Era la tarde del 12 de de octubre de 1920. Noveno inning, dos outs, hombre en la inicial. El lanzador Stan Coveleski, derecho ganador de 24 juegos en la temporada para los Indians de Cleveland, se enfrentaba en el centro del diamante a Ed Konetchy, primera base de los Brooklyn Robins (antiguos Dodgers), y estaba a punto de otorgarle a su equipo la primera Serie Mundial desde su fundación en 1901.
Konetchy, que había tenido una mala serie con un promedio de bateo de .182, conectó un lanzamiento de Coveleski, produciendo un roletazo al shortstop, donde el novato Joe Sewell le pasó la bola al camarero Bill Wambsganss, sellando el triunfo de la Tribu y desatando la alegría de los 27.525 fanáticos que plenaban el Dunn Field de la ciudad del norte de Ohio.
Todos los miembros del equipo liderados por el manager-jugador Tris Speaker, futuro miembro del Salón de la Fama, mostraban la satisfación por la victoria obtenida. Pero en sus mentes no podían olvidar la ausencia de Ray «Chappie» Chapman, caído en el diamante por un pelotazo que le ocacionó la muerte en la madrugada del 17 de agosto.
La muerte de Chappie
Raymond Johnson Chapman tenía 29 años cuando sobrevino la tragedia en la tarde del 16 de agosto en el inicio de una vital serie contra los Yankees de New York en el Polo Grounds (el Yankees Stadium se inaguraría tres años después).
Chappie era un jugador muy querido en Cleveland. Nacido el 15 de enero de 1891, en la pequeña localidad de Beaver Dam, Kentucky, se encontraba en su noveno año como jugador de Grandes Ligas, todos ellos con los indígenas. Chapman, no era muy alto y fornido (medía 1,77 m y pesaba 77 kg), jugaba regularmente como shortstop con un gran rango que le permitía llegar a muchas pelotas aunque no era muy confiable en la posición (en 1917 fue líder en asistencias y outs y al mismo tiempo llegó a cometer 59 errores). Compensaba estas carencias con su velocidad y pundonor, llegó a estafarse 238 almohadillas y fue líder en sacrificios en la liga 3 veces en su carrera totalizando 334 toques. En 1918 fue líder de la liga en carreras anotadas con 84 y en boletos recibidos, también su promedio de bateo fue mejorando en la medida que se afianzaba en su carrera al haber alcanzado averages de .302 y .300 en 1917 y 1919 respectivamente, mostrando un promedio de .303 para el momento del inicio de la serie contra los Yankees.
Para el lunes 16 de agosto de 1920 existía una enconada lucha entre tres equipos disputándose el liderato de la Liga Americana. Los Indios de Cleveland empatados en el primer lugar con los Chicago White Sox, quienes habían perdido la Serie Mundial de 1919 y que luego serían condenados a la deshonra conocidos como los Black Sox, y encontrándose los Yankees de Nueva York a sólo medio juego de distancia.
Las expectativas para esa serie de tres encuentros entre las novenas de Cleveland y Nueva York atrajeron para el primer desafío a 22.000 fanáticos quienes estaban a punto de disfrutar un duelo que se antojaba cerrado por la participación de los lanzadores diestros: Stan Coveleski por los Indios y Carl Mays por los Yankees. Mays, quien perseguía su triunfo 100, era un lanzador con muchas artimañas (permitidas en esa época), que le gustaba esconder la bola utilizando saliva, vaselina o cualquier otra sustancia que ayudase a imprimir un movimiento impredecibe a la bola. De Carl Mays escribió el periodista de Sports illustrated Robert Duffy: «Fue brutalmente honesto, un feroz competidor y se hizo regularmente de enemigos en el campo.»
Los Indios con ganas para mantenerse en la punta de la clasificación, arrancaron ganando marcando una carrera en la segunda entrada con un home run del receptor Steve O’Neill; en la cuarta entrada, agregaron dos rayitas, aumentando la ventaja 0-3.
Ray Chapman, quien había comentado con sus compañeros que si los Indios ganaban la Serie Mundial de 1920 se retiraría a pasar más tiempo con su esposa, fue el primer bateador del quinto tramo por la Tribu. A pesar de que conocía de las estrategias de Mays, no vio un lanzamiento submarino pegado que le golpeó en la cabeza rebotando la bola hacia el montículo, generando un impacto que fue oído por la multitud cayendo desplomado al suelo. Mays, creyendo que se trataba de un inofensivo rodado, lanzó a primera base, para posteriormente darse cuenta de la gravedad del asunto ante la inmovilidad de Chapman en el diamante.
Ray Chapman fue conducido al hospital St. Lawrence en Nueva York, para ser atendido por los médicos. Comentaron algunos testigos que mientras permanecía en el clubhouse esperando la ambulancia Chapman, recobró por unos instantes el conocimiento y exclamó: «Díganle a Mays que no se preocupe».
