Por Axel Andrés
Opiniones las hay como los culos, cada uno tiene la suya, y por eso no espero que todo el mundo comparta mi opinión, pero en estos días en los que se ha hablado mucho acerca del futuro de Manny Ramirez con los Dodgers, creo que no se le ha tratado como se merece. Que si ha perdido las ganas, que si vive del cuento, que si sólo jugaba bien cuando se drogaba, son argumentos casi fijos cada vez que sale la palabra Manny en alguna noticia o rumor. Pero lo que no puede esconder nadie es que Manny Ramirez es una estrella de este deporte, indudablemente en la parte final de su carrera y probablemente demasiado machacado por las lesiones para que vuelva a ser algo parecido a lo que llegó a ser, y quizá hasta podríamos decir que un tipo algo peculiar, pero es uno de los referentes de la MLB en los últimos 15 años. Y precisamente por eso, porque resulta imposible obviar todo lo que le ha dado este jugador a este deporte en los últimos tiempos, con todos ustedes, Manny Ramirez.
Manuel Aristides Ramírez Onelcida nació en Santo Domingo en 1972, pero no se tiene constancia de que jugara al béisbol de forma regular hasta el 1989, donde empezó a despuntar en el instituto George Washington de Nueva York, ciudad a la que se mudó con sus padres cuando tenía 13 años. Su tercera temporada en ese instituto fue la que le catapultó a la MLB, y es que Manny consiguió una media de bateo de .615 y 14 HRs en 22 partidos, lo que le valió para ser declarado ‘Jugador del Año’ de Nueva York a nivel de instituto (1991) y, como no, captar la atención de scouts y gerentes de los equipos de las grandes ligas de béisbol.
Tanto es así que los Cleveland Indians le eligieron en su primera ronda, el pick 13 global. Y como suele pasar en estos casos, cuando miramos ese draft con una cierta retrospectiva, ninguno de los jugadores elegidos antes que él tienen una carrera comparable a la que ha tenido Manny. Y más concretamente, merece la pena echarle un vistazo al número uno de ese draft de 1991: los New York Yankees eligieron a Brien Taylor, un pitcher que nunca llegó a jugar en las GrandesLigas. Ciertamente da mucha ventaja hablar 20 años más tarde, pero la diferencia de talento obtenida con ambos picks es demasiado abismal como para no mencionar ese «error» de los Yankees.
Volviendo al tema que nos ocupa, Manny Ramirez empezó su andadura en la MLB por las ligas menores, como casi todo el mundo, pero la organización de los Indians veía como cualquier liga menor en la que le fueran situando se le iba quedando pequeña. Manny tuvo unas estadísticas excelentes durante los dos años y pico que estuvo en los equipos filiales de los Indians, hasta el punto de ser declarado como ‘Mejor Jugador de las Ligas Menores’ en 1993. En ese mismo año debutó con los Cleveland Indians, y a partir de ahí se empezaría a forjar la leyenda, la del que probablemente ha sido el mejor bateador de la última década y pico. Entre todo lo conseguido por Manny en Cleveland, incluyendo dos apariciones en las World Series, destaca la temporada 1999, en la que consiguió unas cifras estratosféricas: .333 de media de bateo, 131 carreras, 44 HRs y 165 RBIs. Esta última cifra significaba el récord de RBIs absoluto de la franquícia y la primera vez que alguien conseguía tantos desde que lo hiciera Jimmie Foxx en 1938.
