La de quarterback es una posición muy especial en los equipos de football. Es, sin duda, el jugador más importante del ataque, el que mejor sabe leer las defensas o los propios partidos y, normalmente, la extensión del head coach dentro del campo. Quizá por eso es también una posición que requiere de mucha confianza en uno mismo y fortaleza mental para sobreponerse a los errores con lo cual, probablemente relacionado con eso, es una posición en la que no hay ningún tipo de rotación. Si el quarterback titular está lo suficientemente bien a nivel de lesiones o de rendimiento pues juega y punto, no hay cansancios ni emparejamientos ni excusas baratas que valgan. ¿Pero qué pasa cuando el quarterback titular no está lo suficientemente bien como para jugar? Uno puede pensar que se derrumba el mundo si el jugador más importante del equipo no juega, pero en plantilla debería haber alguien ahí en el fondo del banquillo que, aunque probablemente sea peor que ese gran quarterback al que tanto se echa de menos, pueda dar un nivel aceptable como líder del ataque. Se trata del quarterback suplente: un tipo de jugador olvidado por muchos pero un tipo de jugador que tiene que estar ahí para dar esperanza a un equipo cuando se le necesita. Cuando la tragedia llega a un equipo de NFL en forma de lesión del quarterback ahí tiene que haber un Jim Sorgi, un Doug Pederson o un Ty Detmer que salga al campo y haga lo imposible: hacer que la baja del quarterback se note lo menos posible. Por desgracia, esta temporada hemos visto como varios equipos han tenido que gestionar esta situación puesto que no han sido pocos los quarterbacks que han caído lesionados, pero la verdad es que analizándolos casos uno a uno nos encontramos con casos totalmente dispares a la hora del éxito cosechado.
El caso más llamativo es sin duda es el de los Green Bay Packers. Como sabréis, Aaron Rodgers cayó lesionado en el partido contra los Bears de la jornada 9 y no ha podido jugar desde entonces. El hecatombe más absoluto. Los Packers no tenían un quarterback suplente de garantías. Sí, salió a jugar Seneca Wallace pero no era un quarterback suplente fiable en absoluto. Y tampoco por su culpa, sino más bien por culpa de las decisiones lamentables del front office a principio de temporada. Recapitulemos. ¿Sabéis cuantos quarterbacks no llamados Aaron Rodgers jugaron con los Packers durante la pretemporada? Fueron tres: Graham Harrell, Vince Young y BJ Coleman. Entre el 24 de agosto y el 2 de septiembre los cortaron a todos. Por obra y gracia de Ted Thompson, los Packers se quedaron sin ningún quarterback suplente que hubiera trabajado durante la pretemporada con ellos. Olé sus huevos. Se ficha a Seneca Wallace, se ficha a un chaval que acaban de cortar los Niners y todo queda un poco escondido porque en el fondo esto del quarterback suplente no le importa a nadie cuando el titular es Rodgers. Total, que no pasa nada… hasta que pasa. Aaron Rodgers se lesiona y de repente todas las deficiencias aparecen. Seneca Wallace juega un partido mediocre (por decirlo finamente) y los Packers pierden contra los Bears un partido divisional muy importante para sus aspiraciones de playoff. Y en el siguiente partido, Wallace se lesiona y tiene que salir Scott Tolzien, ese tío desconocido por muchos que se fichó entre el último partido de pretemporada y la primera jornada. Tolzien, un jugador inexperto (un total de cero snaps en la NFL hasta ese momento), combina buenos momentos con errores de bulto. Normal, aunque sea un tenga latente un talento de superclase no deja de ser un rookie que ni tan siquiera hizo la pretemporada con el equipo, y aunque puede hacer jugadas brillantes e mover al equipo con facilidad en momentos determinados, cuando la cague (que lo hará) puede que la cague mucho. Y eso pasó. Un pick-six a Jason Pierre-Paul costó a Green Bay la oportunidad de ganar ante los Giants y a la gerencia se le hincharon los cojones, una gerencia que no quiso ser paciente con el chaval porque la temporada les iba en ello. Casualidades de la vida andaba como agente libre Matt Flynn, un jugador drafteado inicialmente por los Packers que se ganó un estatus importante gracias a tres actuaciones esporádicas que hizo repartidas en cuatro temporadas, que firmó un buen contrato como agente libre y que luego ha sido probablemente el jugador más decepcionante de la NFL, no sólo no ha conseguido jugar bien sino que ha ido perdiendo todas las batallas por la titularidad que ha disputado, siendo la más reciente en Buffalo contra Jeff Tuel y Thad Lewis. Pues nada, aunque las credenciales parecen un horror, dicen que el chico conoce el sistema así que vamos a ficharlo. Un parche encima de otro parche que a su vez ya estaba encima del primer parche que se puso. Una planificación como para ponerse a llorar desconsoladamente.
