de 34 carreras. Sí sí, 125 a 34, un gameplan ideal para que Cutler pasara desapercibido y así intentar calmar las aguas. Con lo cual, no sé vosotros pero a mí con estos datos la sensación que me da es que para él era mucho más fácil tocarse los huevos e ir hacia donde le llevara el viento que no intentar coger el timón y reconducir al equipo. Ah, pero al final sentó a Cutler en favor de Clausen, con decisiones como esta tampoco podemos decir que fuera totalmente ajeno a la controversia. Bueno, quizá eso sea verdad, pero ni esa me parece una decisión para apaciguar los ánimos y las críticas ni, lo que es más importante, me parece que el timing sea el adecuado. Teniendo en cuenta que cuando se tomó esta decisión los Bears ya iban últimos en su división, no tenían ningún tipo de aspiración de llegar a Playoffs y además ya existía el rumor bastante extendido de que Trestman iba a ser despedido a final de temporada, la decisión de sentar a Cutler me parece más una decisión basada en «para lo que me queda en el convento me cago dentro» que no una decisión que realmente estuviera hecha con el objetivo de ayudar al equipo. Y ese no creo que sea el papel que un entrenador deba tomar en un problema tan importante dentro del vestuario de su equipo.
Pero claro, es complicado intentar justificar que Trestman no ha jugado bien su papel en la evolución de este equipo (especialmente del tema este de Jay Cutler), básicamente porque se ha tocado los huevos una millonésima parte de lo que lo ha hecho el general manager del equipo Phil Emery. Porque es Emery el gran responsable de esta debacle de los Chicago Bears. Primero porque él es quien ha propiciado todo el tema descrito más arriba. Sí, cuando Trestman se lavaba las manos y decía que la renovación de Cutler fue cosa de la gerencia se refería precisamente a Emery. Y no es que renovar al quarterback sea tocarse los huevos de por sí, pero sí que es escoger el camino más sencillo cuando había indicios de que podía ser un camino altamente peligroso; es sentarse en el despacho y poner los pies encima de la mesa en vez de remangarse los pantalones y bajar al barro. Y hay que decir que la de Cutler no fue una renovación cualquiera sino la que probablemente fue la peor renovación de un quarterback de todas las que se han hecho en la liga. El contrato en sí se eleva a 126 millones de dólares repartidos en 7 años con un total de 54 millones garantizados y con una estructura que impedía cortarle durante los dos primeros años por la cantidad indecente de dinero muerto que dejaba. Vamos, un contrato totalmente desproporcionado para el rendimiento que Cutler da al equipo. Pero esperad, que a lo lejos ya oigo la excusa penosa de siempre: es que es lo que hay que pagar para retener a un quarterback titular. Y con el debido respeto yo contesto a esa excusa de la siguiente forma: y una mierda así de grande. Si alguien no tenía que pagar esto para retener a un quarterback eran los Chicago Bears, básicamente porque Josh McCown tuvo que jugar durante el tiempo que Cutler estuvo lesionado en 2013. Y lo hizo bastante mejor. ¿Significa eso que McCown era el quarterback franquícia del equipo? No, ni mucho menos. Pero McCown les daba una clara opción para no pagarle a Cutler «lo que había que pagar» mientras en el equipo trabajaban en desarrollar a su futuro quarterback franquícia. Que sí, que McCown está dando pena en Tampa Bay, pero en Chicago parecía funcionar y sin embargo Emery ignoró esta opción, renovó a Cutler por esas cifras astronómicas y ahora se lo tiene que comer a pesar de que su situación en el vestuario es completamente insostenible. O quizá no porque, aunque cortarle es algo absolutamente impensable, sí que una posible solución para los Bears sería encontrar un equipo que le quisiera como parte de un trade (de manera que su contrato pasaría a manos de la franquícia receptora). Me costaría creer que alguna franquícia fuera tan pardilla de caer en eso pero no sería la primera vez que se ven cosas así de raras en esta liga. En cualquier caso, Emery le dió innecesariamente las llaves del vestuario a un tío cuyo ego y cuya mala actitud eran como mínimo sospechables y la situación le ha explotado en los morros y ahora los Bears están sin una parte importante del dinero del salary cap y sin quarterback. Maravilloso.
