Septiembre es un mes de contrastes. Son muchos los que vuelven con las pilas cargadas de depresión posvacacional a sus respectivos puestos de trabajo, mientras que otros empiezan sus vacaciones. Los más jóvenes comienzan un nuevo curso con sus mochilas cargadas con todo el material escolar saqueado de las estanterías de las diferentes papelerías y grandes almacenes. Por otra parte, muchos universitarios cierran su año académico después de un verano en el que se ha hecho difícil introducir los apuntes y libros entre la cerveza.
La cerveza es la bebida perfecta del verano. No hay nada mejor para combatir el sofocante calor veraniego que un criogenizado zumo de cebada bajo la reparadora sombra gentileza de alguna sombrilla serigrafiada con el nombre de alguna bebida con sabor a cola. Y si a todo lo anterior sumamos una cerveza bien tirada por el camarero, con la cantidad de espuma perfecta, no hay duda de que hemos muerto y estamos en el paraíso.
¿Qué mejor manera hay de celebrar el fin de los exámenes de septiembre y el fin del verano que con una perfecta cerveza con espuma? Sin duda no hay mejor manera. Pero hay un problema. Probablemente, el problema no resida en cómo celebrar septiembre sino en el motivo de dicha celebración, ya que en septiembre lo más importante aún está por llegar.
Si buscamos la relación entre la cerveza y la MLB, dicha relación toma forma de club en Milwaukee. Los Brewers son expertos en la bebida que ha proporcionado más fuerza a algunos que las míticas espinacas a Popeye. Su condición de expertos no se debe solo a su nombre, esa comparación sería demasiado simple y evidente, incluso para mí, sino a que como la espuma de la cerveza, su brillo y presencia se ha ido reduciendo con el paso del tiempo. La espuma perfecta no dura eternamente.
Los Brewers sirvieron una perfecta cerveza en abril firmando un record de veinte victorias por solo siete derrotas para iniciar la competición. Pero como la espuma, el rendimiento del equipo y por ende el número de victorias ha bajado notablemente.
Si nos remontamos a esos primeros momentos de competición y echamos un vistazo a las predicciones realizadas y publicadas en las grandes plataformas divulgativas norteamericanas y europeas, no encontraremos al equipo de Milwaukee entre los favoritos para ganar la División Cental de la Liga Nacional. Pero al César, lo que es del César. Desde Sportsmadeinusa, Dani García aventuraba que este equipo podría competir por encima de sus posibilidades. Lo que en marzo era una predicción, seis meses después se ha convertido en una realidad, los Brewers están inmersos en la lucha por un puesto en postemporada.
En estos momentos, con un récord de 79-73 se encuentran a dos partidos y medio del segundo puesto que da acceso a octubre en calidad de comodín, Wild Card, ocupada en estos momentos los Pittsburgh Pirates (Jueves 18 de septiembre). Si la diferencia en el balance de victorias/derrotas es pequeña, la situación adquiere tintes dramáticos si tenemos en cuenta que en lo que queda de septiembre, es decir de temporada, ambos equipos se enfrentarán en tres ocasiones, viernes 19, sábado 20 y domingo 21. No hay dudas de que nos encontramos ante la primera serie de Playoffs.
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Desde el inesperado y victorioso inicio de temporada (20-7), el rumbo del equipo se ha ajustado más a lo que se esperaba de ellos, alternancia de victorias y derrotas con predominio de las primeras, demostrando ser un equipo competitivo que podía ganar a cualquier rival. Es indudable que ante un comienzo tan rotundo las expectativas no iban a parar de crecer. No puedes evitar que la afición se ilusione, que la prensa alabe las actuaciones en el campo y que se despierte la ilusión de hacer algo grande. No obstante, no es nada descabellado pensar que un equipo que cuenta con jugadores como el MVP de la Liga Nacional en 2011, Ryan Braun, Carlos Gómez, Lucroy, Aramis Ramírez, Garza, Lohse o Yovani Gallardo aspire a jugar en el último mes de competición.
Es inevitable analizar las razones de la caída del rendimiento del equipo. Las lesiones de Gomez, Braun y Garza han tenido un efecto notable y no sólo por el número de partidos que se han perdido sino por el número de encuentros que han disputado mermados. A este hecho, se le ha sumado que lanzadores como Lohse y Gallardo han visto como sus ERA han aumentado de manera exponencial al mismo tiempo que la calidad y efectividad de sus lanzamientos ha empeorado de manera significativa. Desde Milwaukee algunos sectores apuntan al banquillo, concretamente a Ron Roenicke, manager del equipo, así como a la falta de un líder sólido dentro del vestuario. Está demostrado que Ryan Braun no es un líder de grupo al uso, por lo que se espera que jugadores veteranos como Ramírez o Weeks tomen ese rol.
No se puede ni se debe obviar que los Brewers han dependido, quizás en exceso, del poder de su bate y su elevado número de home runs, y que son uno de los peores equipos en cuanto a bases por bolas conseguidas. Por otra parte, tampoco parece normal que un equipo en una temporada encadene dos rachas perdedoras, no consecutivas, de una victoria y once derrotas y de una victoria y trece derrotas.
A pesar de todo esto, han ocupado el primer puesto de la división durante ciento cuarenta y nueve días seguidos y han entrado en el último mes de competición en posiciones de Playoffs, que no está nada mal para un equipo que no estaba en la mayoría de quinielas hace medio año, por lo que la situación no me parece tan dramática. Pero como suele ocurrir, se cae muy pronto en el análisis inmediato y poco reposado. ¿Sería un fracaso llegar hasta aquí y «morir en la orilla»? Que cada uno saque sus propias conclusiones, pero ni en abril eran tan rematadamente buenos ni ahora son un desastre.
Se pueden dedicar páginas y páginas para debatir sobre todas las razones que comentábamos anteriormente, podemos despedir a Roenicke, lapidar a los jugadores pero…sería aconsejable no olvidar que ellos fueron los que han llevado al equipo al lugar que ocupan hoy día, a depender de sí mismos (y de los Cubs, última serie de la temporada y en la que los de Chicago se dejarán todo para aguar la fiesta a uno de sus rivales históricos) para seguir vivos. ¿No es eso lo que todos querrían? Lo importante está por llegar.