Entre las historias más llamativas de los Juegos Olímpicos Río de Janeiro, destacó una imagen que recoge la diversidad cultural y religiosa que hace vida en la magna competencia del deporte.
Me refiero a la imagen de la deportista egipcia Doaa El Ghobashy, cuyo atuendo islámico con hiyab incluido, utilizado como parte de la indumentaria deportiva en su encuentro de voley playa, llamó la atención del universo olímpico generando gran controversia apoyando o rechazando el uso de tales prendas en defensa de las creencias religiosas o la libertad de la mujer según el bando asumido en la discusión.
Llamó la atención el episodio a nivel mundial, pero irónicamente donde causó mayor impresión fue en el propio Egipto como motivo de discusión entre liberales y conservadores de la nación de los faraones. Doaa El Ghobashy zanjó la discusión manifestando en un entrevista que el velo no representa «ningún obstáculo» en su vida y que si en algún momento la Federación que rige el voley playa la obligase a jugar sin el velo, se retiraría. «Abandonaré las competeciones internacionales inmediatamente y no renunciaré a mi velo de ninguna manera, porque es una parte importante de nuestras religión y creencias», manifestó.
La religión y el deporte son manifestaciones humanas transcendentales en la civilización, son innumerables los casos cuando se contraponen y debe el ser humano elegir entre sus principios para darle el valor que la competencia deportiva tiene ante sus principios religiosos.
Esta historia olímpica nos recuerda un caso de matices similares acaecido con el inmortal Sandy Koufax en el inicio de la Serie Mundial de 1965 donde el zurdo de los Dodgers antepuso su fe al deporte de sus amores.
El 2 de octubre de 1965, los Dodgers de Los Ángeles, nuevamente se titulaban campeones de la Liga Nacional, luego de una decepcionante campaña en 1964 cuando no pudieron defender el título ganado en 1963. El título de 1965 estuvo caracterizado por una significativa reacción del equipo californiano, quien al 16 de septiembre se encontraba a 4 y medio juegos de los San Francisco Giants con solo 16 encuentros por realizar. Los estibadores ganaron quince de esos encuentros restantes logrando el campeonato del viejo circuito con un extraordinario desempeño de Sandy Koufax; en labor completa abanicó a 13 toleteros de los Milwaukee Braves para dar fin con broche dorado a su actuación en la temporada regular con récord de 26-8, 2.04 de ERA y 382 ponches en la cual logró su cuarto juego sin hits ni carreras, rompiendo la marca que compartía con Bob Feller. La cuarta de estas joyas de su carrera fue un juego perfecto el 9 de septiembre ante los Chicago Cubs.
Koufax hacía mancuerna con el diestro Don Drysdale, quien como el zurdo consiguió en esa racha final cuatro triunfos sin derrotas, finalizando su actuación en la temporada regular con 23 triunfos y 12 derrotas, fijando 2.77 de promedio de carreras limpias y acumulando 210 strikeouts. Fue tan poderosa la pareja de lanzadores que acumularon el 50,5% de las 97 victorias alcanzadas por los azules en el torneo, propinando 15 blanqueos a sus contrarios. Este tándem lideró un cuerpo de lanzadores cuya efectividad global fue de 2.81 y su whip de 1.12 encabezando las Mayores en ambas categorías.
Ofensivamente, los Dodgers eran poco menos que mediocres, conectaron solo 78 home runs ocupando el sótano de la MLB en este renglón, en carreras anotadas ocuparon el 15º lugar de los 20 equipos que conformaban las Grandes Ligas para esa época.
Todo estaba listo para iniciar la conquista de una nueva corona. En esta oportunidad contra los noveles Minnesota Twins, quienes con Sal Mele como manager habían desbancado a los New York Yankees del trono en el nuevo circuito; los Mellizos lograron 102 victorias y cayeron en 60 oportunidades, con una ofensiva liderada por el campeón al bate Tony Oliva, el inicialista Harmon Killebrew propietario de 25 cuadrangulares y Mudcat Grand y Jim Kaat, ganadores de 21 y 18 juegos respectivamente, como pareja de abridores zurdo y derecho para enfrentar a Koufax y Drysdale. Los Twins iban en búsqueda de su primer titulo en Minnesota (la franquicia que había partido de Washington después de la temporada de 1960 había ganado un título en 1924 como los Senadores).
