Hoy, 26 de mayo, se están cumpliendo 57 años de la extraordinaria gesta de Harvey Haddix cuando, enfrentándose a los Milwaukee Braves, hilvanó 12 innings perfectos y sin embargo perdió, constituyéndose para muchos en el mejor juego perdido en los anales de las Grandes Ligas.
El 26 de mayo de 1959 en el County Stadium, 19.194 aficionados estaban a punto de presenciar una hazaña sin precedentes del pitcher zurdo de los Pittsburgh Pirates Harvey Haddix, quien iba en búsqueda de su quinta victoria de la campaña tratando de extender la racha ganadora de su equipo que venía de coleccionar cinco triunfos consecutivos. Por su parte, los Milwaukee Braves, quienes eran los vigentes campeones de la Liga Nacional, regresaban a su hogar luego de una dura gira de 14 encuentros de la cual habían salido airosos en 9 desafíos, encontrándose en la cima del viejo circuito para ese momento a tres juegos de los San Francisco Giants y a 3 y 1/2 de los Piratas. El lanzador abridor de los Braves era el derecho Lew Burdette, quien había logrado 20 victorias en el anterior campeonato y en la zafra de 1959 coleccionaba una foja de 7 triunfos y 2 pérdidas para el momento del desafío.
Harvey Haddix era un lanzador zurdo de 1,75 m, nacido el 18 de Septiembre de 1925 en Medwey, Ohio, había iniciado su carrera con los Saint Louis Cardinals en 1952, habiendo debutado en las mayores el 20 de agosto con una victoria en juego completo ante los Braves quienes en ese momento jugaban en Boston, siendo, precisamente, el lanzador derrotado el conocido Lew Burdette. Con los Cardinals coleccionó sus mejores temporadas (en 1953 alcanzó las 20 victorias y en 1954 fueron 18). A partir de 1955 fue mermando su desempeño, lo que dio pié para ser traspasado en un primer término a los Philadelphia Phillies en mayo de 1956, luego a los Cincinnati Redlegs en diciembre de 1957 y para enero de 1959 llegó a Pittsburgh, con 33 años a cuestas, constituyéndose en todo un trotamundos de las Grandes Ligas.
En las alineaciones iniciales de ambas novenas destacaban por los Piratas el tercera base, Don Hoak (quien había venido con Haddix en el mismo traspaso desde Cincinnati), y el futuro miembro del Salón de la Fama, Bill Mazeroski, ocupando la segunda base. Cabe destacar que el inmortal Roberto Clemente no estaba jugando aquejado por algunas lesiones. Por el bando de los anfitriones destacaban los futuros miembros del templo de Cooperstown, Eddie Mathews y Henry Aaron alineados.
El partido perfecto
Tras dos entradas de eliminaciones, en el tercer capítulo de los bucaneros se montó la más seria amenaza hasta el momento. Iniciaron acciones con un imparable de Don Hoak, luego el cubano Roman Mejías, quien sustituía a Roberto Clemente como right fielder, conectó un roletazo por la antesala que sirvió para forzar en segunda a Hoak, embasándose Mejias. Le tocaba entonces el turno al bate a Haddix quien conectó un batazo al lanzador que no pudo manejar convirtiéndose en infield hit, sin embargo, Mejias pretendió avanzar hasta tercera base siendo atrapado entre segunda y tercera, resultando retirado finalmente por el antesalista de los Braves. En retrospectiva esta sería una jugada clave en el destino del partido, porque el siguiente bateador, el torpedero Dick Schofield, conectó un sencillo hasta la pradera derecha que con certeza hubiera significado que los Piratas habrían inaugurado el marcador; en cambio había dos fuera y hombres en tercera (Haddix había llegado hasta allí) y primera a la espera del remolque por parte del CF Bil Virdon quien falló con un elevado al jardín izquierdo.
«Tengo que ser el mejor pitcher que jamás haya lanzado puesto que le gané al tipo que lanzó el juego más grande alguna vez hecho» –Lew Burdette
Paulatinamente fueron cayendo los innings sin mayores sobresaltos y con Haddix labrando una joya en el montículo retirando uno a uno a la fuerte toletería de Milwaukee. Sin embargo, en la trinchera de enfrente, Burdette también estaba cumpliendo con eficacia al mantener en blanco a los filibusteros, concediendo solo 6 hits sin boletos hasta el inicio de la novena entrada.
En el inicio del noveno capítulo los Piratas volvieron a atacar cuando luego de un out, Bill Virdon conectó un inatrapable al center. El siguiente bateador fué el receptor Smokey Burgess quien en el juego previo de los Pirates, el 24 de mayo, había dejado en el terreno a los Cincinnati Reds con doblete impulsador y venía dispuesto a repetir su papel de héroe, evento que no sucedió al fallar con elevado al jardin central. Con dos fuera vino a batear Rocky Nelson, quien conectó su segundo imparable al lado derecho y moviéndose Bill Virdon a tercera. Con hombres en las esquinas y dos outs, vino a batear Bob Skinner, quien llevaba un sencillo en tres turnos. El lanzador Lew Burdette, quien ya mostraba signos de cansancio, apretó el brazo y pudo salir del atolladero inmaculado al obligar a Skinner a un roletazo a sus manos.
