La foto, es una jugada de aquel espectacular séptimo partido de las finales de la NBA de 2010 celebrado en el Staples Center, que enfrentaron a Los Ángeles Lakers vs Boston Celtics, y que coronaron como campeones a los angelinos por 16ª vez en su historia, quedándose así a un solo título de los 17 que poseen los de Boston.
Los dos equipos con más entorchados en la historia, hoy, 3 años y medio después de aquel partido y a escasos días del comienzo de la temporada 2013-2014, viven una situación totalmente distinta.
Ambos tienen problemas de lesiones con sus dos jugadores franquicias (Rondo declaró hace poco no querer arriesgar en su regreso a las pistas, y a Kobe no se le espera hasta Diciembre), y ambos se han visto envueltos en quizás los dos movimientos de mercado más importantes de esta offseason, como es la firma de Dwight Howard por los Rockets (desechando así la opción de continuar en L.A.), y el traspaso entre Brooklyn y Boston, deshaciéndose los Celtics de sus dos figuras más importantes en la última década como son Paul Pierce y Kevin Garnett, recibiendo a cambio una ristra de jugadores provenientes de Brooklyn, siendo quizás Gerarld Wallace el de mayor relumbrón.
Además, en los banquillos, a Mike D´Antoni se le ve más como un mediador que como un entrenador de peso y poder en un vestuario claramente dirigido por Bryant, y en Boston, han sufrido aquí para mí su peor perdida, la decisión de dejar ir a Doc Rivers. Si alguien era capaz o al menos tenía muchas opciones de lograr conseguir que las ausencias de Pierce y Garnett fueran minimizadas, ese era Rivers, un hombre que llevaba 9 años en Boston, que conocía la franquicia perfectamente y que además, era el entrenador que le había dado al ahora jugador franquicia de los Celtics Rajon Rondo todo el peso en el vestuario que este se ha ganado en la cancha. Cierto es que decían que la relación entre Rondo y Rivers no era la mejor posible, pero aun así ese binomio unido a la aportación que se espera de un cada vez mejor jugador Jeff Green, daba más esperanzas a los aficionados célticos de superar con unos resultados aceptables un año que pinta difícil para los de Boston.
Las novedades de ambas franquicias en relación a fichajes han sido varias, pero ninguna de una importancia muy elevada . Los Lakers, además de perder a Howard, decidieron prescindir de Metta World Peace (antes conocido como Ron Artest), y se han reforzado con jugadores de un nivel aceptable pero que no han tenido un peso importante en la liga. Jugadores como Kaman para acompañar a Pau en el poste, las llegadas (entre otros) de Nick Young , Wesley Johnson y Marcus Landry para reforzar el perímetro Laker, o la vuelta a la NBA tras su periplo europeo de Jordan Farmar, para refrescar de minutos a los veteranos bases angelinos Nash y Blake. En Boston, quizás cuenten con una plantilla un escalón inferior a la angelina, ya que a las numerosas llegadas desde Brooklyn (Wallace, Humphries, Brooks…) solo destacan las llegadas de los novatos; la del pívot brasileño procedente de la ACB Vitor Faverani, y la ilusionante llegada desde la Universidad de Gonzaga de Kelly Olynyk, que junto a Rondo (cuando regrese de su lesión) y Jeff Green, serán la gran esperanza celtica para este año. Además en Boston, la gran novedad es la llegada del nuevo entrenador de tan solo 37 años Brad Stevens, que viene de ser el Head Coach de la Universidad de Butler (Indianápolis) los últimos 6 años.
Las plantillas son diferentes, en Los Ángeles vemos un gran número de jugadores muy veteranos que quizás estén dando sus últimos pasos sobre una cancha de basket, y en Boston, vemos un proyecto que se inicia con un equipo en su mayoría joven y con un entrenador muy joven, pero el destino es el mismo, los playoffs. No sería ninguna locura el pensar que ninguno de los dos equipos estén este año en playoffs, cosa que para estas dos súper franquicias seria un palo enorme, ya que Los Ángeles Lakers llevan sin faltar a playoffs desde 2005 y los Boston Celtics desde 2007, antes de la llegada del Big Three.
Además de sus problemas internos, se les añade uno que es más importante como es el deportivo, ya que ambos se encuentran en divisiones complicadas en sus respectivas Conferencias. Los angelinos, además de tener en el siempre conocido como su hermano pobre (Los Ángeles Clippers) a un rival superior dentro de la División Pacifico, deben añadir a su difícil tarea de alcanzar playoffs, la irrupción de unos Warriors que de la mano de Curry les pondrán muy difícil su labor. Por su parte los Celtics, dentro de la División Atlántica, se les ve como el tercero en discordia en una división que estará marcada por la batalla de New York entre los Knicks y los Nets.
Nadie puede sacar la bola mágica y predecir que va a suceder, pero está claro que la temporada que se nos presenta no va a ser nada fácil ni para unos ni para otros, pero que no se le olvide nunca a nadie que son dos grandes, dos equipos marcados siempre por la épica y por tener un espíritu competitivo que va mas allá de lo normal, y que a buen seguro, lo darán todo para llevar los más lejos posible a los dos equipos con más títulos en la historia de la NBA.