Durante los últimos años, los Seattle Mariners han llevado a cabo un ambicioso proyecto de renovación. El objetivo estaba claro: convertir al peor conjunto de todas las Grandes Ligas en el aspecto ofensivo en un equipo que pueda aspirar a jugar Playoffs. La solución también estaba clara: a través de su potente dueño, Nintendo, gastar unas cantidades muy altas de dinero para poder atraer cada offseason a algunos de los mejores agentes libres disponibles para complementar a la estrella local, Felix Hernández, y a jugadores desarrollados en su farm system como Kyle Seager, Mike Zunino, Dustin Ackley o Brad Miller.
Esas ansias de cambio se verían representadas en un nuevo manager, Lloyd McLendon. Ex-jugador de los Reds, Cubs y Pirates en los años 80 y 90, McLendon firmó como manager de la franquicia del estado de Washington tras la convulsa temporada 2013, en la que vino la renuncia del anterior manager, Eric Wedge. Hitting coach con Jim Leyland en los Detroit Tigers durante 7 temporadas, daba la impresión que no habría nadie mejor que el para convertir a un lineup débil en uno poderoso. Si alguien lo podría hacer sería el entrenador de bateo de Miguel Cabrera en su Triple Crown.
Antes del Spring Training de la temporada 2014 Jack Zduriencik y su oficina tuvieron una offseason con unas incorporaciones considerables. Se traspasaba a los Miami Marlins a un relevo llamado Carter Capps, dotado de una grandiosa recta que llega a 100 mph, pero con actuaciones poco consistentes, por Logan Morrison, jugador que había demostrado tener potencial de 20-25 HR por año, pero que en 3 temporadas con los de Florida se las apañó para tener un WAR de -0.2. Entre los agentes libres firmados se encontraban peloteros como Fernando Rodney, cerrador con los Tampa Bay Rays que se incorporaba por $14 millones durante 2 años, Corey Hart, 2 veces All-Star y con 154 home runs debajo del brazo de su etapa en Milwaukee, Willie Bloomquist, uno de los utilitys más destacados de la competición y Chris Young. Pero la joya de la corona llegó con la firma de Robinson Canó por 10 años y $240 millones. Poseedor de 2 Guantes de Oro y de 5 Silver Slugger Awards, MVP del Clasico Mundial de Béisbol, campeón de las Series Mundiales del 2009 y 5 veces All-Star. Todo ello en 9 temporadas en el Yankee Stadium en el que dejó una línea de bateo de .309/.355/.504 con 204 home runs, 822 impulsadas, 799 anotadas y 38 bases robadas con un WAR de 45.3.
El equipo iba bien. Felix Hernández recordaba a su temporada Cy Young. La rotación, complementada por Hisashi Iwakuma, James Paxton, Roenis Elías, Chris Young y, al final de temporada, Taijuan Walker, junto al bullpen liderado por Dominic Leone, Danny Farquhar, Tom Wilhelmsen y Joe Beimel, hicieron que el pitcheo de los Mariners fuera de los mejores de la liga. Pero seguían existiendo jugadores que no aportaban desde el punto de vista ofensivo. Abraham Almonte comenzó como el CF titular, pero no llegó a responder al nivel que se le esperaba. Su sustituto James Jones mejoró el nivel mostrado por Almonte, pero fue de más a menos. Para intentar subir el nivel de la posición, los Mariners participaron en un trade a tres bandas en el que se mandaba a Nick Franklin, joven campocorto con una buena mezcla de poder y velocidad, a Tampa Bay, mientras los de Washington recibían a Austin Jackson desde los Detroit Tigers, que no consiguió dejar satisfechos a la fanaticada marinera con sus tristes actuaciones. El primera base Justin Smoak y el designado Kendrys Morales ofrecían un nivel paupérrimo a diario. Eso provocó que Logan Morrison acabase como inicialista titular al final de la campaña dejando buenas sensaciones. Brad Miller apenas pudo batear .200 durante la primera parte de la temporada, aunque se convirtió en uno de los mejores jugadores ofensivos en la segunda mitad. Pero aun así el equipo vio una gran mejora respecto a temporadas anteriores, y se quedó a tan solo un juego de clasificarse a los Playoffs. Kyle Seager vivió su mejor temporada en las Grandes Ligas en la que logró llevarse el Gold Glove al mejor tercera base defensivo de la Liga Americana y su primer viaje a un All-Star. Robinson Canó mostraba el nivel que se esperaba de un jugador que gana $24 millones por temporada. Daba la sensación que con la incorporación de un bateador «top» los Mariners serían un equipo candidato a todo.
Se firmó a Nelson Cruz, líder en jonrones de la MLB en 2014, y a Seth Smith, jardinero con una buena trayectoria. Ya está. Los Seattle Mariners eran considerados el rival a batir en la American League. Pero al empezar la temporada si vió que quizás los pronosticos no iban a funcionar.
Dominic Leone, Fernando Rodney, Taijuan Walker, Danny Farquhar, Robinson Canó y Mike Zunino estaban irreconocibles. El equipo no bateaba, el bullpen dejaba escapar victorias seguras en numerosas ocasiones y la rotación no estaba tan fina como el año anterior. En estos momentos (All-Star Break) los Mariners se encuentran en la cuarta posición de la AL West a 7,5 partidos de la cabeza con record de 41-48 (.461) y a 7 partidos del comodín. La temporada pinta fea, muy fea, feísima. La postseason parece imposible, aunque todavía hay tiempo.
Aun así, se puede ser optimista y se ven cosas que pueden ser muy buenas para el futuro. Brad Miller se encuentra entre los mejores cinco shortstops de la Liga Americana. Nelson Cruz es el mejor designado de la liga. Robinson Canó a pesar de sus bajones es Robinson Canó, al igual que Kyle Seager. Mike Zunino demuestra que tiene potencial para ser All-Star en el futuro. Austin Jackson recuerda a sus mejores momentos en Detroit. Seth Smith es un muy buen bateador. Taijuan Walker empieza a dar señas de todo su potencial dominando a los bateadores a su gusto. Felix está entre los mejores cinco pitchers de la MLB. Hay que ilusionarse, consideremos este año como de transición. Estoy convencido de algo, en un periodo de 5 años veremos a los Mariners en unas Series Mundiales, seguro.