Los actuales defensores del campeonato nacional, Alabama Crimson Tide, se han ganado a pulso durante los últimos años el cartel de “el rival a batir” en el mundo del college football. Alabama ha ganado dos de los últimos tres BCS National Championships y, desde 2007, ninguna otra defensa ha concedido menos puntos o yardas que la Crimson Tide, una unidad que en los últimos cinco años ha ayudado a su equipo a no perder más que 12 partidos en la potente Conferencia SEC, con 6 de esas derrotas produciéndose en 2007. En todas esas temporadas, el denominador común se llama Nick Saban, entrenador que tomaría las riendas de Alabama de las manos de Mike Shula para darle la vuelta al programa y convertirlo en el más exitoso y galardonado del football universitario, después de una etapa como entrenador de LSU (donde lograría su primer National Championship) y otra en la NFL.
En un deporte de constante cambio y evolución como el que nos ocupa, es muy probable que no haya nadie que lo haya impactado tanto como Nick Saban, especialmente en la SEC. El éxito de la Alabama de Saban, sin embargo, no se ha dado de un día para otro, ni ha aparecido por arte de magia, pero como en toda construcción, los fundamentos se empiezan colocando desde abajo, y es que para Saban absolutamente todo empieza por el proceso de recruiting. Es posible que en Tuscaloosa no dispongan de las pantallas y marcadores más grandes, ni las mejores residencias, instalaciones o vestuarios, pero al final siempre nos encontramos con la misma pregunta. ¿Por qué todo jugador de instituto hoy en día quiere jugar en Alabama? La respuesta no se encuentra en ninguna fórmula matemática, y es que es tan sólo producto del infalible “Método Saban”:
El proceso es la base
Un día de recruiting empieza con Saban y sus asistentes haciendo llamadas, escribiendo cartas y discutiendo a cerca de los mejores prospectos del país; para Saban la información y datos de los jugadores es algo fundamental, y determinará si el prospecto se adapta al molde de jugadores que él busca para sus equipos. La estricta prohibición por parte de la NCAA de llevar a cabo pruebas físicas con sus jugadores, como saltos verticales o el conocido “40-yard dash” hace más difícil la recogida de información, y ese es el motivo por el que Saban y sus asistentes animan a los jugadores a hacer atletismo como segundo deporte en el instituto.
Una vez conocido el informe físico de un jugador, los asistentes hablan con familiares, amigos y conocidos suyos, con el objetivo de conocer su vida y determinar si está mentalmente preparado para ser un Crimson Tide. Los actuales jugadores de Saban juegan un papel importante cuando alguno de los prospectos visita la universidad, y es que una buena o mala impresión a él o a sus familiares acompañantes puede decantar su decisión hacia un lado o hacia otro. Todo está en los detalles.
Nick Saban utiliza además la tecnología como forma de comunicarse con sus prospectos, con muchos de los cuales ya hablaba a través de vídeo-conferencias varios años atrás. En cualquier momento de dichas conversaciones seguro que los jugadores escuchan las palabras mágicas que cualquiera desearía oír: un título de la SEC, dos Campeonatos Nacionales, 18 jugadores elegidos en el primer equipo All-American del país, 24 jugadores elegidos en el Draft de la NFL (11 de ellos en primera ronda)… y todo ello desde 2008. La posibilidad de convertirse en el nuevo Rolando McClain, Julio Jones o Trent Richardson debería despejar toda duda para cualquier jugador.
Football y estudios en Alabama
A veces cuando se trata de college football olvidamos la que debería ser la parte esencial en la elección de una universidad por parte del recién graduado de instituto: su futura educación. Para muchos jugadores y especialmente sus familiares la parte académica juega un papel muy importante en dicho proceso de selección, y ese es el motivo por el que muchos entrenadores en la NCAA ponen especial atención en los estudios de sus atletas.
En ese aspecto Nick Saban tampoco tiene ningún problema en Alabama: informes puramente estadísticos recogidos por “NCAA Graduation Success Rates” indican que el 69% de los jugadores del equipo de football matriculados desde 2004 completaron exitosamente sus estudios consiguiendo el graduado de la universidad, 4º mejor porcentaje en la SEC. En general, la Universidad de Alabama gradúa al 82% de sus atletas estudiantes, un porcentaje que les coloca como el 3º mejor en la SEC, tan sólo por detrás de Vanderbilt (92%) y Florida (83%).
Además, de la Universidad de Alabama han salido un total de 61 Academic All-Americans, reconocidos por su excelencia en las clases por encima del terreno de juego. En ese apartado tan sólo Nebraska, Notre Dame, Penn State y Stanford pueden presumir de mayores cifras en todo el país, algo que constituye un añadido a la hora de reclutar a jugadores y sus familias por parte de Saban y sus asistentes.
Ajustándose al molde
Una de las principales razones por las que la Alabama de Saban no dejan de sorprender año a año es por la gran profundidad que han demostrado tener en cada posición donde, pese a perder numerosas piezas importantes cada temporada, tanto en ataque como en defensa, siempre alguien ocupa el puesto vacante y hace olvidar por completo a quien lo ocupaba tan sólo unos meses atrás, por mucha experiencia y talento que tuviera. A la hora de reclutar y entrenar, Saban no tan sólo construye el mejor equipo posible para el presente, sino que con el mismo énfasis se encarga de encontrar la mayor profundidad en cada posición para el futuro, de manera que cuando un ganador del Heisman como Mark Ingram decide dejar la universidad un año antes para entrar a la NFL, siempre haya un Trent Richardson que pueda remplazarle con garantías, y a la vez siempre habrá un Eddie Lacy o un T.J Yeldon esperando su oportunidad.
