Carlos Luís Iglesias de la Cueva es un héroe. Si el mundo conociese su historia, millones de peregrinos emprenderían su camino a Madrid, solo para poder respirar el mismo aire y pisar el mismo suelo que él. Es, definitivamente, un espejo en el que mirarse, sobre todo si no eres el “conocido” de tu grupo de amigos. Sí, compañeros y compañeras, Carlos Luís es hermano del ídolo de generaciones de jóvenes y no tan jóvenes, del hombre al que muchos admiran y otros tantos envidian, tanto por su agenda como por sus memorias y cuenta corriente, es el hermano de Julio, de Julio Iglesias.
Allá por 1969, mientras Julio comenzaba a conquistar al mundo y sus mujeres a ritmo de “La vida sigue igual”, y Carlos, por su parte, ejercía como médico; en Missouri, dentro de una de las expansiones de la Major League Baseball, se establecía un nuevo club que tendría su hogar en la ciudad más grande de The Show Me State, Kansas City, y recibía el nombre de Royals.
El menor de los hermanos Iglesias es un hombre que, lejos de los focos, ha tenido y tiene una buena vida, con un buen empleo, casado y con hijos. Pero ¿cuántas noches de guateque veía como su hermano conectaba un grand slam, mientras él anotaba una carrera después de un wild pitch? Al igual que Carlos, los Kansas City Royals han sufrido lo que implica vivir a la sombra de un mito, en su caso los St. Louis Cardinalds. Campeón de las Series Mundiales en dos ocasiones en los últimos diez años y de la Liga Nacional tres veces en este mismo periodo de tiempo.
En Saint Louis todo es bonito desde… desde siempre. Si hacemos un rápido recuento histórico nos encontramos nada más, y nada menos que con el club que más World Series ha ganado, once, sólo por detrás de los Yankees.
En Kansas, la vida es diferente. Con un mercado menor pero con un gran apoyo popular, el Kauffman Stadium ha visto a sus jugadores hacerse con el anillo de campeón en una sola ocasión. Las Series Mundiales de 1985, que recibieron el sobrenombre de Show-Me Series y de I-70 Showdown Series son recordadas por muchos y diferentes motivos. Cardinalds y Royals se enfrentaban por el cetro del béisbol, resultando vencedores los últimos en el séptimo partido al que se llegó tras un polémico sexto en el que Don Denkinger, árbitro de primera base, cometió uno de los errores más recordados en la historia de este deporte.
Desde aquella victoria sobre sus vecinos, los Royals se preparaban para vivir su época dorada. Las temporadas siguientes estuvieron llenas de victorias y de buenas noticias, entre ellas la llegada de uno de los jugadores destinados a cambiar la historia del béisbol, Bo Jackson, al que una lesión apartó prematuramente de los ball parks. A pesar de todo, los de Kansas nunca volvieron a jugar en octubre y siguen sin hacerlo.
En las últimas temporadas las buenas noticias llegan con cuentagotas a la ciudad del oeste de Missouri. Cuando un equipo encadena años plagados de derrotas, y de esto los fans de los Cubs saben bastante, cualquier mínimo signo positivo se valora mucho y, en ocasiones, se magnifica. Asimismo, las expectativas y el nivel de exigencia disminuyen, de forma que ya los playoffs no tienen por qué ser el objetivo anhelado.
Los Royals se encuentran en este punto. Tras diez años de malos resultados, el pasado domingo aseguraban, que pase lo que pase en los últimos partidos de la temporada regular, acabarán con más victorias que derrotas y lo hicieron de la manera más espectacular posible: walk-off grand slam en entradas extras. Justin Maxwell, que llegaba en verano desde Houston en un traspaso que pasó bastante desapercibido, mandaba la bola más allá de los límites del campo.
Ya han igualado el número de victorias de 2003, y el debate se centra ahora en las posibilidades de futuro de este equipo. En este punto, es necesario retroceder al invierno, cuando decidían mandar a un gran prospecto como Wil Myers a Tampa a cambio de varios jugadores entre los que destacaban los lanzadores James Shields y Wade Davis. Tras este movimiento, las críticas de prensa y aficionados arreciaron ya que veían al outfielder como una de las piedras angulares del proyecto de los Royals. Curiosamente, en septiembre de 2013 ya esas voces no resuenan como cuando el frío cubría los estadios. A Shields y a Davis ya les esperaba en Kansas City Ervin Santana, llegado desde los Angels en octubre. Los citados lanzadores se unían a Guthrie, catorce victorias este año, Mendoza, Hochevar, Chen, Holland, cuarenta y cinco saves, Crow, Collins… situando a los Royals como el quinto equipo con menor ERA (3.45) de toda la liga.
En cuanto al resto del equipo es necesario hablar de Salvador Pérez (23), All-Star en 2013, Eric Hosmer (23), un jugador que ilusiona cada vez que sale al campo, Alex Gordon (29), dos veces ganador del Gold Glove Award y All-Star en 2013, y Billy Butler (27), All-Star en 2012. Estos cuatro jugadores forman la columna vertebral sobre la que debería girar el club en los próximos años, que están bien acompañados por buenos jugadores como Alcides Escobar, Mike Moustakas, Lorenzo Cain, Maxwell…
Alcanzar uno de los puestos de wild card es un objetivo imposible a estas alturas, pero los seguidores de los Royals tienen que estar más que orgullosos de su equipo y de la temporada que han realizado. ¿Es necesario llegar a playoffs para calificar una temporada como espectacular? No. Nadie esperaba una temporada así. Alcanzar esta cantidad de victorias no es una tarea fácil, ya sólo por esto el año tiene que calificarse como un verdadero éxito y no tener prisa con este equipo.
Este es un momento para disfrutar de lo conseguido. Errores y aciertos son cometidos por todos los clubes y sólo el tiempo dirá si desde Kansas acertaron tratando de construir un grupo que diese réditos a corto plazo. Pero no hay que olvidar que este conjunto de jugadores tiene futuro y, por ende, los Royals.
No obstante, habrá tiempo de sobra durante la offseason para pensar y discutir sobre éste y otros aspectos. Mientras tanto, como hacían Carlos Luís y Julio tras sus noches de guateque hay que valorar y disfrutar lo conseguido, porque, al fin y al cabo, las victorias siempre dejan buen sabor de boca.