Una simple penetración a canasta fue la caída al infierno más absoluto. Una pequeña y decidida acción de ataque supuso el involuntario y cruel desenlace de pasar un año en el dique seco. Un salto y, al apoyar de nuevo, no solo se destrozó la pierna, sino todas las ilusiones de su temporada como rookie. Dos años después, y tras mucho trabajo, la situación de Julius Randle ha cambiado totalmente.
La transformación ha sido posible básicamente por el apoyo que tuvo de sus más allegados. Sin ello no se explica el actual buen papel que está protagonizando Randle en su segunda temporada completa en la NBA, aunque no cobraría ningún sentido sin la figura de su madre. “Cuando se lesionó me vio y empezó a gritar para que fuera hacia allá. Solté mi bolso y corrí hacia él para poder agarrar su mano”, asegura Carolyn Kyles, progenitora de Randle, en una entrevista.
Y es que sin este apoyo no habría sido posible la recuperación del joven jugador de Los Angeles Lakers y mucho menos que su actual entrenador, Luke Walton, le considere no solo una pieza fundamental de su roster, sino todo un aspirante a referente del mismo. “Este es su equipo tanto como de cualquier otro y queremos que sea un líder”.
Tras recuperarse de la grave lesión, y después de que los Lakers lleven tres años sin llegar a los Playoffs, Julius está en el punto de madurez apropiado y necesario para llevar al históricamente mejor equipo de Los Ángeles a jugar más allá del mes de abril de nuevo. El futuro pinta alentador pero, ¿cómo ha llegado a esta situación y cómo le han ayudado a levantarse y rendir de nuevo al máximo nivel?
La misma noche en que Randle se lesionó, le hicieron radiografías para determinar el alcance real de la lesión. Cuando se confirmó la rotura de la tibia de su pierna derecha, la consigna de su madre a la hermana y novia del jugador fue clara: mantener la calma para no preocupar aún más a Julius. “Comenzará a llorar si nos ve hacerlo a nosotras. Tenemos que aparentar fortaleza ante él”.
Cuando su mentor espiritual, Antonio McKenzie, llamó para preocuparse por su estado de salud, bromeó con él sobre que los analgésicos y medicamentos le habían ayudado a calmar y mitigar el dolor, pero en realidad la razón era otra. Las lágrimas de Randle tardaron poco en desaparecer ya que no vio a su madre derramar ninguna.
«Tenemos que ser fuertes ante él», Carolyn Kyles, madre de Randle, tras la lesión de su hijo.
Kyles fue quién crió a su hijo y quien, entre otras cosas, le apuntó para jugar al baloncesto en los Texans Titans de la AAU (Amateur Athletic Union) estadounidense. Entrenaba muchas veces con él, ya que ella también había jugado al baloncesto en su infancia y basaron su educación en el trabajo duro y ordenado, pero también en el plano espiritual. Con una fé cristiana muy profunda, Randle también se apoyó en este recurso para coger de nuevo confianza y salir de esta mala situación. “Le dije que se mantuviera firme ante la palabra de Dios no solo para superar la lesión y que no acudiera a él solo cuando las cosas fueran mal, sino que tuviera una relación tanto en lo bueno como en lo malo de la vida”, comenta McKenzie.
Durante el tiempo que estuvo lesionado, el jugador prácticamente no podía hacer nada por sí solo y pasaba muchas horas en casa que tenía que llenar de alguna manera. Partidas al NBA2K, visitas del entrenador de los Texans Titans y cartas de ánimo en su buzón procedentes de amigos de la Prestonwood Christian Academy, colegio al que acudió Randle de pequeño, permitían que la recuperación fuera mucho más llevadera. Pero como siempre, la mano de su madre estuvo allí para lo que necesitara, desde acciones sencillas como llevarle la comida o acercarle el andador para que pudiera ir al baño, hasta coordinarse con miembros de los Lakers para facilitar los traslados de Julius a las sesiones de rehabilitación.
Una importante ética de trabajo
Además de todo el apoyo moral que tuvo durante su recuperación, no podría haber adquirido de nuevo el nivel necesario sin poner de su parte. De todas maneras, Randle no es una persona cualquiera, sino alguien trabajador, meticuloso y con un alto sentido de la responsabilidad. Alguien que ama su trabajo y que quiere que se le valore por ello y por lo que hace jugando al baloncesto.
“No hablo mucho a no ser que esté en la cancha. Quiero que mi ética de trabajo y el trabajo que pongo en el juego hablen por sí solos. No tengo que decir a nadie lo que estoy haciendo, solo voy ahí afuera y lo hago”, puntualiza el ‘30’ Laker.
El ala pívot de los de oro y púrpura tenía claro lo que debía mejorar en la pretemporada: desarrollar su salto, estar más cómodo al jugar con su mano derecha y mejorar su defensa, principalmente sin el balón. Todo este trabajo bien realizado le está permitiendo asentarse como titular en los angelinos con números y datos muy sólidos noche tras noche. Sus 13,2 puntos, 8,7 rebotes y 3,5 asistencias, sumado a más de un 50% de acierto en el tiro hacen de él uno de los jugadores más polivalentes y necesarios actualmente en la plantilla de los Lakers.
Julius saca mucho partido de su corpulencia y tamaño para ayudar a su equipo en diversas facetas de juego. Es el canal principal para circular y volcar el balón al interior de la zona, es capaz de subir al poste, bloquear y generar opciones de pase o tiro a sus compañeros, pero sobre todo es un arma muy peligrosa recibiendo la bola en el exterior, fintando y penetrando a canasta. Su gran tamaño lo complementa con una gran arrancada y velocidad que hace muy difícil al resto de defensores poder pararle.
HIGHLIGHTS: Julius Randle finishes with 25 points and 12 rebounds, good for his team-leading ninth double-double. #NBAVote pic.twitter.com/VpRdRCVyHQ
— Los Angeles Lakers (@Lakers) 28 de diciembre de 2016
En unos Lakers en reconstrucción y con el claro objetivo de volver a jugar unos Playoffs, el propio Randle sabe que tiene una gran responsabilidad en esta plantilla pero también es consciente de que solo no puede llegar a ninguna parte. “Sé que me ven como uno de los líderes del equipo. Todo empieza desde mí, D’Angelo o el que sea para que seamos nosotros mismos. Las estadísticas no importan, se trata de jugar para cada uno de nosotros”.
Pero, sin duda alguna, lo que realmente destacable es que todo el trabajo realizado durante la rehabilitación y la ayuda de sus familiares, amigos y miembros del equipo le han ayudado a alcanzar un nivel muy bueno actualmente que el propio Randle sabe, siente y es consciente de que debe aprovechar. “Me siento genial, mi cuerpo está mejor que nunca y está volviendo a ser yo mismo”.
La base sobre la que está construida el actual y futuro liderazgo de Julius Randle en los Lakers es muy sólida. El tremendo empuje de su familia y amigos, sumado a su fé religiosa y su disciplinada manera de trabajar para salir de la lesión en su momento le han aupado a un excelente nivel que todavía no ha alcanzado su techo. Una de las piezas fundamentales para el futuro de la franquica está pulida para brillar, ahora solo queda esperar que cumpla las expectativas y que alcance las cotas de éxito que se espera de jugadores, o mejor dicho líderes, como él.