Las Navidades a la vuelta de la esquina y las viandas se empiezan a airear en los mostradores. Filetito de bistec rico y barato, señora, de pura cepa del norte de California, carne de pirata de calidad cuestionable, muy picante eso sí y peleona, se le puede «hacer bola».
Por Axel Andrés
Hace tiempo que no voy al cine. No sé si es cosa mía pero tengo la sensación de que cada día que pasa las superproducciones de Hollywood son peores y los taquillazos no consiguen llenar las salas, porque la gente no se va a gastar un pastizal en los tiempos que corren para ver según qué tostones. Recuerdo que una de las últimas películas que fui a ver fue la última de la saga de Piratas del Caribe, bastante flojilla por ponerlo de algún modo fino, o hablando en claro que se han cargado la saga intentando exprimir una naranja a la que ya no lo quedaba zumo. Y encima intentándola exprimir con un exprimidor de plástico comprado en los chinos por dos duros. Pero eso tampoco es el tema que nos interesa. Todo esto viene a que la primera película de la saga sí que me gustó bastante, Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra se llamaba. Y reflexionando un poco resulta que en la NFL existe algo muy parecido a esa película, hay un equipo con un parecido razonable a los piratas, que suelen tener muchas perlas en su equipo, que van de negro y que parecen estar malditos. Estoy hablando, como no, de los Oakland Raiders.
Pero no es una maldición que venga de este año, que va. Por razones variopintas, y no siempre relacionadas con la mala suerte, los Raiders siempre han sido privados de cosechar un éxito que en ocasiones merecían. Empezando por la Superbowl de 2002, en la que el karma les dió la que quizá sigue siendo la patada en la boca más fuerte que han recibido. Después de que Jon Gruden montara un ataque acojonante, Al Davis decidió tradearlo a los Tampa Bay Buccaneers para no pagarle un sueldo demasiado elevado. Y aunque en la temporada siguiente los Raiders consiguieron llegar a la Superbowl de la mano de Rich Gannon, fueron precisamente los Buccaneers de Gruden quienes se la llevaron de calle, en un partido en el que cuenta la leyenda que John Lynch cantaba las jugadas de ataque de Oakland antes del snap, porque en el fondo el ataque seguía siendo el que había montado Gruden y porque media defensa hasta sabía leer los audibles que cantaba Gannon. Y aunque sí que es cierto que deberían haber evolucionado como equipo, si no llegan a mantener la línea que había dibujado Gruden los Raiders nunca habrían llegado a esa Superbowl. Ahora mismo eso es lo de menos, porque lo del pasado en el pasado está, pero lo cierto es que desde ese preciso momento en que pierden la Superbowl XXXVII que la franquícia parece estar envuelta de un aura de negatividad, mal karma o como queráis llamarle, que provoca que casi todo lo que intentan para llevar la franquícia al éxito les salga como el culo. Como si la Bruja Lola les hubiera encendido un par de velas negras. Cambios de entrenador constantes, jugadores que vienen con vítola de estrella y no rinden un pijo o elecciones de draft que salen muy mal son algo habitual en los últimos años, así que la teoría de la maldición parece que se sustenta. ¿O quizá no tanto? Si analizamos con detenimiento, quizá no todo sea culpa de cantidades industriales de mala suerte…
Después de perder la Superbowl, el entonces entrenador Bill Callahan aguantó un año hasta que Al Davis lo echara por malos resultados. Aunque el equipo tuvo una mala temporada igual se merecía algo más de crédito; ese año los Raiders perdieron muchos partidos por pocos puntos y tuvieron que jugar media temporada con Rick Mirer de quarterback por problemas de lesiones. Pero lo peor no es que lo echaran, lo peor es que para sustituirle contrataron a Norv Turner. Como no podía ser de otra manera, Turner consiguió unos resultados digamos que discretos con el recientemente fichado Kerry Collins a los mandos en 2004. Pero haciendo caso omiso a las señales del