Se trata de un ciclo virtuoso hasta el momento ilimitado, en el que cada jugador, aprendiendo de los mejores entrenadores y de los mejores jugadores, están preparados para convertirse en las estrellas del equipo una vez les llegue su turno. Esto, en parte, está muy facilitado debido al estilo de jugadores a los que Saban va a buscar, los cuales siguen un molde para cada posición que hace que sea mucho más fácil su ajuste a lo que se espera de ellos y a su preparación. Siguiendo el ejemplo anterior de los runningbacks, todos ellos siguen el molde de corredores poderosos sin tener una excesiva velocidad punta, además de presentar unas características físicas similares (entre 1,80 y 1,90 metros de altura y entre 95 y 105 kilos de peso). Lo mismo pasa en el caso de linebackers, defensive backs y, mayoritariamente, en cada una de las demás posiciones.
Saban y la NFL
Lo que hace a Saban un head coach tan característico y particular, además, es como maneja la relación entre su programa y la liga profesional, la NFL. Para Saban, la oportunidad para muchos de sus jugadores de acabar en la NFL se ha de ver como una realidad, por eso, a diferencia de muchos entrenadores de NCAA, el conseguir convertir a sus jugadores en profesionales está entre sus objetivos. En vez de poner trabas y dificultades a scouts de la NFL, él les abre las puertas de par en par, cualquier día y hora. El pasado de Saban en la NFL, como coordinador defensivo de los Browns de Bellichick en los 90 y como head coach de Miami Dolphins en 2005 y 2006, le permite tener una visión de cómo funciona el negocio profesional que la mayoría de entrenadores no tienen. Además, el hecho de utilizar tanto esquemas ofensivos como defensivos basados en los que se utilizan en la NFL ayuda a los jugadores de Alabama a estar más preparados para dar el salto al siguiente nivel.
Por otra parte, no tan sólo el sistema de Saban se asemeja al modelo profesional dentro del campo, sino que también lo hace fuera: el departamento atlético de la Universidad de Alabama tiene contratados a 146 empleados no entrenadores, cuya misión en el programa es, esencialmente, recoger información y evaluar a futuros recruits. Desde que Nick Saban llegó a Tuscaloosa, la cantidad de dinero pagada a los anteriores empleados ha aumentado en casi un 32%, cosa que define el nivel de profesionalidad con el que se trabaja bajo la dirección de Saban.
Oversigning, Grayshirts y la “Saban Rule”
Para todo lo que funciona en la vida, sin embargo, existe siempre alguien que sabe cómo poner en duda la legitimidad de las prácticas empleadas para llegar al éxito; el caso de Saban no es ninguna excepción, y muchos son los que consideran a Saban como alguien que recluta jugadores “a toda costa”, sin importarle en muchos casos los riesgos morales o las consecuencias de sus actos. El primero de los ejemplos es una práctica muy común generalmente en la SEC, y que recientemente ha sido declarada como ilegal dentro de la Conferencia: Oversigning, o “sobre firmar”, consiste básicamente en ofrecer más de las 25 becas disponibles que cada programa de football puede firmar anualmente, con el objetivo de que los recruits se comprometan antes a jugar para la universidad. En cuanto todas las becas se han aceptado, la universidad no tiene más que “echarse para atrás” (hay que recordar que todo funciona verbalmente, por lo tanto no hay nada escrito al respecto) hasta firmar a los mejores 25 jugadores entre todos los a los que originalmente se les había ofrecido la beca.
Relacionada con la anterior está la ya conocida como “Saban Rule”, obviamente así denominada por Nick Saban. Esta regla aprobada por la NCAA en 2008 no permite a head coaches de ningún equipo el acercarse a jugadores de instituto fuera del campus universitario durante la evaluación primaveral, así como les limita a tan sólo una llamada telefónica a dichos jugadores durante la totalidad de los meses de abril y mayo. Dicha regla fue aprobada en su tiempo debido a que entrenadores como Urban Meyer, Pete Carroll y, evidentemente Nick Saban, dedicaban fuertemente sus primaveras a viajar de instituto a instituto, evaluando a sus prospectos así como tratando con ellos y sus profesores directamente, intentando siempre mantenerse a la cabeza en la carrera por fimar a ese jugador.
Otra de las prácticas de las que se ha acusado a Nick Saban para intentar lograr una ventaja respecto a sus rivales es en las famosas Grayshirts, o camisetas grises: cada año, el programa de football no puede mantener a más de 85 jugadores bajo beca en su plantilla; puesto que cada equipo tiene un número muy alto de jugadores, los entrenadores quieren asegurar que esos 85 puestos están ocupados por los mejores atletas, pero la única manera de sacar a un jugador de esa lista de 85 es asegurando que está lesionado y que debido a esa lesión no es recomendable que siga ejerciendo la práctica de football. En ese caso, se le intercambia su beca regular por una beca médica, la Grayshirt, la cual permite al jugador seguir estudiando en la universidad a cambio de no volver a jugar, permitiendo que otro ocupe su puesto entre los becados. Esta es una práctica legítima, pero en el caso de Saban son varios los casos de jugadores que aseguran haber sido objeto de ese cambio de beca cuando tan sólo sufrían una lesión mínima, por el simple hecho de que alguien con mejor habilidad ocupara su puesto en el equipo.
De un modo u otro, para bien o para mal, es indiscutible el hecho de que Nick Saban ha cambiado por completo el panorama del college football, y de momento no parece que su éxito tenga fecha de caducidad.
Pingback: La industria del deporte (amateur) de la NCAA (y II): Los gastos y el reclamo | Sports made in USA()