A finales de la temporada pasada el pitcher de los Yankees CC Sabathia confesó que tenía problemas con la bebida, que había entrado en un camino sin salida y debía abandonar al equipo para entrar en un programa de rehabilitación por su alcoholismo. No es el primer jugador que ha tenido problemas con el alcohol, y por desgracia no será el último.
David Wells
Conocido también como ‘Boomer’, fue un pitcher que jugó en diferentes equipos de la MLB, entre ellos los Yankees donde consiguió el decimoquinto partido perfecto de toda la historia de la Liga en 1998. Un partido, que según el confesó tiempo después, lo había jugado medio borracho. Su tatuaje de Babe Ruth ya era toda una declaración de intenciones, vivir y disfrutar de la vida, porque tres pasiones ocuparon su tiempo: la cerveza, las «tías buenas» y el béisbol.
El colapso de los Boston Red Sox de 2011
Ese año los Boston Red Sox iban directos hacia las Series Mundiales, pero durante un horrible mes de septiembre los de Boston encadenaron una racha horrible de partidos, 7 victorias por 20 derrotas, y se quedaron fuera de los Playoffs con un equipo plagado de estrellas.
El pitcher abridor de ese equipo, Jon Lester, explicó que durante toda esa temporada se bebió demasiado en el equipo, que los pitchers que no iban a jugar ese día se quedaban en el vestuario jugando a videojuegos, comiendo patatas fritas y bebiendo litros de cerveza. Que lo habían hecho todo el año, cuando fueron ganando, y también cuando fueron perdiendo. Durante ese mes, los tres pitchers más activos con las «fiestas», Lester, Lackey y Beckett, «consiguieron» un récord de 2-7 con un ERA de 6.45.
Además, el manager Terry Francona cerró los ojos ante todo esto, ya tenía suficiente con sus problemas matrimoniales y con sus dolores crónicos que lo llenaban cada día de analgésicos. Sabían que no era lo correcto, pero funcionó hasta el fatídico mes de septiembre.
Babe Ruth
‘El Bambino’ fue aclamado por su juego, por ser uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, aunque durante su época también fue conocido por ser un gran amante de la «Dolce Vita», su amor por las mujeres, el alcohol y la comida. Eran otros tiempos, el deporte era un entretenimiento falto de héroes, y allí apareció Ruth, para cambiar el juego para siempre. Fama, dinero y muchas ganas de divertirse, y en esas épocas los deportistas no perdían el tiempo mandando tuits, defraudando a Hacienda o estando todo el día ante el espejo. Unos preferían jugar, entrenar y quemar la noche, otros, como su compañero de equipo Lou Gehrig preferían una vida mucho más tranquila.
Cuentan que Babe Ruth tenía un partido contra la gente de los Chicago White Sox, algunos directivos se lo llevaron la noche anterior a cenar, copas, mujeres… hasta la madrugada. El día del partido Babe machacó a los de Chicago. Cuando Ruth salió del vestuario se encontró a esos directivos en el estadio y les preguntó: «¿dónde vamos esta noche?».
Como escribió David Wells en su autobiografía: «Babe Ruth se convirtió en mi primer héroe. Podía lanzar, podía batear, podía comer diecisiete perros calientes y batear una bola a quinientos pies. Comía demasiado. Fumaba demasiado. Bebía demasiado. Contrató prostitutas a docenas. ¿Qué más se puede pedir?.»
Mickey Mantle
Uno de los mejores jugadores de todos los tiempos fue un amante de las mujeres, la bebida y el béisbol. Murió de cáncer en 1995, probablemente por sus problemas con el alcohol ya que hacía unos años se ha había sometido a un trasplante hepático.
Empecé algunas de mis mañanas los últimos diez años con el «desayuno de los campeones», un gran vaso lleno o más de brandy, algunos Kahlúa y crema. Billy Martin y yo solíamos beber eso todo el tiempo, y yo lo llamaba «la bebida». A veces, cuando yo estaba en Nueva York sin nada que hacer, y Billy y yo estábamos juntos, nos deteníamos en mi restaurante en Central Park South en torno a las 10 de la mañana, y el camarero volcaba todos los ingredientes en una licuadora y los removía. Era un gran sabor.
En este artículo, Time in a Bottle, publicado por Sports Illustrated en 1994, nos cuenta en primera persona sus problemas con la botella.
Beber se había convertido en una rutina demasiado frecuente para mí. Una bebida para empezar el día, me gustaba salir a comer y tomar tres o cuatro botellas de vino en el transcurso de la tarde. Vino blanco. Vino tinto. No importaba, y yo no me preocupaba por la calidad. De hecho, pensé que si yo estaba bebiendo vino, no estaba realmente bebiendo. Para mí, el vino no era licor.
Wade Boggs
Boggs es un jugador que está en el número 95 de los 100 mejoresde todos los tiempos según la lista que publicó Sporting News en 1999, y también conocido por ser un supersticioso y un amante del alcohol. Cuentan que llegó a beberse 64 cervezas en un vuelo con el equipo y, cuando año después preguntaron a sus compañeros si esta leyenda era cierta, la respuesta siempre fue la misma: «no era la primera vez que lo hacía.» Explican que fue la superstición lo que le llevó a este consumo inhumano de alcohol, cuando empezó en el mundo profesional del béisbol consiguió impresionar a sus ojeadores en una práctica de bateo donde llegó con alguna copa de más, creyó que el alcohol le traía suerte, y así siguió durante toda su carrera.
Doc Gooden
Fue el jugador más joven que ganó el premio a Rookie del Año y el trofeo Cy Young, y si las drogas y el alcohol no se hubieran cruzado en su camino hubiera sido uno de los mejores pitchers de la historia. En su autobiografía, Heat, el jugador de los Mets cuenta que se perdió las celebraciones del equipo por las Series Mundiales de 1986 porque estaba totalmente colocado en el apartamento de un camello.
Steve Howe
Ganador del Rookie del Año en 1980 como closer en los Dodgers, en 1983 empezaron sus problemas con las drogas. Fue suspendido durante todo el año 1984 y varias veces más por sus flirteos con las drogas, clínicas de rehabilitación, expulsado de la MLB, readmitido de nuevo y terminó su carrera con los Yankees. Murió en 2006 de una sobredosis.
Steve Bilko
Bilko, primera base de Los Angeles Angels, era un gran aficionado a la cerveza, y una de esas noches locas decidió probar algo nuevo: llenó una bañera con cerveza, hielo y agua caliente consiguiendo así una sauna cervecera; allí se sentó e inhalaba el perfume de la birra mientras su garganta saboreaba otras cervezas en lata.
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