universo que decían que ese no era el entrenador para los Raiders (de hecho ni para los Raiders ni para nadie), Oakland optó por intentar revitalizar el ataque fichando a Randy Moss (dando una primera ronda por él) y a un joven prometedor como LaMont Jordan, y volviendo a dejar el puesto de quarterback a Kerry Collins. A excepción de la explosión de Jordan como uno de los mejores corredores de la liga, la temporada 2005 volvió a ser muy mala y Turner fue despedido con un récord de 4-12 que pocos podrían esperar antes de empezar la temporada. Pero en 2006 la cosas fueron a peor: el equipo perdió a Charles Woodson vía agencia libre porque fueron incapaces de hacerle una oferta para retenerle, Kerry Collins se marchó a los Titans dejando a Aaron Brooks y Andrew Walter como los responsables de llevar la dirección del equipo, lógicamente el juego de pase fue un desastre con Randy Moss teniendo los peores números de su carrera y, por si fuera poco, LaMont Jordan empezó a tener problemas de lesiones que obligaron al equipo a tirar de Justin Fargas. Art Shell, que había sido contratado esa misma temporada, fue despedido después de un récord de 2-14 que almenos dejó a Oakland con el número uno del draft. Pero claro, la visión estratosférica de Al Davis en los drafts que le obliga a elegir al prospecto físico más extraordinario en vez de al mejor jugador de football, le condujo a elegir a un tal JaMarcus Russell con ese pick número uno. Podrían haber elegido a Calvin Johnson, Adrian Peterson, Joe Thomas, Patrick Willis o Darrelle Revis. Pero no sólo decidieron elegir al prospecto más por hacer que había en todo el draft board sinó que tampoco se dedicaron a hacerlo. O quizá fue él que no quiso aprender, porque las habilidades de Daunte Culpepper como quarterback ya no existían cuando le ficharon justo esa temporada, así que la lógica hace pensar que lo ficharon como mentor (de hecho ambos tenían un estilo de juego parecido). El caso es que, sea culpa de quien sea, Russell pasará a la historia como uno de los mayores draft busts de la NFL, teniendo dos años y pico penosos y siendo conocido más por ponerse como un ceporro comiendo hasta en los partidos que por algún pase de touchdown con su enorme potencia de brazo. Mientras tanto, Lane Kiffin fue despedido por negarse a ser un títere de Al Davis y su reemplazo fue Tom Cable, conocido más por pegarse con sus asistentes que no por su excelencia a la hora de dirigir al equipo. Tanto fue el desastre durante estos años en los Raiders que al final de la temporada 2009 fueron el primer equipo en la historia en encadenar siete temporadas consecutivas con almenos 11 derrotas. Da como dolor de barriga de solo pensarlo.
Estos eran los gloriosos tiempos de Gruden
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=BFxtGPXNznE&feature=fvst[/youtube]
El caso es que en la actualidad las cosas no han cambiado mucho. Después de una última temporada en la que los Raiders ganaron su división de forma aplastante sin perder un solo partido (6-0 en la AFC Oeste) pero tampoco consiguieron meterse en playoffs, Al Davis planteó el enésimo cambio de rumbo de la franquícia pese a ser los mejores resultados del equipo en mucho tiempo. Se promocionó a Hue Jackson al puesto de entrenador después de una buena campaña como coordinador ofensivo y, por primera vez en tiempo, no se contrató a ningún agente libre de renombre durante la offseason, confiando en lo que ya había en el equipo y en los jóvenes salidos del draft. Parecía que la apuesta salía bien, empezando la temporada a buen nivel y con un récord de 4-2, pero la maldición ya estaba empezando a hacer efecto en forma de lesiones. El cuerpo de receptores fue el principal afectado, porque Heyward-Bey, Louis Murphy y Jacoby Ford se han tenido que perder algún partido por lesión durante este año. Hasta aquí puede tildarse de mala suerte, incluso se puede justificar con mala suerte que se lesionara Jason Campbell en la jornada 6 (justo cuando el récord de 4-2).
