A lo largo de las últimas semanas hemos ido viendo como las primeras jornadas de la NFL son muy peligrosas. Son peligrosas en el sentido de qque e intuyen favoritos, equipos que pelearán por el número uno del draft, dinámicas o simplemente hay pequeños detalles que nos hacen creer en determinados equipos, y la tentación de hacer pronósticos es demasiado grande como para dejarla pasar. Es por ello que a principios de temporada un porcentaje muy elevado de aficionados de la NFL apostaba con mucha seguridad por una Superbowl disputada por Denver Broncos y por Seattle Seahawks. Los primeros ya vimos que, aunque siguen siendo uno de los favoritos, su presencia en el gran partido de la temporada no es algo tan seguro como parecía hace unos meses. Ahora es el turno del otro equipo implicado. Y es que últimamente los Seattle Seahawks están siendo los protagonistas del otro sorpresón de la temporada.
No hay que ir muy lejos para confirmar este extremo. El simple hecho de que este fin de semana, jugando en casa, tuvieran que remontar 21 puntos (récord histórico de remontada de la franquicia) para acabar ganando el partido en la prórroga ante unos Tampa Bay Buccaneers que aún no han cosechado su primera victoria de la temporada dice más bien poco acerca de un equipo que sobre el papel tenía que haber arrollado a su rival. Y no es precisamente que los Seahawks no tengan potencial para ser un equipo arrollador. Tienen un juego de carrera imponente, un quarterback móvil que es igual de eficiente pasando que corriendo y una defensa que da auténtico miedo en todas sus unidades, una combinación de jugadores que les convierte sin lugar a duda en el equipo más completo de la NFL. De hecho tanto es así que, echando la vista atrás al último draft, teníamos a unos Seahawks a los que no sabíamos muy bien qué necesidad asignarles porque aparentemente no les faltaba de nada. Y de hecho, la segunda ronda (su primer pick tras usar la primera ronda en comprar a Percy Harvin) fue usada en Christine Michael, un running back que ahora mismo es tercero en el depth chart y que lleva un total de 9 intentos de carrera en toda la temporada. Vamos, que se permitieron el lujo de usar su primera selección en un reemplazo de Marshawn Lynch a bastante largo plazo. Entonces, si son un equipo completo que no necesitaba nada, ¿cómo es que este fin de semana fueron un equipo que no sólo no fue capaz de arrollar a un rival aparentemente muy inferior sino que además fue claramente superado en algunas fases del partido? Pues porque se juntaron varios factores.
El primer grupo de factores entrarían dentro un mismo conjunto, fueron simplemente factores aislados que se sucedieron en este partido en concreto. Como por ejemplo que los Tampa Bay Buccaneers fueron conscientes de que usando un ataque tradicional sería complicado hacerle daño a los Seahawks así que optaron por buscar el factor sorpresa, factor que encontraron en el touchdown que el RB Mike James lanzó al TE Tom Crabtree y que casi encontraron también en un onside kick sorpresa que si no recuperaron fue por un offside señalizado a Mike Adams, el jugador que recuperó el balón. Otro factor determinante en esa primera parte en la que los Seahawks encajaron 21 puntos de manera consecutiva fue el gran acierto los Buccaneers en los terceros downs, algo para nada habitual en una defensa tan férrea como la de Seattle, y algo que puede indicarnos o que su defensa no estaba inspirada, o que Glennon y compañía estuvieron muy entonados o, simplemente, que los Buccaneers tuvieron suerte. Y viendo la cantidad de jugadas rotas en las que Glennon escapó milagrosamente de la presión y completó pases, o como los Bucs casi pierden el balón al recibir un punt, o como Michael Koenen recuperó un fumble en un retorno de kickoff o simplemente lo bien que funcionó el trick play del tercer touchdown, podríamos reducir lo que pasó en la primera parte del Bucs-Seahawks a una cuestión de suerte.
