Hace un par de semanas escribí sobre como es pasar de la lomita a position player, transición que fue más frecuente en los comienzos del deporte. El cambio de posición 2.0 y moderno es el del jugador de posición a lanzador, son los famosos «converted pitchers», si bien hubo algunos casos aislados en los 80 y 90, hoy es mucho mas frecuente ver ex-jugadores de posición lanzando.

Joe Nathan (Detroit), Sergio Santos (New York Yankees), Sean Doolittle (Oakland), Kenley Jansen (Los Angeles Dodgers), Jason Motte (Chicago Cubs), Carlos Martinez (St Louis), Pedro Strop (Chicago Cubs), Rafael Soriano (ligas menores con los Cubs), son algunos de los jugadores de posición convertidos a lanzadores que hoy están en MLB. Algo en común, salvo por el jugador de los Cardinals que es abridor, es que son todos relevistas de últimos innings o closers, por lo que nos lleva a una primera conclusión que los «nuevos convertidos» poseen como principal virtud ser «lanzallamas» ya que la mayoría de ello llega a 95 mph con facilidad, algo fundamental para el rol.
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Los motivos para reconvertirse en pitchers son comunes en la mayoría de los casos: lesiones, bajo rendimiento, pobre bateo, Por ejemplo, compartimos los casos de Doolittle, Jansen, Motte y Santos:
- Lesiones, Muchos jugadores están «maldecidos» y son recurrentes a caer en ellas, sobre todo en su vida en la menores ésto los perjudica mucho su desarrollo. Éste es el caso de Sean Doolittle (ex-1B) que sufrió reiteradas lesiones en sus muñecas y rodillas en su estancia en las Menores de equipo de la bahía.
- Buenas herramientas defensivas, pero bajo rendimiento en el plato. Jason Motte (ex-catcher) optó por la lomita por esa razón, excelente con el guante, pero con el madero en 4 años tuvo una slash line de .176/208/280 en las granjas de los Cardinals.
- Bajo rendimiento y no llenar las expectativas. Sergio Santos (ex-SS) entra en esta categoría, seleccionado en la 1° ronda del año 2002 por los Diamonbacks, por su falta de progreso, y luego de deambular por 5 años en diferentes organizaciones. Los White Sox, le dieron un ultimatum: «intentar ser pitcher, o serás cambiado o dado de baja».
- Aprovechar una fortaleza del jugador (el brazo). Kenley Jansen (ex–catcher) naufragó en el farm system de la organización de Chavez Ravine. Su mayor mérito en esa instancia era sacar out al 38% de los base runners. Significado: una bazuca en el brazo, y los scouts tomaron nota de eso, tomándole solo 2 años hacer la transición y llegar a las Mayores.
En edad de little league y high school, es común que los jugadores en su comienzo dividan sus funciones entre la lomita y el campo. A medida que van avanzando en edad y de nivel de exigencia según las herramientas con la que cuenten, se especializan en una sola posición, aunque hay algunos que llegan hasta el nivel de college jugando ambas posiciones como es el caso de Sean Doolittle, ya que fue pitcher/1B hasta su último año en la universidad de Virginia, pero fue seleccionado por los A’s como 1B, y toda su carrera profesional hasta su conversión fue en la primer almohadilla. Pero este caso es un poco particular ya que la mayoría de los «reconvertidos» no poseían experiencia previa como lanzadores en un nivel de competencia organizado.
Buscando datos para realizar este artículo, me sorprendí gratamente que los Cardinals y Cubs son dos organizaciones que trabajan para «reconvertir jugadores de posición a pitchers». Tienen un staff que se dedica exclusivamente a encontrar «algo» en un jugador con sus días contados en el club. Cada jugador es un activo en las organizaciones el cual demanda dinero y tiempo para desarrollarlo. Equipos como Saint Louis y Chicago no están dispuestos a darse por vencidos, es por eso que realizan el último intento con un jugador, tratar de sacarle algún provecho antes de darlo de baja o cambiarlo.
John Vuch, Farm Director de Saint Louis, sobre la filosofía de los Cardinals en éste aspecto:
«Una vez que descartas a un jugador renuncias a cualquier valor que tenía como activo de la organización. Si puede lanzar entre 80-85 mph ya tiene nuestra atención, pero si la velocidad llega a 85-89 mph, hay esperanza».
