“Quiero ser el mejor jugador de la liga”. Con esta clara declaración de intenciones, Kyrie Irving daba comienzo la semana pasada al training camp de los Cleveland Cavaliers. No está nada mal para volver de las vacaciones, parece que viene con las pilas cargadas y seguro que los aficionados de los Cavs agradecen esa predisposición. Aún así, hay muchos jugadores más luchando por alcanzar esa meta e Irving tiene aún muchos años por delante para conseguirlo. Hace falta construir una base grande que te catapulte a la cima del baloncesto americano y muchos factores favorables alrededor tuyo para poder alcanzar ese objetivo.
Entonces, ¿qué necesita el joven base de 21 años para “ser el mejor”? ¿Sobre qué se tiene que apoyar y cuáles son los factores que influirán en el transcurso de la temporada? Aún así, ¿es esa realmente la meta que necesita marcarse el base de Cleveland para este año, o es más urgente y conveniente llevar primero a los Cavs de nuevo a los Playoffs?
Lo primero que necesitamos entender para saber si Irving está preparado para liderar a su equipo, es la actual situación de la franquicia de Ohio con respecto a los tres últimos años. Tras la marcha de LeBron James a Miami Heat en el verano de 2010, Cleveland pasó en tan sólo una temporada de obtener 74,4% de victorias y liderar la Conferencia Este, a ganar el 23,2% de sus encuentros y finalizar en 15ª posición. En las dos últimas campañas, han conseguido un total de 31,8% y 29,3% de resultados positivos respectivamente, finalizando en el puesto 13 del Este en ambas ocasiones. ¿Cuál era la solución para este problema? Tener un líder sobre el que cimentar el proyecto para relanzar la franquicia.
De estas tres temporadas, Kyrie Irving ha estado presente en las dos últimas. Fue seleccionado como número uno del draft de 2011 y desde su debut en la NBA, no ha hecho más que demostrar su enorme calidad y la progresiva mejoría de sus números. De los 18,5 puntos y 5,4 asistencias por encuentro en su primera temporada, donde ganó el premio al Rookie del Año, avanzó a los 22,5 puntos y 5,9 pases de canasta en la pasada temporada, la de sophomore, además de ser seleccionado para su primer All-Star Game. ¿Son números atribuibles a un futuro mejor jugador de la liga? Si continúa de ese modo, no hay duda que lo podrá lograr en un futuro no muy lejano. Aún así, el objetivo de Irving debe ser el de liderar los Cavaliers para meterlos en Playoffs por primera vez desde que se marchó LeBron y que sea su propia progresión (con la ayuda de sus compañeros) lo que le lleve escalonadamente a cotas más altas en la NBA.
Jugar más allá de 82 partidos en la temporada es y debe ser el objetivo más claro de los Cavs esta temporada. Y sí, ello requiere de una referencia clara en el campo y sobre todo se necesita que sea madura, con mentalidad ganadora y con capacidad para echarse al equipo a las espaldas y estas necesidades las puede cubrir perfectamente Kyrie Irving.
De todos modos, este progresivo camino que le lleve personalmente a ser cada vez un jugador mejor, más completo y a la vez meter al equipo en la postemporada no lo puede hacer sólo. Para ello, los despachos de Cleveland se han movido este verano para armar un buen equipo alrededor de su joven estrella.
Pese a las destacadas bajas de Luke Walton, Omri Casspi, los de Ohio se han hecho con los servicios de Andrew Bynum, Earl Clark y Mike Brown como entrenador reemplazando a Byron Scott. En cuanto a lo que se moverá por la pista, no pasará desapercibida la presencia de Bynum que si está en buena forma y sus rodillas le respetan puede formar un dúo muy temible con Kyrie. En el banquillo, Byron Scott no contó con una nueva oportunidad para intentar demostrar que podía hacer funcionar al equipo y le han vuelto a dar la confianza a un viejo conocido del lugar, Mike Brown, el entrenador que dirigió a los Cavs en la mejor época de su historia reciente. Es cierto que Brown es un entrenador más de talla defensiva, pero cuenta con el bagaje de haber hecho de los Cavaliers un equipo ganador durante varios años, eso sí, con la inestimable presencia de LeBron James en el equipo.
Todos estos movimientos y la voluntad de Irving de querer ser el mejor también podrá ser un buen argumento para atraer a los habitantes de la ciudad a ir varias noches a la semana al Quicken Loans Arena, pabellón que no se ha vuelto a llenar para ver baloncesto desde la temporada 2009/2010, la última de LeBron en el equipo. La buena temporada de los Indians, aunque perdiesen el partido de wild card frente a Tampa Bay, y las actuales tres victorias seguidas de los Browns en la NFL, dan argumentos suficientes a los ciudadanos de Cleveland para ir a ver encuentros de sus franquicias.
Con los Indians fuera del mapa hasta abril y con los Browns en liza no más allá de febrero como máximo, Kyrie Irving puede ser el factor que haga emerger de nuevo el baloncesto como uno de los deportes punteros de la ciudad y, si el base cuenta con el apoyo de los fans, puede ser un escalón importante de motivación sobre el que apoyarse para devolver a la gente lo que recibiría de ella y, en consecuencia, le ayudaría a progresar para mejorar cada vez más en su juego.
Irving puede llegar a ser el mejor jugador de la NBA, es legítimo que quiera serlo, debe poner su atención en otros objetivos más colectivos y próximos en el tiempo. El año es bastante extenso y con innumerables imprevistos a esquivar. Mirando lo que tiene alrededor suyo para convertirse en “el mejor” jugador de la NBA, el apoyo de la afición, la pericia de Mike Brown y, sobre todo, cómo se ensamblen los nuevos jugadores en el equipo será lo que determine si el base titular de los Cavs puede llegar a ser el número uno este año o dentro de algunos, con lo que mientras sigue avanzando hacia esa cima (paciencia, el camino es bien largo), su máxima prioridad por el momento debe ser el de meter a su equipo entre los ocho primeros de la Conferencia Este y devolver a Cleveland al sitio que perdió tras la marcha del hijo pródigo, LBJ.