La semana pasada, justo antes de que empezarán los entrenamientos de primavera, los Miami Marlins tomaron una decisión un tanto polémica: prohibieron a sus jugadores tener barba, bigote o vello facial de cualquier tipo. Realmente no fueron los Marlins sino que la decisión surgió de su nuevo entrenador, Don Mattingly, que vuelve a poner encima de la mesa un tema muy discutido.
The Marlins have banned facial hair https://t.co/cN6SavAdQu pic.twitter.com/wamdZIWlSE
— CBS Sports MLB (@CBSSportsMLB) 21 de febrero de 2016
Mattingly, que viene a Miami después de cinco temporadas como entrenador de Los Angeles Dodgers, tiene la misión de volver a poner buen rumbo en estos Marlins. El entrenador explicó después que la nueva medida pretende que sus jugadores se centren únicamente en el béisbol, con el fin de conseguir que la franquicia funcione de nuevo.
Un debate que no cambia

Es bastante curioso que se reabra este viejo debate en la MLB en un momento en el que si hay algo de moda son las barbas.
Hay muchas dudas de que la nueva política sirva para remontar la senda del equipo de Miami. Con esto, no quiero decir que los Marlins no vayan a ser un buen equipo en 2016, de hecho pueden ser un contender de Playoffs si las cosas les salen como quieren. A lo que me refiero es a que no creo que lo bien que jueguen los Miami Marlins vaya a depender de si sus jugadores llevan barba o van afeitados.
Pero, parándonos a pensar, la explicación para todo esto la podemos encontrar en los orígenes de Don Mattingly. El gran ‘Donny’ jugó toda su carrera en los New York Yankees donde se ganó que retiraran su número, reconociéndole como una gran leyenda del club.
Los Yankees eran el único club que, hasta ahora, mantenía la prohibición de las barbas (aunque los bigotes están permitidos). Esta política en el club proviene desde la adquisición de los Yankees por George Steinbrenner. El mítico dueño adoptó esta medida desde el primer momento y, pese a su fallecimiento en 2010, sus sucesores la han mantenido como una seña de identidad de la franquicia.
Los Yankees mantienen esta política porque, como siempre explicó Steinbrenner, quieren representar el jugador de béisbol americano clásico, sin extravagancias, nada de pelo largo, nada de barbas, nada de estilos diferentes. De hecho, Brian Cashman, actual director deportivo del club, se encargó de dejar bien claro que la prohibición sigue en pie.

En 2013, cuando los Yankees se quedaron sin closer tras la retirada de Mariano Rivera, barajaban varios agentes libres para firmar. Brian Wilson, que era uno de los nombres posibles, recibió una oferta de $13 millones para jugar en la gran manzana. Sin embargo, Wilson dejó bien claro que no se iba a afeitar. ¿La respuesta de Brian Cashman?: “Táchenlo de la lista”.
Otros jugadores, como el pitcher David Price (que en esta misma offseason ha firmado por los Boston Red Sox), se mostraron muy críticos, llegando a afirmar que jamás irían a los Yankees.
Los “No-beard Yankees”
Desde la adquisición de la franquicia por George Steinbrenner, los Yankees han ganado 7 títulos de World Series, una cifra que no está nada mal y que incluye la dinastía de Derek Jeter, Mariano Rivera y compañía que en los últimos 20 años ganaron 5 campeonatos. Hay quien puede pensar: “si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?”. Pero a la hora de la verdad, los que consiguieron todos esos títulos, fueron las habilidades de Steinbrenner como ejecutivo, más que el hecho de que los jugadores se afeitasen o no.
Ha llegado un punto en el que la directiva de los Yankees mantiene la prohibicion por una cuestión de orgullo y tradición.
Tal vez, podamos aceptar como válido el argumento de que la prohibición ayude a los jugadores a no perder la cabeza, a centrarse en jugar bien. Sin embargo, tener a genios como Reggie Jackson (en los 70), Derek Jeter, Jorge Posada o Mariano Rivera (recientemente), influye más en el éxito del equipo.
Como anécdota aparte, durante abril de la temporada pasada, mientras los Yankees pasaban por una muy buena racha de juego y de victorias, toda la plantilla decidió dejarse bigote. Este gesto dio mucho que hablar y sacó el debate al ruedo de nuevo. Hay que aclarar que en ningún caso los jugadores querían mostrarse en contra de la política del club, sino que, tal y como Brett Gardner (outfielder de los Yankees) aclaró, «era una forma de unir al vestuario.»
No obstante, lo más curioso de todo es que Mattingly jugó en los Yankees en la peor época de su historia. En aquella etapa, el equipo pasó por su mayor sequía de Playoffs pese al gran esfuerzo de ‘Donny’. Su buen juego “solo” le llevó a ser All-Star y a que los Yankees retiraran su número. Mattingly jugó desde 1982 hasta 1995 pero no pudo jugar las Series Mundiales porque los Yankees no se clasificaron en ninguna ocasión. Es bastante extraño encontrar un caso así en la mítica franquicia de Nueva York, sobre todo siendo el equipo más ganador de la historia con 27 títulos. Para colmo de males, si algo caracterizó a Mattingly durante su carrera fue el largo bigote que lucía. Además, fue suspendido por los Yankees sin jugar algunos partidos por no cumplir la política del club sobre su pelo largo.
Resumiendo, Mattingly ha implantado una regla contra la que él mismo estaba en contra como jugador.
Ni siquiera los que implantan esta política de afeitado obligatorio creen, realmente, que funcione.
No están solos
Los Yankees no son los únicos que han tenido políticas sobre las barbas. De hecho muchos otros equipos han tenido prohibiciones a lo largo de su historia, aunque en la actualidad es bastante extraño. Cabe mencionar a los Cincinnati Reds, equipo que hasta 1990 tenía una política muy dura en este aspecto pero que desde entonces decidieron suavizarla. En 2015 no solo ya no estaban en contra de las barbas, sino que animaron a los jugadores a que las dejasen crecer.

A estos equipos se les unen ahora los Marlins, que no tenían prohibición tan restrictiva desde 2006 (aunque sí mantenían algunos matices). Y aquí de nuevo encontramos otra curiosa relación. Resulta que el manager de esos Marlins de 2006 era Joe Girardi, casualmente el que es ahora entrenador de los Yankees desde 2008 y que también jugó para el equipo del Bronx justo un año después de la retirada de Mattingly.
Desde luego, todo esto nos deja bien claro que más que una cuestión de mantener las cabezas de los jugadores centradas en la competición, la cruzada contra las barbas es algo que proviene de los jugadores old-school. La mayoría de estos, relacionados de alguna manera con los Yankees, intentan mantener una visión del jugador modelo de béisbol americano, bien vestido, con un estilo clásico y sin locuras, para dar una imagen elegante.
Ciertamente es un debate un tanto antiguo y que parece un poco retrógrado. La mayoría de opiniones se posicionan en contra pero sigue habiendo voces alrededor de la MLB que apoyan este tipo de medidas. La liga tiene que andar con cuidado en este terreno, porque en un período de expansión y, sobre todo, de mucha competencia con las otras grandes ligas (NFL y NBA), dar una imagen de antigüedad puede hacer mucho daño.
La pregunta está ahí: ¿se debe mantener la vieja esencia del “pasatiempo nacional” de EE.UU? o ¿se debe dar paso al cambio y la modernidad, a las barbas largas y, un pelín descuidadas, que están tan de moda por todo el mundo?.
Lo que es seguro es que el Marlins Park se une al grupo encabezado por los Yankees y, de momento, ni el Bronx ni Miami son lugar para barbas.