La Navaja de Ockham es como se conoce a un principio metodológico formulado por un fraile franciscano del siglo XIV. A día de hoy es utilizado por los científicos como regla general que sirve de guía en el desarrollo de hipótesis o modelos teóricos. Podríamos simplificarlo de la siguiente manera:
La explicación más sencilla es probablemente la explicación correcta.
Esto es, salvando las distancias, lo que hizo Francona durante la postemporada. Imaginemos al bueno de Tito sentado en el despacho del clubhouse y decidiendo qué hacer ante las bajas de Salazar y Carrasco. ¿Cómo afrontar los Playoffs sin el número dos y tres de tu rotación? Para Francona la respuesta fue sencilla. Si tengo uno de los mejores bullpens de la competición (en concreto el cuarto mejor en ERA durante la temporada regular con un 3.45) y además he perdido a dos abridores, lo que debo hacer es dar más protagonismo a los relevistas. ¿Por qué jugársela con abridores que no te dan todas las garantías mientras tus mejores armas siguen calentando en el bullpen?
Conviene matizar, llegados a este punto, que Francona tampoco ha inventado la pólvora. Las estadísticas nos dicen que durante octubre las entradas lanzadas por los abridores disminuyen sensiblemente respecto a la temporada regular (para más información consultar este artículo). La importancia de cada victoria hace que cada at bat sea tratado como una cuestión de vida o muerte y se recurra con más frecuencia a los relevistas.
Aún con esta aclaración, el papel que Francona le ha dado a su bullpen durante los Playoffs de 2016 escapa a los convencionalismos del béisbol actual y es brillante por su lógica y su sencillez. A ojos del béisbol tradicional, Francona ha abusado de sus relevistas al sacarlos a lanzar mucho antes de lo habitual.
A ojos de los «sabermétricos», sin embargo, Francona ha actuado con total sensatez. Lo importante es poner a los mejores, el cuando es algo bastante más secundario. Podríamos incluso decir que ha vuelto a preceptos del béisbol «primitivo». Ha obviado totalmente las figuras del closer (que nace en 1969 a raíz de la creación de la estadística del save y que se populariza hasta el absurdo durante la década de los ochenta) y del setup pitcher así como la costumbre de aguantar al abridor hasta la séptima u octava entrada.
No es la primera vez
Si repasamos un poco la trayectoria de Francona, vemos que en Playoffs anteriores su manejo del bullpen no había sido tan agresivo. En las postemporadas de 2007, 2008 y 2009, cuando ocupaba el banquillo de los Red Sox, Papelbon era el mejor relevista del equipo y actuó siempre como closer. Es quizás en la postemporada de 2004, y en concreto en esa famosa Serie de Campeonato ante los Yankees, cuando Francona si tomó algunas decisiones más chocantes. En gran medida las circunstancias le empujaron a ello.
En el Game 4, con los Bombarderos del Bronx ganando 4-3 en la séptima y Boston a un paso de la eliminación, Francona metió a Keith Foulke, closer de los Red Sox. La situación era dramática: Rodríguez en primera, un solo out y Matsui, Bernie Williams y Posada como bates a enfrentar. Joe Buck, que comentaba el partido para la FOC, mostró su sorpresa en directo. El movimiento no era muy habitual. Foulke aguantó dos entradas y dos tercios en la lomita sin permitir carreras y empujó el partido hasta el final que todos conocemos.
Al día siguiente vivimos una situación similar. Con Boston perdiendo 4-2 en la octava, Foulke volvió a salir cuando los Yankees tenían corredores en primera y tercera base. El relevista secó a los bates rivales durante más de una entrada y los Red Sox se llevaron el partido en el decimocuarto inning.
Doce años después, la dupla Allen-Miller (junto a otros relevos de gran nivel) ha permitido a Francona ser todavía más agresivo. Allen y Miller no son solo dos relevistas de primerísimo nivel, sino que además han resultado ser dos jugadores sin ningún tipo de ego. Ambos han manifestado que no tienen problemas en lanzar cuando se les pida, no exclusivamente en la novena entrada o en save situations, algo que no hace demasiada gracia a algunos pitchers con la etiqueta de closer.