Pero en vez de mantener la calma, los Raiders se empezaron a compadecer de sí mismos y entraron en modo desesperación, y volvieron a lo que eran antes. En uno de los movimientos más sonados de los últimos tiempos, los Raiders dieron la primera ronda de 2012 y como poco la segunda de 2013 por Carson Palmer; o lo que es lo mismo, vendieron hasta las joyas de la abuela para conseguir un quarterback de 31 años que llevaba un montón de tiempo sin jugar y que, la última vez que jugaba, lo hacía tirando a mal. Los Bengals aún dan volteretas por haberse quitado el muermo de encima, y además a ese precio. Y además ficharon a TJ Houshmandzadeh en plan exprés para ayudar a Palmer, como si a estas alturas de su carrera pudiera aportar más que lo que pueda aportar cualquier receptor en el practice squad. Desde entonces el récord es de 3-3, con 3 victorias por sólo una anotación y 3 derrotas muy dolorosas, especialmente esta última ante los Miami Dolphins puesto que los Raiders fueron humillados (llegaron a perder 34-0) contra un equipo que hace un mes era un claro candidato al número uno del draft. Además han visto como Darren McFadden también ha caído lesionado y como el campeonato de división, que hace poco parecía bastante encaminado, se les ha complicado por la aparición de un personaje que va camino de ser mitológico, ustedes ya saben a quien me refiero.
Pero lo peor puede estar aún por llegar. Por la tontería de comprar a Palmer a precio de oro los Raiders no sólo han dinamitado esta temporada sino que han comprometido seriamente su futuro próximo. Y es que la primera elección de Oakland en el próximo draft es la quinta ronda: dieron la primera por Palmer, gastaron la segunda en un trade en el último draft que les sirvió para draftear a Joseph Barksdale (que pese a jugar en todos los partidos siempre lo ha hecho como suplente), usaron la tercera en seleccionar a Terrelle Pryor en el draft suplementario y mandaron la cuarta a los Redskins en el trade por Jason Campbell. Probablemente es la peor gestión de draft que he visto en mucho tiempo, primero porque tres de las cuatro rondas están invertidas en la adquisición de un quarterback, mejor dicho de tres quarterbacks distintos, y segundo porque sin draft es imposible reforzar y rejuvenecer la plantilla de NFL como la competición exige. ¿Cómo van a poder reemplazar a Richard Seymour, Tommy Kelly o a otros jugadores veteranos si sólo cuentan con picks marginales que tienen como únicas expectativas ir al practice squad? Siempre se puede fichar usando más draft, pero la experiencia nos dice que esta forma de hacer las cosas no es la que conduce al éxito.
Y además, y mucho más trascendente que todo lo anterior, este año ha fallecido Al Davis, quien fue durante muchos años propietario y máximo responsable de la franquícia. Quizá no afectara directamente al juego del equipo pero la moral de los jugadores seguro que ha estado tocada y quizá aún lo esté para algunos; no en vano para la Raider Nation y para buena parte del vestuario seguro que ha sido una pérdida muy importante. Y el resto de la liga, aunque no les toque tan de cerca, seguro que para bien o para mal le están echando de menos, porque la importancia de Al Davis en la NFL era mucho mayor que la de owner de los Oakland Raiders. De todas formas, lamentar mucho la pérdida de Al Davis no tiene nada que ver con criticar su gestión deportiva en los últimos años. Los hechos son los que son y están ahí expuestos. Decidir ahora si esta racha de malas temporadas es fruto de no haber hecho bien las cosas o por el contrario de una maldición que persigue a los Raiders es únicamente cosa vuestra…
La próxima elección de draft de los Raiders será…
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=hcL75LvK2Kk[/youtube]