Haddix se dirigió al montículo en la final del noveno consciente de la situación, presto a retirar a la tanda baja de los Braves: Andy Pafko y Johnny Logan fueron retirados con ponche y elevado al jardín izquierdo sucesivamente, tocándole el turno al lanzador Lew Burdette quien por decisión del manager Fred Haney aún permanecía en el encuentro. Haddix rápidamente colocó al bateador en cuenta de una bola y dos strikes. Con el siguiente lanzamiento Burdette abanicó ponchándose y la hazaña se logró: !nueve innings perfectos por parte de Harvey Haddix!. Sin embargo el encuentro aún no concluía porque Burdette tampoco había concedido carreras.
Las entradas extras
En vista del empate a cero, el partido se fue a entradas extras no habiendo ninguna acción de peligro en la décima entrada por parte de ambos clubes. En la undécima entrada, Dick Schofield inició la tanda con sencillo al jardín izquierdo, pero fue sacado de circulación por jugada forzada en segunda base ante intento de sacrificio de Bill Virdon. El inning culminó con doble matanza ante batazo de Smokey Burgess.
Y, mientras tanto, Haddix seguía retirando a los jugadores de los Bravos en fila india (nunca mejor dicho). El undécimo y la décima segunda entrada cayeron 1-2-3, con lo cual Haddix completó la bicoca de 36 bateadores retirados de forma consecutiva completando 12 inninigs perfectos.
Nuevamente, en la 13ª entrada, los Piratas embasaron un toletero, pero al igual que los doce innings anteriores no pudieron cristalizar, sumando en el encuentro ocho jugadores dejados en base. La décima tercera entrada de los Braves comenzó con el boricua Félix Mantilla parado en la caja de bateo. Mantilla, un reemplazo defensivo solo bateaba .125 al momento de enfrentar a Haddix, quien después de 102 lanzamientos y 12 innings perfectos seguía en el montículo en una polémica decisión del manager de los Pirates Danny Murtaugh. El entrenador no hizo uso del relevista Elroy Face, quien en 1958 había quedado líder salvador de la liga con 20 rescates.
Mantilla conectó un rodado de rutina por tercera base que fue atrapado por el antesalista Don Hoak para lo que debería convertirse en el 37° retirado en fila de los Braves, sin embargo un tiro desviado de Hoak impidió que el inicialista atrapara la bola embasándose Mantilla por error. Esta jugada dio al traste el juego perfecto pero aún se mantenía el no hits no runs. Eddie Mathews se sacrificó pasando a segunda base Mantilla con la carrera del gane en sus piernas. Murtaugh tomó la decisión de pasar por boleto intencional al peligrosísimo Hank Aaron (bateaba .442 para ese momento) para enfentar al gigante Joe Adcock quien con cuenta de una bola le conectó una slider que se le quedó alta a Haddix enviándola entre el centro y la derecha. La bola pasó la cerca para convertirse en un jonrón anotando Mantilla, sin embargo por la emoción del momento Aaron abandonó la carrera luego de pisar segunda para unirse a la celebración siendo sobrepasado en la carrera por Adcock. Los umpires declararon out a Aaron concediendo la victoria a los Braves 2-0 (al día siguiente la liga determinó el batazo de Adcock como un doble impulsor de una sola carrera quedando el score final 1-0).
De esta forma, una de las mayores hazañas hechas por un lanzador terminó con las manos vacías. Tantas oportunidades de los Pirates en 13 entradas no fueron suficientes y un sólo incogible de los Braves les dio la victoria.
Tras el partido «imperfecto»
Haddix culminó la temporada de 1959 de forma decepcionante con record de 12-12 con 3.13 ERA y los Pittsburgh Pirates terminaron con 78 triunfos y 76 derrotas a nueve juegos de los Dodgers de Los Angeles, a la postre campeones mundiales de 1959. Sin embargo, 1960 se convirtió en una especie de temporada reinvidicadora tanto para Haddix como para los Pirates quienes se titularon campeones mundiales en siete vibrantes juegos ante los New York Yankees, venciéndolos en el desafío final 10-9 con el histórico jonrón de Bill Mazeroski en el final del noveno inning. El pitcher ganador de ese juego resultó ser ¡Harvey Haddix!.
Después de la temporada 1963, Harvey Haddix pasó a Baltimore, y en 1965 fue dejado libre por los Orioles a la edad de 39 años dando por concluida su carrera con un récord de 136-113 con un ERA de 3.63 y alcanzando 20 blanqueos e igual suma de salvados. Haddix posteriormente construyó una sólida carrera como coach de pitcheo en las Mayores pasando por varios equipos tales como New York Mets, Cincinnati Reds, Boston Rex Sox, Cleveland Indians y formó parte de la gran familia de los Piratas que se alzó con la World Series en 1979.
Empedernido fumador, murió a causa de efisema pulmonar el 8 de enero de 1994 a la edad de 68 años.
Comentan que Haddix, al terminar su grandioso juego, le preguntaron sobre si se daba cuenta de lo logrado. Sólo atinó a decir:
«Hubiese preferido permitir 6 hits y ganar el juego, no fui al campo para perder».
En la historia de las mayores sólo ha habido 23 juegos perfectos oficiales, siendo el más reciente el logrado por el venezolano Félix Hernández el 15 de agosto de 2012. Sin embargo, el mejor juego de todos se trata de un juego perfecto «oficioso» perdido por Harvey Haddix hace 57 años en Milwaukee, Wisconsin.
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