Los San Diego Padres han disfrutado este invierno de una de las más movidas y discutidas offseasons en tiempos recientes. Derek Norris, Justin Upton, Matt Kemp, Wil Myers y el más reciente, James Shields, han supuesto la carta de presentación para su novato general manager, A.J. Preller quien, preparando la que va a ser su primera temporada a los mandos del equipo, ha decidido poner todas las cartas sobre la mesa. Preller intenta asegurar que su plantilla pueda superar la paupérrima cifra de 3,3 carreras anotadas por partido, y mejorar un grupo de lanzadores que ya de por si no le tenían nada que envidiar a los mejores pitching staffs de la liga.
Petco Park no es ni mucho menos un paraíso para bateadores, pero lo cierto es que es complicado encontrar un ataque peor que el de los Padres en 2014. De hecho no es complicado, es que es imposible. Para hacerse una idea, San Diego anotó 38 carreras menos que el segundo peor equipo en toda la MLB, su wOBA de .283 y su wRC+ de 82 fueron de lejos los peores de las Majors, y tan sólo dos de sus jugadores habituales, Rene Rivera y Seth Smith, ambos traspasados estas últimas semanas, acumularon un OPS superior a la media. En definitiva, no era descabellado pensar que la nueva gerencia pondría todos sus recursos en mejorar esta situación, y es evidente que la mejora en 2015 tiene que ser, forzosamente, considerable
The @Padres have a totally different starting lineup in 2015. Are they the favorites in the NL West? #FSLive pic.twitter.com/5er8e3lStQ
— FOX Sports 1 (@FOXSports1) febrero 10, 2015
Sin embargo, una de las mayores críticas que han recibido ha sido por el hecho de que, pese a la mejora, la plantilla va a sufrir una descompensación importante entre su outfield e infield, el cual sigue siendo el gran problema sin resolver de este equipo. Ahora mismo, los jugadores que se espera que empiecen más partidos en el «diamante» van a ser Yonder Alonso, Will Middlebrooks, Jedd Gyorko y Alexi Amarista, ninguno de los cuales bateó en 2014 a un nivel mínimo exigible en las Majors, algo que no suena especialmente bien para un equipo que quiere dar el salto de calidad y jugar el próximo octubre. Además, mientras que el outfield comandado por Kemp, Myers y Upton es una clara mejora, lo cierto es que se puede argumentar que no son la solución a los problemas de San Diego, ya que todos ellos se tratan de jugadores que, si bien te pueden proporcionar entre 50 y 60 home runs entre los tres, sus elevados ratios de strikeouts y su defensa por debajo de la media pueden ser contraproducentes, y si no que se lo digan a equipos como los Atlanta Braves, estancados en ataque pese a su capacidad para conseguir cuadrangulares.
Aun así, tampoco han sido pocos los elogios hacia la gestión de Preller, especialmente por el modo en que se ha mejorado el equipo. Es cierto que la plantilla va a estar algo descompensada, pero la realidad es que los San Diego Padres van a poner sobre el campo un mejor equipo que en 2014, y sin haber pagado en exceso por ello. Ya sea mediante traspasos o en la Agencia Libre, los Padres siempre han jugado con ventaja en la negociación, y han sabido adquirir a todos sus refuerzos comprando a la baja, sin desprenderse de ninguno de sus prospectos más importantes y sin pagar más de lo necesario, anteponiendo el valor en el retorno a la mera necesidad del equipo. En el caso de Upton, Myers y Kemp, tanto Braves como Rays y Dodgers dejaron clara su intención de vender a dichos jugadores, y los Padres lo aprovecharon para adquirir unas piezas valiosas sin tener que dar a cambio una cantidad excesivamente alta (Rene Rivera, Jesse Hahn y Yasmani Grandal han sido sus mayores pérdidas), controlando en los tres casos el poder de negociación, y obteniendo de esta manera jugadores mucho más valiosos para ellos que para sus equipos vendedores. ¡Toda una clase de teoría de perspectivas!
Otro claro ejemplo de comprar a la baja es el caso de James Shields. El pasado lunes, después de varios meses de especulación, finalmente el pitcher que ayudó a los Kansas City Royals a alcanzar las Series Mundiales salió del mercado, sorprendentemente a un precio inferior al que se esperaba que hubiera recibido de haber firmado a principios de invierno. Mientras Max Scherzer cobrará $210 millones en Washington y Jon Lester $155 en Chicago, Shields acabó firmando por $75 millones y cuatro temporadas. De nuevo los Padres, quienes no tenían una especial necesidad en su cuerpo de lanzadores, aprovecharon la situación para hacerse con un Ace sin tener que sobre pujar por él.
En definitiva, lo que han hecho en San Diego ha sido, en mi opinión, una clase maestra de cómo mezclar economía y estadística para alcanzar un resultado que está a años luz de cómo estaba la situación previamente. Los Padres han mejorado su ataque en una posible proporción de alrededor de media carrera por partido (según las previsiones de Baseball Prospectus o Fangraphs), y han contrarrestado la pérdida de defensa contratando al mejor pitcher disponible, todo ello manteniendo un payroll que no está ni entre los veinte más altos de la liga, y dejando prácticamente intacto su farm system, que incluye prospectos como Austin Hedges, Hunter Renfroe, Matt Wisler y Rymer Liriano. Además, el poblado outfield y una muy profunda rotación les pueden proporcionar a los Padres varias piezas de cambio por si deciden mejorar aun más su equipo, por lo que los movimientos puede que no hayan terminado. Si bien es cierto que ello aun no les convierte en favoritos dentro de su división, está claro que podemos considerar a los Padres y a A.J. Preller como unos de los grandes ganadores de esta offseason.