De todas formas, viendo los resultados obtenidos parece que el parche de Flynn ha resultado ser el adecuado puesto que con él los Packers han conseguido ganar dos partidos y medio (remontó hasta el empate contra Minnesota) de los últimos cuatro. Pero claro, este rendimiento adecuado según los resultados es obviando el partido vergonzoso contra los Lions en Thanksgiving en el que Green Bay consiguió un total de 7 primeros downs en todo el partido, es obviando que esos buenos resultados han llegado contra los defensas #25 (Atlanta), #30 (Minnesota) y #32 (Dallas) de la liga en yardas de pase encajadas por partido y, además, es también obviando que en todas esas buenas actuaciones el factor psicológico ha sido muy importante. O reformulando este último punto, Flynn ha sido únicamente capaz de jugar bien cuando tenía el marcador muy en contra y tenía que remontar, el resto de tiempo se ha mostrado como un quarterback francamente malo. En este sentido me recuerda bastante a un quarterback que llevaba el número #15 en los Broncos no hace demasiado, un quarterback que tenía ese mismo halo de invencibilidad cuando las cosas pintaban mal pero que era crucificado porque era malo hasta decir basta. Precisamente por esto no quiero crucificar a Matt Flynn, un jugador que es cierto que está teniendo momentos increíblemente terribles pero que ahora mismo está haciendo lo que puede y que está sacando algunos partidos adelante aunque sea gracias a la alineación de 50 planetas y a los rezos compulsivos al Papa de los Packers por parte de todos sus aficionados. Y sí, quizá con una pretemporada por el medio Flynn sea un muy buen backup que muestra un nivel más regular que el que muestra ahora, o igual Tolzien con un training camp a sus espaldas es capaz de corregir errores y convertirse en un buen suplente, eso ya lo veremos. Pero lo que es totalmente inaceptable es que en Green Bay se tomaran a risa la situación del segundo quarterback en esta última offseason porque, aunque sustituir a Aaron Rodgers es pretender hacer lo imposible, especialmente porque si los Packers tuvieran a un suplente de la talla de Rodgers no querría ni ser suplente ni cobrar como un suplente, no es tan imposible tener una mejor planificación para cuando las cosas se tuercen de esta manera. De hecho, estoy convencido de que si se llega a lesionar cualquier otro quarterback de los mejores de la liga en vez de Rodgers (Manning, Brady o Brees por poner algunos ejemplos), quizá el salto de calidad habría existido igual, pero el equipo en cuestión habría tenido preparado un plan mejor que ir poniendo quarterbacks poco rodados o incluso recién fichados uno detrás de otro a ver si con alguno de ellos suena la flauta.
