El Carnicero viaja hasta el sur de California esta semana donde la carne se ha puesto blandita y en su punto para ser cortada en finas lonchas. Filetitos que se pueden hacer en un buen día californiano al aire libre.
Por Axel Andrés
Muchas veces para inspirarme a la hora de hacer este artículo me pongo a escuchar el podcast de Football Speech. Que por si no lo conocéis es una tertulia radiofónica en la que varios tarados, algunos más que otros, se sientan a una mesa a charlar sobre la actualidad del fútbol americano; no sé, siempre se dicen cosas interesantes y me dan ideas a la hora de escribir mis artículos. Pero me dejo de colaboraciones transversales, también comúnmente llamado autopublicidad por la patilla, y me centro en el artículo. Por cosas del destino, por azares de la vida o por una conexión a Internet digna de uno de esos módems antidiluvianos de 56K que circulaban por este país en el siglo pasado, hoy el podcast ha tardado la vida en cargarse en el reproductor. Y esto me ha hecho pensar en lo que jode cuando algo tardar un montón en cargar, ya sea un archivo en el ordenador, la batería del móvil o el tío de la mudanza al que le cuesta acabar de cargar el camión porque prefiere jugar al Tetris con los muebles para poder trasladarlo todo en un solo viaje. O, como no podía ser de otra manera, también molesta muchísimo cuando un equipo de la NFL tarda en cargarse. No es que sea un hecho esporádico, de hecho hay un determinado equipo de la NFL al que le cuesta cargarse cada temporada pero que este año le está costando mucho más de la cuenta, y que de tanto esperar a que se cargue a sus aficionados lo que se les están cargando son las pelotas. Los amantes del humor semántico ya habréis adivinado que me estoy refiriendo a los San Diego Chargers.
Los Chargers son un equipo que tradicionalmente empieza las temporadas muy mal, o al menos nunca las empieza al nivel que se supone que tienen sus jugadores, como ese sistema operativo al que le cuesta tropocientos años arrancar. Esto lo sabrán mejor los informáticos, pero cuando el sistema operativo no carga es principalmente es debido a un procesador viejo y lento del cagarse, o un procesador que directamente que no funciona. Y el staff de los Chargers y en especial su head coach Norv Turner, es precisamente ese staff que no funciona. Pero no es que no funcione porque es malo, no funciona por incomparecencia. Porque pese a estar en la banda en todos los partidos, tiene una expresión, una actitud y una actividad más propias de un anciano que observa las obras de su barrio. Porque posiblemente los Chargers son el equipo peor entrenado desde la banda, un staff que ha sido incapaz de cambiar un ápice del playbook heredado de Marty Schottenheimer, que es incapaz de amoldarse a las características de sus propios jugadores, que también es incapaz de amoldarse a las características de un partido y que, derivado de eso, es incapaz de modificar su ya de por sí previsible gameplan para aprovechar los puntos débiles de los rivales y ajustar la defensa cuando los ataques rivales les hacen daño. El ejemplo más claro de esto es la incapacidad de los Chargers para parar las carreras de Michael Bush el pasado jueves, jugador que por cierto no debía hacer tantas yardas desde su temporada de junior en Louisville, o sea en 2005. Con lo fácil que habría sido ir sumando jugadores en el box a medida que la carrera iba haciendo más daño, pero no, el bueno de Norv parecía estar más centrado en el concierto de clavicémbalo que le ponían por los auriculares que en la acción del partido en sí, así que Michael Bush se fue a unas acojonantes 242 yardas desde scrimmage sin ni tan siquiera despeinarse.
Pero tampoco hay que dramatizar, que no es del todo culpa suya. La marcha primero de Cam Cameron y luego de Ron Rivera han hecho demasiado daño a este equipo, y han desnudado la inoperancia de un pobre Turner que no tiene más respuesta ante las críticas que la misma cara de cera que se le ve en los partidos. Con lo cual la culpa principal debería ser para AJ Smith, el general manager de la franquícia, que ha permitido que el equipo sea dirigido por gente a la que el rol le viene muy grande. Pero no es la única cosa reprochable que Smith ha hecho en su carrera. Pese a los buenos drafts que ha logrado, entre los cuales destaca el de 2004 en el que se aprovechó del caprichismo de Eli Manning para sacarle los hígados a los Giants, el tratamiento a las estrellas de su equipo a lo largo de los años ha sido penoso por ponerlo de alguna manera fina. Marty Schottenheimer, Drew Brees, Michael Turner, LaDainian Tomlinson y últimamente también Antonio Gates, han sido blanco de las críticas gratuitas de Smith, ganándose así una antipatía especial para los que apreciamos lo que estos jugadores han dado a los Chargers y creando un ambiente en el vestuario que de buen seguro no ayuda al buen rendimiento del equipo.