Pero no hay que engañar a nadie, el hecho de que los Seahawks ya tuvieran graves problemas para ganar el partido ante los Rams de la semana pasada (en el que cosecharon la victoria en un extraordinario goal-line stand) demuestra que Seattle tiene problemas relativamente graves como para simplemente achacarlo todo a la suerte. Y es ahí donde entramos en el grupo de factores que incumben exclusivamente a los Seattle Seahawks. Como he dicho al principio, los Seahawks aparentemente tenían un gran equipo que podía aspirar a todo a principio de temporada y así lo reflejaban sus pocas necesidades de cara al draft del año pasado. Quizá tenían un pequeño fallo, eran un tanto débiles en la defensa contra la carrera y con la intención de solucionar eso draftearon a Jordan Hill y ficharon a Tony McDaniel. Nada, los problemas para defender el juego terrestre siguen existiendo (son los #19 en la NFL en yardas de carrera encajadas por partido con 116.2) y se vieron muy expuestos en este último partido en el que los Bucs dominaron el centro de la línea y permitieron a Mike James correr para 158 yardas. Pero para ser sinceros, creo que este no es el principal problema de los Seahawks, pienso que lo que les está llevando a caerse de la terna de favoritos para representar a la NFC en la Superbowl es haberse tenido que enfrentar al peor rival que existe en la NFL: las lesiones. Y es que a los Seahawks se les han acumulado varias lesiones que han afectado de forma bastante importante a su juego de ataque, y más especialmente a su juego de pase. A pesar de haber sido etiquetado como un quarterback de read-option Russell Wilson sabe pasar, lo demostró ampliamente en el tramo final de la pasada temporada, pero la verdad es que su rendimiento en este aspecto del juego no está al mismo nivel que el del año pasado. ¿Es su culpa? Pues sinceramente no me atrevo a echarle las culpas. Y ya no sólo porque tenga pocos receptores sanos realmente fiables (Percy Harvin aún no ha debutado y Sidney Rice se lesionó recientemente para toda la temporada), que también, sino porque los Seahawks han acumulado varias lesiones en la línea de ataque que han impedido que Wilson pueda pasar tranquilo. De hecho, si miramos sus estadísticas vemos que tiene un porcentaje de completos inferior al del año pasado (64.1% en 2012, 62.3% en 2013) y va camino de lanzar más intercepciones (6 a estas alturas de temporada, el año pasado lanzó 10 en toda la temporada), pero por el contrario también podemos ver que sus estadísticas de carrera han mejorado (489 yardas en 2012, 375 en lo que llevamos de 2013). Pero no porque haya habido muchas más jugadas diseñadas para que él ganara yardas corriendo, sino más bien porque las lesiones de Russell Okung, Breno Giacomini y Max Unger entre otros han impedido que los Seahawks junten a una línea capaz de proteger a Wilson y le ha obligado a salir corriendo del pocket para no encajar sacks a un ritmo alarmante.
Así pues, pese a que no son los jugadores más famosos de los equipos, tener una buena línea ofensiva es básico para que un ataque funcione. Y a pesar de que es debido a lesiones, que en el fondo no dejan de ser situaciones imprevisibles a principio de temporada, ahora mismo los Seattle Seahawks no tienen una línea ofensiva lo suficientemente buena como para llevarles a la Superbowl. La buena noticia es que ninguno de los lesionados está descartado para lo que queda de temporada. Que nadie se preocupe, las esperanzas de Superbowl para los Seahawks aún están muy vivas. Pero la realidad es que ahora mismo Seattle tiene un pequeño problema. Hasta que no recuperen lesionados en la línea de ataque lo pueden pasar bastante mal en todos y cada uno de los partidos que jueguen. Y teniendo en cuenta que los 49ers están a tan sólo un partido de distancia y aún hay que jugar el enfrentamiento divisional en San Francisco, no es para nada descartable que acaben metiéndose en playoffs por wildcard. Y eso les impediría jugar los partidos más decisivos del año en el CenturyLink Field, uno de los campos más determinantes de la NFL y una de sus grandes bazas como equipo.
Por otra parte, tengo que decir que pienso que los Seahawks son la mejor baza que tiene la NFC para derrotar a los Broncos (en el caso de que se cumplan los pronósticos de una hipotética Superbowl), puesto que su secundaria física y agresiva puede ser un gran enemigo para el juego de yardas después de la recepción de Manning y compañía. Por cierto, en este sentido, me gustaría desde aquí recomendar la lectura de este fenomenal artículo de Rubén Ibeas en el blog de Zona Roja, un artículo donde se explican al detalle las características de esta gran defensa de los Seahawks y que creo que no os podéis perder. Pero ya hemos dicho que los problemas de Seattle no están en la defensa contra el pase, y para que Seattle dispute esa hipotética Superbowl en la que su enfrentamiento contra Denver les podría ser favorable primero tendrá que llegar hasta ella ganando a muchos otros equipos. Y, pese a que si no juegan la Superbowl sería otro gran sorpresón puesto que son el equipo más completo de la NFL, ya hemos visto que el camino no les será nada fácil.