Otra de las particularidades de Francona en estos Playoffs ha sido que no ha visto ninguna eliminatoria como una serie de 5 o 7 juegos, sino que ha llevado ese mantra tan de moda últimamente del «partido a partido» hasta sus últimas consecuencias. Sabedor de que se enfrentaba a equipos en teoría muy superiores al suyo, a Tito no le ha preocupado en ningún momento el qué pasará mañana. En cuanto ha visto la posibilidad de ganar un partido ha puesto toda la carne en el asador. Poco ha importado que esto significará cargar a Allen y/o Miller con hasta cuarenta lanzamientos.
The #Indians Bullpen has been the difference this postseason. Miller/Allen combined line: 28.2IP, 51SO, 0.32ERA, 0.85WHIP #WorldSeries
— Pure Sports Stats (@PureSportsStats) 1 de noviembre de 2016
Lo que en un principio parecía una técnica kamikaze y con poco recorrido, era imposible que los brazos del bullpen pudieran aguantar tanto trabajo, acabó convertida en algo de lo que Cleveland sacaba una doble ventaja. La primera es la evidente, los brazos aguantaron y fueron absolutamente dominantes. En 64.2 entradas lanzadas promediaron un ERA de 2.23 y consiguieron 80 strikeouts, es decir un K/9 de 11.21.
La segunda es que ese dominio de los relevistas y la absoluta certeza de que Tito los iba a sacar en cualquier momento acabó creando unas urgencias tremendas en los bates rivales. Para los lineups de Boston, Toronto y Chicago cada at bat se convirtió en una escalofriante cuenta atrás que podía terminar en cualquier momento.
Cada entrada lanzada por el abridor de turno de los Indians sin anotar carreras era un paso más hacía la derrota. Un paso más hacía esos asesinos despiadados que han sido los relevistas de Cleveland.
La definitiva derrota de ‘La Tribu’ en los extra innings del séptimo partido no deslegitima en absoluto la apuesta de Francona. Es cierto que las muestras de cansancio que Miller dio en ese último y agónico juego serán utilizadas por algunos para criticar la táctica de Cleveland. Algunos dirán que al final tanto lanzamiento ha hecho que Miller y otros relevistas lleguen fundidos al momento decisivo. Sin embargo, a esta gente convendría recordarle que Cleveland llegó con opciones al séptimo partido de las Series Mundiales por haber recurrido a sus brazos de refresco como si no hubiera mañana.
Tito ha sido el entrenador que ha manejado su bullpen de manera más peculiar, pero no ha sido el único que ha roto con la ortodoxia. La postemporada de 2016 se ha caracterizado por la importancia que los relevistas estrellas, aquellos que habitualmente se reservan para cerrar partidos, han tenido en entradas tempranas. Pensemos en el caso de Kenley Jansen con los Dodgers o Aroldis Chapman con los Cubs. En el Game 6 de las World Series Maddon, Joe Maddon sacó al cubano en el séptimo inning para enfrentar a los mejores bates de los Indians. La decisión fue duramente criticada por los medios, pero de una lógica aplastante. Tu mejor pitcher contra los bates más peligrosos.
Quizás Francona hubiera preferido ser más cauto. Son las circunstancias las que le obligaron a asumir riesgos. Si Salazar y Carrasco no hubieran estado lesionados podría haber sido más convencional. Quizás si hubiera tenido su rotación completa no hubiera cargado al bullpen con tantas responsabilidades. Nunca lo sabremos.
Lo que está claro es que Francona es un genio porque ha sabido sacar partido de lo que parecía una desventaja. Si mi rotación está mermada, pero mi bullpen está entre los mejores de la liga, la manera más sencilla de ganar partidos es dando la mayor cantidad posible de innings a los relevistas. Pura lógica. Lo dicho, a menudo las soluciones más sencillas son las correctas.
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