Era evidente que hasta Cleveland se le había quedado pequeño a Manny Ramirez. Y es que probablemente nadie recuerda a Manny con el uniforme de los Indians; la camiseta que todo el mundo le pone a Manny Ramirez cuando se acuerda de él es la camiseta de los Boston Red Sox. Después de firmar un contrato de 8 años por un montante total de 160 millones de dólares, Manny justificó su fichaje con su tremendo rendimiento año tras año. Pero eso a Boston no le bastaba, los Red Sox necesitaban que Manny les llevara a romper la ‘Maldición del Bambino’, esa maldición que supuestamente habían adquirido al vender a Babe Ruth a los Yankees y que hacía que Boston no ganara las World Series desde el 1918. Y lo hizo. Con la colaboración de David Ortiz, con quien formó durante varios años el tándem de bateadores más demoledor de la MLB, los Red Sox lograron ser los campeones de la MLB en 2004, siendo precisamente Manny Ramirez el MVP de las finales. Pero a partir de la temporada siguiente las cosas entre Manny y Boston se empezaron a torcer. Empezaron a salir a la luz rumores de trade, se dudaba de las lesiones que tenía y, sobre todo, cada vez tenía más conflictos con jugadores de su propio equipo, siendo Kevin Youkilis uno de los que más recibió. El problema es que Manny era tan bueno que todo esto no le afectaba para nada a la hora de batear, y en las tres temporadas que siguió jugando en Boston siguió posteando números bastante similares a los que venía haciendo con anterioridad, e incluso repitió campeonato de las World Series en 2007. Pero la situación era demasiado insostenible, tan insostenible que pedía un traspaso a gritos, y eso es precisamente lo que ocurrió.
En invierno del 2008, Manny Ramirez fue «tradeado» a los Dodgers en una operación en la que Jason Bay llegó a los Red Sox y Pittsburgh Pirates salió perdiendo como casi siempre. Su primera temporada, pues en la línea de lo que había venido haciendo toda su carrera, fue de los mejores bateadores de la NL y acabó cuarto en la votación para el MVP, además de meter a su equipo en Playoffs. Esa temporada fue suficiente para los Dodgers para renovarle con un contrato por dos años y 45 millones de dólares. Pero la operación no les salió nada bien a los de Los Angeles; a partir de 2009 el escándalo del dopaje le salpicó por dos veces, poniendo en entredicho sus habilidades y quizá ensombreciendo lo que había sido una carrera deportiva brillante. Entre sanciones, varias pequeñas lesiones que le han llevado a la DL en numerosas ocasiones y el hecho de que su edad ya no le permite jugar en defensa todos los días (hay que recordar que ahora que está en la Liga Nacional no puede jugar como DH) ha hecho que Manny apenas haya jugado la mitad de partidos disputados por su equipo.
Es precisamente por esta razón que era inviable que Manny Ramirez siguiera en los Dodgers. Estarle pagando más de 20 millones a un jugador que te juega la mitad de los partidos no parece algo muy sensato para el negocio, por muy bueno que sea este alguien. Su destino ideal debería ser un equipo de la Liga Americana en el que podrá jugar como DH y no desgastarse en defensa, y un equipo con aspiraciones de llegar a Playoffs. Los White Sox, el equipo que le ha sacado de los waivers, cumple perfectamente con estas dos condiciones, así que el fichaje parece beneficioso por ambas partes.
Así pues, pese a todo lo ocurrido en los últimos tiempos, estoy seguro de que a Manny le irá bien en esta nueva etapa en Chicago. Un cambio le vendrá bien para dejar atrás estos dos últimos años y, al fin y al cabo, ha sido 12 veces All-Star, ha ganado 9 veces el galardón del ‘Silver Slugger’ y es uno de los pocos jugadores que ha pasado la barrera de los 500 HRs (actualmente está con 554, 14º en la historia de la MLB); aunque sea sólo por todo esto ya merece todo nuestro crédito. Pero es que aún más importante que sus méritos deportivos, y más en estas fechas, es su capacidad de rendir al máximo nivel en postemporada; y es que resulta que Manny Ramirez es el líder absoluto de la historia de la MLB en HRs (28) y RBIs (74) en postemporada, es decir, un caramelo para cualquiera que tenga aspiraciones a ganar las World Series.
Con estas credenciales es difícil no pensar que volveremos a disfrutar de Manny durante lo que queda de temporada, aunque también espero que el linchamiento hacia su persona cese un poco para ver si puede volver a jugar feliz y contento. O lo que es lo mismo, dejemos que Manny vuelva a ser Manny.
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