El partido continuó, luego del incidente y a pesar de una reacción tardía de los Yankees en la parte baja del noveno inning, los Indians vencieron al equipo de Nueva York 4-3, apoderándose de la punta de la Liga Americana en solitario. Sin embargo, eso no era de importancia para Tris Speaker y el resto de los jugadores de Cleveland, quienes temerosos de la situación de Chapman, se trasladaron al hospital. Después de 8 horas en observación, el doctor T.R. Merrigan, tras consultar con el manager Tris Speaker quien previamente lo hizo con la esposa de Chapman en Cleveland, decidió operar para tratar de salvar la vida del campocorto. Lamentablemente, falleció a las 4:40 am del 17 de agosto de 1920, tal como contó los hechos en el New York Times.
Apesumbrado por la tragedia, Carl Mays se entregó a la Fiscalia de Distrito, la cual exoneró de cargos al lanzador considerando como un infortunado accidente el deceso de Chapman.
En honor a Chappie
Después de la tragedia, varios jugadores de los Indios les enviaron una correspondencia a Ban Johnson, presidente de la Liga Americana, proponiendo un boicot contra Mays, situación que rápidamente Johnson cortó de raíz impidiendo que se llevara a cabo. Al mismo tiempo, el equipo de Cleveland cayó en ocho de los siguientes once juegos tras la muerte de Chapman, descendiendo al tercer puesto en la Liga Americana a dos juegos y medios de la punta liderada por los Medias Blancas.
A partir del 30 de agosto, quizás en homenaje a Chappie, los Indians empezaron una racha que les permitió ganar 24 de los últimos 32 juegos para hacerse con el campeonato de la Liga Americana y disputar a partir del 5 de octubre la primera Serie Mundial para la ciudad de Cleveland. El Clásico de Otoño, disputado a nueve encuentros contra los Brooklyn Robins, fue ganado por la Tribu en siete desafíos.
Al término de la campaña, el recientemente nombrado comsionado Kenesaw M. Landis, con la aprobación de los dueños de los equipos, prohibió el uso de la bola de saliva, excluyendo de esta medida a los pitchers quien la utilizaban.
Carl Mays continuó lanzando por nueve años mas, retirándose después de la temporada 1929 con un récord de 207 victorias y 126 derrotas con 2.92 de ERA y 29 blanqueos, ganando dos Series Mundiales. Pero, sin embargo, a pesar de estos méritos no pudo llegar a Cooperstown; Mays hasta su fallecimiento acaecido en 1971, siempre pensó que la muerte de Chapman lo marcó negándole el acceso al templo de los inmortales.
Otras tragedias
A pesar de la tragedia del jugador de los Cleveland Indians, ninguna medida se tomó en relación con el uso de cascos como protección para los bateadores. Ello facilitó que ocurriera la lesión sufrida por Mickey Cochrane, catcher y manager de los Detroit Tigers, cuando el 25 de mayo de 1937 un lanzamiento del pitcher Bump Hadley le golpeó fuertemente en la cabeza permaneciendo siete días hospitalizado. Afortunadamente, salió de ese trance y volvió a la cueva como entrenador, pero su exitosa carrera como receptor (que le llevó al Salón de la fama) llegó a su fin. A partir de ese suceso, se empezaron a tomarse medidas para la adopción de protectores o cascos que elevarían los niveles de seguridad de los jugadores al batear.
Se empezaron a utilizar cascos, sin protecciones para las orejas que fueron mejorándose con el tiempo, pero que no impidieron tragedias como la del super prospecto de los Medias Rojas de Boston Tony Conigliaro, quien debutara a los 19 años en 1964 conectando 24 home runs. Se convirtió en el jugador más joven en llegar a los 100 HR en 1967, pero desafortunadamente el 18 de agosto de 1967 recibió un salvaje lanzamiento de Jack Hamilton de los California Angels, sufriendo fractura del pómulo izquierdo que le acortaría su promisoria carrera. A pesar que regresó, nunca fue el mismo retirándose con mas pena que gloria el 15 de junio de 1975 a los 30 años de edad.
Después del incidente de Conigliaro, fue más frecuente el uso del cascos con orejeras por parte de los jugadores hasta que se hizo obligatorio, siendo Tim Raines el último jugador quien usara el casco sin protección para las orejas. Desfortunadamente, la obligación de utilizar casco sólo se refería al bateador; los coaches de primera y tercera base preferían usar gorras, lo cual a la larga provocó otra tragedia cuando el coach de primera base Mike Coolbaugh, murió a consecuencia de una línea conectada por un bateador en un juego de Ligas Menores el 2 de julio de 2007. A partir de entonces, es de uso obligatorio cascos por parte de los coaches mientras permanezcan en el terreno de juego.