Aún así, ojalá lo de Cutler fuera lo único en lo que Emery se ha tocado los huevos. Hay otro asunto en el que Phil Emery se ha tocado los huevos y, queráis creerlo o no, es un tema bastante más preocupante que el de Cutler. Y es que la renovación defensiva del equipo, uno de los procesos más delicados que los Bears de estos últimos años tenían ante sí, ha sido debidamente atendida por Emery con una fabulosa tocada de huevos. No nos engañemos, Chicago siempre ha sido un equipo mucho más conocido por sus defensas que por sus ataques, todo el mundo se acuerda de la defensa de los Bears del 85 o de la defensa de la década de los 2000 liderada por Brian Urlacher, prácticamente nadie recuerda las proezas de jugadores como Jim McMahon o Rex Grossman. Así pues, teniendo en cuenta que la defensa siempre ha sido importante para esta franquícia, era necesario que la transición entre la defensa de Urlacher y una nueva defensa que rindiera a un nivel aceptable fuera tratada con gran importancia. Pues no sólo eso sino que ha sido prácticamente ninguneada, hasta el punto de que ahora mismo la defensa de los Bears es actualmente una de las peores defensas de toda la liga. Y gran parte de culpa la tiene un Phil Emery que ni ha tomado muchas decisiones en ese sentido ni parece haber acertado en la gran mayoría de las que ha tomado. O decidme, ¿qué jugadores incorporados desde 2012 véis que puedan formar parte de la defensa de los Bears del futuro? Muy pocos, la verdad, y ninguno de ellos una superestrella ni por asomo. Quizá uno pueda ser Kyle Fuller, que aunque se haya deshinchado en este segundo tramo de temporada dió muestras de ser un jugador muy válido durante las primeras semanas, Willie Young con su sorprendente campaña de 10 sacks también sería un buen candidato a formar parte de esa futura defensa, otros jugadores jóvenes como Jon Bostic podrían formar parte de esa defensa pero deberán mostrar más consistencia en su juego antes de poder decir que van a ser buenos a largo plazo con ciertas garantías de no equivocarse. Quizá si apuramos un poco podemos meter a otros rookies como Christian Jones o la pareja de defensive tackles (Ego Ferguson y Will Sutton) pero de momento me parece prematuro incluirlos. Pero aún así, si absolutamente todo saliera bien y todos los rookies acabaran funcionando estaríamos hablando de 6 titulares sin ningún jugador sobresaliente que pudiera ser la referencia de esta defensa.
No es un panorama demasiado alentador, la verdad, pero lo malo es que aún así es mucho más alentador que analizar el resto de piezas de la unidad. Y es que el resto de defensa es un auténtico desastre, un desastre que va desde veteranos ilustres que ayudan al equipo mucho menos de lo que se presuponía (casos de DJ Williams, Jared Allen o Jay Ratliff) a fichajes como Lamarr Houston, más conocidos por romperse la rodilla en celebraciones que por hacer (aquí creo que la poca brillantez del coordinador defensivo Mel Tucker también tiene que tener algo que ver), pasando por picks frustrados de draft como Shea McClellin, un jugador al que sigo pensando que draftearon con el único propósito de quitárselo a los Packers y que no ha encontrado su sitio en la defensa 4-3 de los Bears (en lo que por cierto fue la primera decisión de Phil Emery al frente de los Bears). Eso por no hablar de Chris Conte, un drama con nombre propio, un jugador al que hay que dar de comer aparte. Conte es probablemente el peor jugador titular de la NFL sin importar la posición, es un jugador malo a rabiar y su lamentable rendimiento lastra a la defensa entera. Y es que, desde su posición de safety, Conte se ha convertido en todo un experto en ver recepciones a lo lejos, rebotar contra el jugador al que pretende placar (o incluso pasar de largo alguna que otra vez) y aparecer totalmente fuera de sitio en muchas jugadas de pase. Vamos, que no hace nada bien. Y pese a sus numerosas y evidentes cantadas en cobertura y en ángulos de placaje el tío sigue jugando, entre otras cosas porque desde la gerencia el único esfuerzo que parecen haber hecho para mejorar en la posición fue el fichaje en la pasada offseason de MD Jennings, uno de los pocos jugadores que podía quitarle a Conte ese dudoso honor de ser el peor jugador de la NFL. Será que no se ven los problemas de los Bears en el puesto de safety, pero Phil Emery y compañía no han hecho absolutmente nada para solucionarlos. Totalmente incomprensible.
