30 de enero de 2000, Super Bowl XXXIV entre los St Louis Rams y los Tennessee Titans. En la cima del mercado de Internet, la burbuja del puntocom estalló en pleno partido por el campeón de la NFL.
Diecinueve compañías de Internet, las startups de la época, gastaron una media de $2,2 millones cada una en anuncios de televisión de 30 segundos, haciendo un total de $44 millones. Apenas dos startups se habían anunciado durante ‘el gran partido’ el año anterior, pero en la llamada «Dot-Com Bowl», estas compañías con planes de negocio semicrudos, ejecutivos senior de 21 años, precios de las acciones en bolsa que desafíaban la gravedad y tecnologías revolucionarias, apostaron por derrochar en el mercado publicitario más caro posible para llegar a las mentes de los estadounidenses.
De las 19 startups que se anunciaron en la Dot-Com Bowl, 8 desaparecieron a los pocos meses
Ocho de esas startups no eixten hoy en día, la mayoría no pasó de un año o dos en desaparecer o ser absorbida, ni una de ellas consiguió subir el precio de sus acciones en los días, semanas y meses consecuentes y, a día de hoy, solo una se ha vuelto a anunciar en la Super Bowl, E-Trade.
Aquella barbarie de codicia que duró de 1997 a 2001 y tuvo su cénit en la Super Bowl, queda reflejada en el testimonio de Mike Ford, uno de los fundadores de aquellas startups que se anunciaron en la Dot-Com Bowl, Computer.com: «Había un mundo de Internet ahí fuera, éramos como estrellas del rock, la gente nos pedía autógrafos y los firmábamos en tarjetas de visita, cosas como esas…». El otro confundador de la startup, Mike Zapolin, levantó $7 millones de financiación para empezar la compañía y se gastó la mitad en un anuncio de la Super Bowl: «Nos dieron el dinero en noviembre y teníamos seis semanas para producir una campaña con una agencia publicitaria, mientras Doritos y Mountain Dew llevaban once meses trabajando en ello.»
La escasa preparación de las campañas y los aires de «sobrado» de sus fundadores se reflejaron también en la calidad de los anuncios, por muchos calificados los peores de la historia. Chimpancés bailando La Cucaracha, calcetines parlanchines, compañías declarando que su anuncio era «el peor de la historia» (sí, eso costó $2 millones) o monstruos de papel. La mayoría de los televidentes se quedaron con vagas memorias de lo que vendían aquellas empresas tecnológicas y con más claros recuerdos de la estupidez de los anuncios.
La bahía de San Francisco, cuna de esas burbujas
No es un secreto que la zona de la bahía de San Francisco, Silicon Valley en particular, sigue siendo un área muy favorable para el desarrollo de las startups en esta segunda gran era del negocio online. Es un tema lo abordé en el ensayo y reportaje El Derrumbe Existencial de San Francisco, publicado en la revista Yorokobu y vendido en varias librerías de Madrid, Barcelona y Berlín: las consecuencias económicas, sociales y culturales de este salvaje desarrollo económico se traducen en grandes desigualdades sociales y pérdida de identidad de la ciudad.
Existe otra Super Bowl que es la de los ciudadanos de San Francisco que ven al gobierno local invertir grandes sumas de dinero en todo lo que rodea al partido, mientras ellos son desplazados de sus barrios de toda la vida por las desigualdades económicas
En una época con otro cénit de las startups y la Super Bowl visitando la zona de la Bahía de San Francisco, muchos residentes de la zona han protestado con la llegada del gran evento de la NFL respondiendo a la naturaleza activista que tienen los genes sanfranciscans. Por un lado indigna la gran cantidad de dinero que se está empleando en todo lo que conlleva la Super Bowl mientras gran parte de la población de la Bahía se está mudando de forma forzada de sus barrios de toda la vida por la ola de gentrificación. Por otro, la escalada de violencia de la policía local que varias comunidades denuncian reflejada en las sospechosas muertes de Mario Woods y Alex Nieto los pasados meses.