El aprendizaje
No es una tarea fácil enseñar a un jugador ya desarrollado la nueva posición, y el primer gran obstáculo con el que se encuentran los jugadores es aprender a lanzar desde una posición fija y elevada (tanto infielders como outfielders hacen sus disparos con el cuerpo en movimiento). Pero el aspecto positivo de esta enseñanza adulta es que los pitching coaches pueden moldear a placer al pitcher, sobre todo en lo que respecta a su mecánica y delivery a la lomita, tratando de buscar un movimientos fluidos naturales. Otros puntos críticos en el aprendisaje son el control de sus pitcheos, mantenerse en la strike zone, y luego enfrentarse a un bateador. Los instructures de pitcheo mencionan cinco claves fundamentales para el aprendizaje: Paciencia, Persistencia, Repetición, Incrementar la presión, Brindar retos al lanzador.
Serás un thrower pero no un pitcher
¿Que significa esto? Que estos nuevos pitchers modernos podrán pisar las 100 mph en el radar pero nunca llegarán a desarrollarse como lanzadores integrales, ya que un pitcher establecido tiene un repertorio variado con un lanzamiento principal y dos o tres lanzamientos secundarios sólidos para apoyarlo, los cuales van desarrollando en su carrera colegial y en las Minors, incluso estando en las Mayores. Por eso pedirle a un jugador que está aprendiendo la posición, tal diversidad de pitcheos es demasiado y salvo el caso de Martinez, la mayoría son «especialistas» de 7°, 8° y 9° inning, en dónde la velocidad de sus rectas es fundamental, y además tienen medianamente desarrollado un lanzamiento secundario para tratar engañar a los bateadores. Pero la todos viven y mueren con su fastball.

Los converted pitchers más exitosos:
Bob Lemon (ex-utility). El pionero de todos, llegó a las Mayores en 1941 como utility man para los Indians pero tan solo fue por 2 años ya que dejó el deporte para enlistarse en ejército. En su regreso cambió el campo por la lomita y tuvo una carrera magistral de 12 años en los que acumuló 7 presencias en el All-Star, un no-hitter, 3 veces campeón de victorias y una de ERA en la American League y fue exaltado al Baseball Hall of Fame en 1976.
Trevor Hoffmann (ex-SS). 18 años de servicio en MLB, insignia de los Padres por más de una década (también jugó con Marlins y Brewers). Sus 601 saves fueron récord hasta que Mariano Rivera se lo quitó en el año 2011. Era una garantía para el 9° inning; sus 1.133 strikeouts y su ERA de 2.87 lo respaldan.
Troy Percival (ex-catcher). Jugó por más de 15 años en las Mayores saliendo desde el bullpen mayormente como closer. Terminó con 359 saves, fue 4 veces All-Star y ganó una World Series.
Dave Stieb (ex-OF). Elegido a 7 juegos de estrellas, un no-hitter, campeón de ERA de la American League, campeón de las Serie Mundiales en 1992, nada mal para un outfielder elegido por los Blue Jays que se transformó en pitcher en sus granjas.
Tim Wakefield (ex-1B). Conocido por su knuckleball y su longevidad en las mayores (19 años). Fue un primera base que al encontrarse atrapado y sin poder subir del nivel Single A en las Menores de los Pirates, influido por sus coaches se reinventó como nudillero. 200 victorias, 1 All-Star y 2 World Series hicieron ver que la decisión fue la correcta.
Personalmente creo que vamos a seguir viendo estas transiciones y tal vez cada vez más frecuentes gracias al increíble deseo de los jugadores de estar en la gran carpa. La mayoría esta dispuesto a todo y hacer el intento en la lomita es sin dudas dejarlo todo por cumplir un sueño. Otro de los motivos es que los equipos cada temporada necesitan más brazos frescos para su bullpen ya que el desgaste, las lesiones y las actuaciones hacen que los relevistas sean vitales para el futuro de las organizaciones. Tengo la certeza que vamos a ver a muchos más equipos siguiendo el camino de Cubs y Cardinals, especializándose para buscar talento en el brazo de jugadores que no llenan las expectativas.