Pero todos estos casos concretos se pueden resumir en un solo argumento que hace que la situación sea un poco más dolorosa si cabe. Porque toda esta serie de decisiones discutibles acerca de la parcela defensiva del equipo, ¿qué es lo que provoca? Pues además de provocar que esta defensa de Chicago sea de las peores de la liga, también hace que cuando nos preguntan sobre el mejor jugador en la defensa de los Bears la gran mayoría de aficionados sigamos pensando en jugadores Lance Briggs o en Charles Tillman, jugadores que fueron muy buenos en su momento pero que ya no son lo que eran ni de lejos porque hace tiempo que el desgaste físico les está pasando factura. Triste pero cierto. En Chicago aún no han sido capaces de dejar atrás las alegrías pasadas y hacer una transición normal a una unidad rejuvenecida con un nivel digno de la historia a la que representan, se siguen agarrando a los cracks del pasado, y eso es porque ni hay un jugador que pueda representar la cara nueva de la defensa ni hay un bloque lo suficientemente competitivo para pasar página. O sea, que no sólo es que la defensa actual sea mala ni tan siquiera que además las perspectivas de futuro sean casi tan negras como el panorama actual, es que la gente sigue pensando que los únicos jugadores capaces de reflotar esta unidad son veteranos ilustres que está ya en el ocaso de sus carreras deportivas. Y si no, ¿cuántos de vosotros habéis pensado que esta defensa ganaría muchos enteros si Brian Urlacher siguiera siendo el middle linebacker titular? Pues a eso me refiero. Ese pensamiento, además de erróneo, es un tanto triste, y eso es esencialmente culpa de un Phil Emery que no se ha molestado en poner encima del campo a jugadores con el talento necesario para que la unidad siguiera siendo medianamente competitiva. Vaya, se ve que tocarse los huevos y ver como la defensa se desintegraba solita no ha funcionado, qué sorpresa.
En resumen, debido a que se han tocado los huevos durante por lo menos esta temporada (Emery de hecho lleva mucho más tiempo haciéndolo), es más que probable que este año 2014 termine con Cutler, Trestman y Emery de vacaciones. Pero no de vacaciones para descansar y tocarse los huevos sino de vacaciones de esas de irse cada uno a su casa y que ni se les ocurra volver a su antiguo trabajo en los Chicago Bears. Vamos, que la lógica dicta que les van a largar a una velocidad nunca vista. El tema es si van a encontrar otro trabajo pronto. Ya hay rumores que sitúan a Cutler en la órbita de los Tennessee Titans, en lo que parece un intento de serie B para dejar de ser Hufflepuff. Trestman probablemente pueda encontrar trabajo como coordinador ofensivo en algún equipo, básicamente porque a excepción de este último tramo de temporada el ataque de los Bears ha funcionado de forma más que decente durante su etapa como entrenador, incluso cuando el ataque estaba liderado por Josh McCown (de hecho especialmente cuando el ataque estaba liderado por McCown). Y Phil Emery… bueno, la verdad es que si yo fuera dueño de una franquicia no le contrataría ni para vestirse de mascota pero, como hemos visto ya en miles de situaciones anteriormente, la NFL es un mundo impredecible y cualquiera que haya demostrado ampliamente su inoperancia puede acabar encontrando trabajo ante el asombro de todos nosotros. Pero aunque así fuera, aunque todos ellos acabaran encontrando trabajo más pronto que tarde, de todo esto hay que sacar una moraleja muy clara: la NFL es una competición durísima en la que todo el mundo trabaja a destajo, por lo que tocarse los huevos es algo que se paga muy caro. Y ya no me estoy refiriendo sólo a estos tres , que tampoco tienen más importancia de la que tienen, sino que también puede ser algo que los Chicago Bears como franquicia también paguen muy caro. Porque este golpe puede ser muy duro y sinceramente no creo que les vaya a ser demasiado fácil recuperarse de él.