Koufax dice «no»
El Clásico de Otoño tenía fecha de inicio, el 6 de octubre de 1965, en el Metropolitan Stadium de la ciudad de Minneapolis; la fecha coincidía con el día más importante de la religión judía que Koufax profesaba, el Yom Kipur, la conmemoración judía del Día de la Expiación, perdón y del arrepentimiento de corazón o de un arrepentimiento sincero; es considerado el día más santo y más solemne del año para los judíos. La comida, la bebida, el baño o cualquier tipo de limpieza corporal como el lavado de dientes, la utilización de cuero, el untamiento de cremas o bálsamos en el cuerpo y las relaciones conyugales están prohibidas. El ayuno empieza en el ocaso y termina al anochecer del día siguiente. La fecha se celebra el 10 del mes hebreo de Tishrei, diez días después de Rosh Hashanah, el Año Nuevo judío, por ello es una fecha movible en relación on el calendario gregoriano.
Ante esta solemnidad, Sandy Koufax le notificó a su manager Walter Alston de su decisión de no lanzar el juego por cuestión de respeto a su religión, y no era la primera vez que Koufax guardaba el ayuno durante la campaña, famoso fue el caso del Yom Kipur de 1961 acaecido el 20 de septiembre. En esa oportunidad el juego de los Dodgers era nocturno, por los cual K0ufax pudo lanzar, luego de haber cumplido sus preceptos religiosos y estuvo soberbio: lanzó juego completo de 13 entradas, en las cuales propinó 15 ponches concediendo 3 boletos a la toletería de los Cubs venciéndolos 3-2.
Sin embargo, el primer juego de la Serie Mundial estaba fijado en horario diurno, por lo cual interfería con las restricciones del Yom Kipur, y Sandy Koufax lo tenía claro: no iba a jugar. Walter Alston también lo tenía claro, contaría con el diestro Drysdale para asumir la responsabilidad del primer desafío del Clásico de Octubre ante los gemelos, postergando la salida de Koufax para el segundo encuentro a realizarse también en el estadio de los Twins.
A pesar que los Dodgers anotaron primero en el encuentro en la parte alta del segundo episodio vía cuadrangular del jardinero derecho Ron Fairly, los Twins ripostaron en la parte final del mismo capítulo con bambinazo del inicialista Don Mincher. Con la pizarra empatada a una carrera en la parte final del tercer inning, los Mellizos emboscaron a Drysdale con seis anotaciones, fue entonces relevado del montículo por Alston. El marcador sólo se movió en el resto del partido en la parte baja del sexto para que 47.797 aficionados presenciaran la primera victoria de los Twins en la Serie Mundial.
El segundo desafío del clásico significó un duelo de zurdos, Jim Kaat por los anfitriones y Sandy Koufax por los estibadores tras haber respetado el Yom Kipur. Koufax, aquejado por gripe y por sus constantes dolores en su brazo de lanzar, no contó con suficiente apoyo ofensivo por lo que salió derrotado del encuentro pese a tener una salida de calidad al permitir dos carreras en seis entradas innings: el as de los Dodgers propinó 9 ponches pero no pudo obtener la victoria porque la gesta de Kaat fue superior al completar el juego concediendo una carrera. Los Twins se impusieron a los Dodgers 5-1.
Era tan pobre la ofensiva del campeón de la Liga Nacional que Walter Alston envió a Don Drysdale como bateador emergente por Koufax en el séptimo inning (en honor a la verdad Drysdale había fijado un average de bateo de .300 en 130 turnos en la temporada con 7 cuadrangulares y 19 empujadas).
Los Dodgers partían a Los Ángeles con dos derrotas en su cuenta.
El «perdón» de Koufax
A pesar de este escenario los jugadores de los Dodgers mantenían intacto su optimismo. Comentaba Jim Lefevre, el camarero de los estibadores, elegido novato del año al término de la campaña, a Sporting News acerca de un episodio ente Drysdale y Koufax en el avión que los dirigía a Los Ángeles:
«Don miró a Sandy y le dijo, ‘chico nos metimos en un desastre endemoniado’, y luego se rieron como si fuera un gran chiste».