Pero por suerte parece que este es el único caso en el que la situación de tener que sacar a un segundo quarterback ha sido llevada de forma lamentable. Y para desgracia de los fans de los Packers no hace falta mirar mucho más allá de su misma división, porque los Chicago Bears son probablemente el equipo que mejores resultados ha obtenido de su quarterback suplente. Recapitulemos aquí también. Jay Cutler se lesiona en la jornada 7 ante los Redskins y Josh McCown tiene que salir al campo, vuelve para jugar en la semana 10 pero se vuelve a lesionar en ese mismo partido y el equipo tiene que volver a tirar de McCown. A muchos ya os sonará el nombre de este suplente, es un quarterback veterano que nunca ha hecho nada del otro mundo, pero que lleva ya muchos años en la liga, que hace tres años que está con el equipo y que ha tenido exactamente el mismo tiempo que el resto de jugadores para asimilar el nuevo sistema de ataque del nuevo entrenador Marc Trestman. Aparentemente hay un salto de calidad importante entre Cutler y McCown pero la realidad mostró que el suplente jugó al mismo nivel que el titular. O incluso mejor. Y es que los números no engañan en este sentido, antes del partido ante los Browns de este pasado domingo Cutler era inferior a McCown en porcentaje de pases completados (63.0% contra 66.8%) y en ratio de TD/INT (13/8 contra 13/1). Sí, este último dato es correcto, McCown sólo lanzó una intercepción mientras Cutler estuvo lesionado. Así pues, en Chicago no sólo no lograron hacer lo imposible y hacer que la baja de su quarterback no se notara, sino que además consiguieron un mejor rendimiento desde la posición. Pero eso, aunque parece bueno, puede traer sus problemas.
Trestman tenía ante sí un dilema al enfrentarse este domingo contra los Browns con los dos quarterbacks sanos. ¿Hay que poner al titular porque es el titular o hay que seguir con el suplente porque está jugando mejor? No hubo tal dilema. Desde el primer momento Trestman dijo que Cutler era el titular y que iba a jugar sí o sí, ante el estupor de la gente. Un estupor que se acentuó cuando Cutler tiró dos intercepciones antes del descanso (el doble que McCown en los siete partidos que jugó). Finalmente el equipo logró ganar el partido con un Cutler especialmente inspirado en el último cuarto pero es inevitable que el debate siga abierto. Aparentemente no hay muchas razones que indiquen que Cutler deba ser quien juegue y McCown deba ser quien se siente en el banco de aquí a final de temporada, pero parece ser que será así porque Trestman así lo ha decidido. Una de ellas quizá sea porque es un jugador respetado dentro del vestuario y hay que ponerle para mantener un buen ambiente, o quizá porque Trestman piensa que Cutler es mejor y que a McCown tarde o temprano le pillarán el truco o quizá incluso porque Brandon Marshall pide a Cutler porque se siente mucho más protagonista cuando es él quien le lanza los pases (y tendría razón, Marshall tiene más targets cuando Cutler es el quarterback y de hecho las dos intercepciones contra Cleveland fueron por querer forzar balones a Marshall). Eso no lo sabremos nunca porque no estamos dentro del vesutario de los Bears, pero las estadísticas y las sensaciones dicen que la decisión no es la mejor posible. Ahora bien, lo que sí que sabemos es que juegue quien juegue en el puesto de quarterback los Bears tendrán un ataque muy bueno capaz de anotar en cualquier drive, y que si no han ganado más partidos esta temporada no es por la lesión del quarterback (que se supone que es el jugador más importante del equipo) sino por un rendimiento defensivo más bajo de lo habitual, probablemente condicionado por las lesiones de jugadores más importantes para ellos como Lance Briggs, Charles Tillman o Henry Melton.
Estos dos quizá son los ejemplos más claros de como gestionar la situación del quarterback suplente, pero no son los únicos. Otros que lo están haciendo muy bien son unos Rams que, con Kellen Clemens a la cabeza, han ganado 3 de los últimos 5 partidos ante rivales como Indianapolis o New Orleans y han hecho olvidar a muchos que un número uno del draft como Sam Bradford era su quarterback titular a principio de temporada. Como también están haciendo un gran trabajo los Tennessee Titans, un equipo que a pesar de no tener un gran récord ha demostrado ser perfectamente capaz de sustituir a Jake Locker con un jugador de un nivel parecido cuando éste último cayó lesionado. Por no hablar del caso de Michael Vick y Nick Foles en Philadelphia, una situación que ha tenido sus altibajos pero que parece haberse resuelto de la mejor manera posible. Gracias a todos estos equipos y a alguno más que seguro que me dejo, hemos visto que en la NFL es posible hacer lo imposible, es posible sustituir al quarterback sin que se note demasiado. Y aunque es cierto que sustituir a Aaron Rodgers es mucho más imposible que sustituir a cualquiera de los otros quarterbacks mencionados, haber previsto la situación y tener un plan para ello siempre ayuda a que las cosas sean un poco más fáciles.