Ni le cortaron el pelo como a Sansón ni le alcanzaron con una flecha en el talón de Aquiles, pero aquella fuerza dominante de la pintura y los tableros de hace cinco años en Orlando no se ha vuelto a expresar como tal. Tampoco parece haber sido fruto de un hechizo, de una conjura ni de un mal de ojo, pero la autoridad, el aparente camino indudable hacia la dictadura entre los pívots y al reinado de las alturas pareció detenerse en el tiempo, sin visos de reconducir la dirección a corto plazo o de demostrar que un tropiezo, un bajón, una pausa en la carrera hacia el éxito lo tiene cualquiera.
Pero ese tiempo de duda, de punto muerto y de bache indefinido puede haber llegado a su fin. Quizás, aún no se sabe. Solo el tiempo, el avance de las semanas y del calendario lo aclarará, pero sobre todo del calor de sus compañeros y de su nueva afición pueden hacer funcionar de nuevo a una máquina creada por y para pasar por encima de aquello que se le ponga por delante. Como una locomotora a todo gas queriendo alcanzar un punto más de velocidad y fuerza mayor o como un tsunami deseando alcanzar con toda su fuerza la costa. Como aquella bestia aparentemente creada para suceder a Shaquille O’Neal en el dominio incontestable de los tableros.
El vuelo de de Dwight ‘Supermán’ Howard cayó desde su salida de los Magic. Un año en los Lakers y tres en Houston intentaron propulsar a un nivel superior las cualidades y la carrera de este jugador. En su primera aventura fuera de Florida, para crear una nueva dinastía que pusiera de nuevo a los angelinos en lo más alto de la NBA; en la segunda, para llevar a los texanos a competir por el anillo con los mejores del Oeste. Pero en ambos casos, la moneda no cayó por el lado de la cara, sino por el de la cruz.
Este verano ha buscado un nuevo impulso, un nuevo rumbo que seguir y otro objetivo con el que comprometerse, pero todo ello buscando la misma meta que se puso hace casi media década cuando cruzó el país hacia California: ser el mejor y demostrárselo a sus más críticos. Y lo ha buscado donde empezó todo, donde nació y se crió y donde comenzó a jugar al baloncesto. Sí, el estado de Georgia y su capital, Atlanta, tratarán de acoger de la mejor manera posible a Dwight para que en esta ocasión, de una vez por todas, retome el vuelo y la senda que nunca debió abandonar.
Un rey en busca de su trono
Con la capa de monarca o de Supermán a la espalda, todo eran risas y felicidad para Dwight en la ciudad de Walt Disney. Influenciado por esta fantasía o no, todo parecía fluir en la carrera de Howard antes de abandonar Orlando. En su última temporada allí, promedió 20,6 puntos y 14,5 rebotes por noche con un 57,3% de acierto en tiro, más que suficiente para demostrar su indudable calidad. Pero a partir de ahí, llegó la decadencia y la cuesta abajo:
- 2012/13 (Lakers): 17,1 puntos y 12,4 rebotes
- 2013/14 (Rockets): 18,3 puntos y 12,2 rebotes
- 2014/15 (Rockets): 15,8 puntos y 10,5 rebotes
- 2015/16 (Rockets): 13,7 puntos y 11,8 rebotes
Como un azucarillo en un vaso de agua o como el humo de un cigarrillo en el aire, la magia de Howard desapareció en gran parte, todo ello sumado a ciertos problemas en los vestuarios. Pese a que en su última temporada en Houston registró un 62% de acierto en tiro y fue la clara referencia en la zona de los de Texas, no llegó a formar el temible tándem que se esperaba junto a James Harden.
Por esta razón, su llegada a Atlanta es más que positiva para los él y para los Hawks. Es un punto y aparte, un capítulo nuevo en un progreso que nunca tenía que haberse visto ralentizado. Y la vuelta a la Conferencia Este puede devolverle a ese trono que nunca debió perder.
True to #atlanta. ?????? Let’s Go! pic.twitter.com/FJEFuHk9KX
— Dwight Howard (@DwightHoward) 16 de julio de 2016
Atlanta ha visto salir este verano de su vestuario a tres jugadores importantes como Jeff Teague, Kirk Hinrich y Al Horford, donde este último supone el factor más importante en la llegada de Howard. Si por Horford pasaban la mayoría de balones interiores de Atlanta la temporada pasada, ahora sin él Dwight va a ser el dueño y señor de la zona de los Hawks tanto en ataque como en defensa. En el plano ofensivo, además, cabe destacar que la poca influencia de ‘Supermán’ lejos de la canasta hace que todo su trabajo se vaya a tener que ceñir cerca de la zona o, evidentemente, dentro de ella.
Así, la parte ofensiva y defensiva de la franquicia cambiará, en especial la primera. Bajo la dirección de Mike Budenholzer, Atlanta ha sido una franquicia poco o nada egoísta. Sin un líder referente claro, maravillaron al mundo con su juego en equipo en la campaña 2014/15, donde solo los Cleveland Cavaliers les privaron de disputar las Finales por el anillo en una temporada inolvidable para la franquicia. Ahora, con la presencia de Howard en el equipo, habrá que ver cómo encajan las piezas para repartir los tiros y ejecutar los ataques de una manera eficiente. Si antes todos los jugadores estaban más o menos al mismo nivel, ese baremo se mantiene en la zona exterior, mientras que dentro aparece un nuevo actor convertido en claro referente del juego interior. De este modo, habrá que ver cómo rendirá en ataque Atlanta con una diferencia ostensible entre las dos partes de la ofensiva.
Aparte de averiguar cómo realizarán esta compensación, lo que está claro es que la atracción que hará Dwight de los defensores rivales permitirá tener a sus compañeros exteriores más espacios para lanzar desde fuera. Con jugadores como Kent Bazemore, Dennis Schroeder o el infalible Kyle Korver, entre otros, los Hawks pueden incrementar sus amenazas exteriores aún más. Sí, porque el 35% en triples, siendo los séptimos de la liga con más intentos, y el 45,8% en tiros de campo pueden mejorar, sobre todo en el primero de los registros.
Ahí es donde puede alzar su voz el grandullón de Howard, establecer su espacio y comenzar de nuevo el crecimiento en su carrera, en un lugar donde, siendo la indudable referencia, pueda generar ventaja a sus compañeros por un lado y aumentar su producción personal bajo los tableros. El 62% de acierto de la pasada temporada está bien, pero sus 13 puntos por noche son indudablemente mejorables. Puede hacerlo, tanto como mejorar la catastrófica marca en rebotes ofensivos de Atlanta en el curso 15/16: fueron los que menos capturas totales en ataque realizaron en toda la pasada campaña regular con solo 679. La franquicia que más cogió fue Oklahoma City, con 1.071.
El gran reto de volver a ser él mismo le espera a Dwight. Mucho tendrá que trabajar para ello, por supuesto, pero sobre todo se le tendrán que dar bien las cosas después de tantos obstáculos que ha encontrado en su camino hacia lo más alto. El hombre puede ser el único animal que tropiece con la misma piedra dos veces, pero Howard quiere que, a la tercera, vaya por fin la vencida y pueda lograr lo que seguramente más desea: recuperar el trono perdido de entre los mejores pívots de la actualidad y, por qué no, de las últimas décadas.