En el coliseo de Los Ángeles la historia de la serie cambió con tres victorias consecutivas de los de casa. En el tercer desafío, el zurdo Claude Osteen, ganador de 15 encuentros en la campaña, pintó de blanco a los Twins para el regocijo de los 55.934 fanáticos que colmaban las gradas. El cuarto encuentro, efectuado el 10 de octubre en California, fue la revancha de Don Drysdasle ante los Mellizos: el derecho cubrió la ruta completa, permitiendo dos carreras limpias; el juego concluyó con un marcador de 7-2. El quinto y último jugado en Los Ángeles fue el turno para una nueva presentación de Sandy Koufax quien, acorde con su reputación, tuvo una de sus tardes memorables otorgándole la segunda blanqueada de la serie a los Twins con 10 strikeouts en su cuenta.
La serie se mudó nuevamente a Minnesota para jugar los encuentros decisivos con los Mellizos contra la pared. El sexto juego se inclinó a favor de los locales. Por lo tanto, las hostilidades se empataron y se arribó al séptimo y último juego de la Serie Mundial de 1965. Por la rotación de los Dodgers el turno para el decisivo encuentro correspondía a Don Drysdale y por los Twins a Camilo Pascual. Sin embargo, ante lo definitorio del encuentro, ambos managers apostaron los los zurdos Jim Kaat y Sandy Koufax con sólo dos días de descanso.
El juego fue propio de la importancia y ambos abridores dieron todo pos sus equipos. Durante las tres primeras entradas no hubo anotaciones; fue en el cuarto tramo que los Dodgers lograron su único ataque efectivo cuando fabricaron dos rayitas con jonrón solitario del outfielder Lou Johnson y con carrera empujada por el inicialista Wes Parker quien, con sencillo, remolcó a Ron Fairly, con lo que se decretó la salida de Kaat del montículo.
¿Y Sandy Koufax? Siguió siendo Koufax. Blanqueó nuevamente a los Twins con labor de diez ponches; con este desempeño el zurdo terminó la serie con un récord de 2 ganados y 1 perdido, con un ERA de 0.38 y 29 ponches en 24 innings. Huelga decir que fue seleccionado el MVP de la World Series. El juego concluyó 2-o dándole a los Dodgers su cuarto campeonato de la franquicia, tercero desde su traslado a la costa oeste desde Brooklyn. (ver el vídeo anexo que presenta reflejo gráfico de la gesta y no perderse en la parte final del mismo la entrevista hecha por un joven Vin Scully al zurdo de los Dodgers).
Esa fue la última serie ganada por los Dodgers con el zurdo del brazo de oro, volverían en 1966 para intentar revalidar su título, sin embargo fueron barridos por los Baltimore Orioles. Al final de esa temporada Sandy Koufax anunció su retiro a la edad de 30 años agobiado por los dolores derivados por la artritis en su brazo de lanzar.
Sandy Koufax fue un grande en el Olimpo del béisbol, con impresionantes hazañas en la Gran Carpa, un récord al final de su carrera de 165-87, ERA de 2.76, y siendo el líder de esta categoría en sus cinco últimas campañas. Todo válido para su elección al Hall of Fame en 1972 siendo el más joven pelotero en ser elegido. Sin embargo, con su decisión de poner su fe sobre el deporte, lo encumbró como un ejemplo social y un icono en la comunidad judía de la época.
El zurdo de los Dodgers nunca ha explicado en detalle las motivaciones y los hechos que conllevaron a tomar su famosa decisión. Según un reportaje de The Jewish Week, ante la pregunta de por qué no jugó el primer juego de la serie, Koufax afirmó: «Respeto». Sus compañeros de equipo lo apoyaron, declaró Wes Parker acerca de la decisión de Koufax: «Nadie dijo nada acerca de su decisión, lo respetamos por estar haciendo algo a causa de su religión, él estaba siendo fiel así mismo.»