Pero no nos olvidemos que tanto entrenador como gerente son factores que han estado presentes durante varios años en San Diego, así que no son el factor diferencial que distingue esta temporada de las anteriores. Otros años, cuando al equipo le costaba arrancar, eran los propios jugadores quienes se echaban el equipo a las espaldas y sacaban las temporadas adelante. Procesador lento o no, otros años el sistema operativo conseguía cargarse porque tenía la suficiente fuerza como para hacerlo. Este año no. O bien la versión ha quedado obsoleta o simplemente el sistema operativo se ha cansado de luchar contra los

elementos. Y cuando digo sistema operativo me refiero obviamente a Philip Rivers. Y es que el que hace un par de años estaba considerado como uno de los mejores quarterbacks de la NFL, en 2011 está cuajando una campaña sencillamente desastrosa. A estas alturas de temporada ya ha igualado sus peores registros en fumbles perdidos (6) e intercepciones lanzadas (15), de hecho lleva más intercepciones que touchdowns (13), se está cascando el peor rating desde que es titular con los Chargers y, probablemente lo más importante de todo, su porcentaje de pases completos ha bajado un 5% respecto a temporadas anteriores. Y no solamente eso, la sensación que da es la de estar cansado de tener que hacerlo todo él. La sensación de saber que no puede contar con el backfield porque en vez de Tomlinson y Sproles ahora tiene a Mathews y Tolbert (que pese a ser jugadores decentes no le llegan ni a la suela del zapato a lo que los Chargers tenían antes), que no puede contar con receptores porque entre jugadores lesionados (algunos de ellos de forma crónica), jugadores malos y jugadores que no se enteran ni de que les pasan el balón la cosa está muy jodida, y que tampoco puede contar con la línea porque este año hace aguas por todas partes. De hecho, para demostrar este último punto no hay más que ver como Kamerion Wimbley se cascó 4 sacks en este último partido, obviamente influenciado por la lesión del tackle titular Marcus McNeill, pero también por la ineficacia de su sustituto Brandyn Dombrowski y, volviendo a lo que decíamos antes, a la incapacidad de Norv Turner para ajustar una deficiencia del equipo que tan sólo requería poner un tight end o un corredor extra para ayudar al tackle inexperto. Solo contra el mundo Rivers ha aguantado un par de temporadas, a la tercera ya no ha podido hacerlo. Y aunque no sabemos si ha sido por cansancio o por desgana no se le puede culpar por ello.
Pero es que a todo esto aún hay que sumarle la última parte de la ecuación; si al sistema operativo le está costando la vida arrancar, las cosas no le van mejor al antivirus. La defensa sigue teniendo ese mal endémico de no poder parar la carrera (#24 en la NFL), algo de lo que adolece la unidad desde el declive de Jamal Williams, y algo que se demostró con la ya mencionada actuación de Michael Bush el pasado jueves. Aunque el problema grave de esta defensa está claramente en el puesto de linebacker, ya que en los puestos interiores ninguno de los fichajes semidesconocidos que el equipo va haciendo ha dado el resultado esperado (citando a Stephen Cooper y Donald Butler como los más famosos, pero el ramillete es extenso y casi nunca afortunado), mientras que en los puestos exteriores hay una falta clara de pass-rush acentuada aún más por la baja por lesión de Shaun Phillips. Aunque para ser totalmente justos, hablar de la falta de pass-rush provoca pensar inmediatamente en el fiasco de Larry English como primera ronda de draft, jugador que ha pasado de ser el sucesor de Shawne Merriman a ser el segundo mayor draft bust de la franquícia (sólo superado por el archifamoso Ryan Leaf), así que almenos no es un tema al cual no se le haya dedicado recursos para solucionarlo, por si sirve como consuelo.
En cualquier caso, pese a tener todos estos problemas todos sabemos que en el seno de los Chargers hay mucho jugador con talento. Ya han remontado en la parte final de la temporada en otros años, y no tienen una división excesivamente complicada, así que la lógica dictaría que la posibilidad de que lo vuelvan a hacer existe. Pero se les acaba el tiempo, así que ya le pueden dar al botoncito del turbo y esperar que el ordenador reaccione. O por otra parte, pueden seguir como hasta ahora y esperar a que salga la típica pantallita azul con un error fatal. Y que no les quede otra que reiniciar el equipo.