Si la luz no brilla donde debe brillar, si el corazón no late como debe hacerlo o si el aroma a seducción no estimula tanto allá donde antes le privaba a alguien, algo va mal. El lugar más atractivo, de la probablemente urbe más famosa del mundo, con dos de los equipos más emblemáticos de la historia de la NBA, parece que no logra atraer el interés de los aficionados. Y eso es un problema.
Pero más aún lo es eso que ha mantenido viva a la ciudad durante tantos años. Durante tantas décadas. Eso en lo que se fijaba todo el mundo y donde se dividía el país entero, independientemente de si el factor se gestaba fuera o dentro de los límites de la propia ciudad. Una pasión encarnizada que ha mantenido a generaciones enteras de americanos ante el televisor, cruzando miradas y desafíos entre barrios, durante años con el río Hudson de por medio, ya no se vive tanto. Como si se la hubiera llevado el viendo sin saber cuándo la va a traer de vuelta.
Con todo esto uno se refiere a la decadencia de la rivalidad entre los New York Knicks y los Brooklyn Nets, no en el interior de New York City, sino fuera de ella. Las rivalidades que parece que ‘venden’ y gustan ahora en la NBA son otras, como el duelo entre Warriors y Cavaliers –alimentado en gran parte por las últimas Finales– cuando se miden cara a cara Gasol y Nowitzki o cuando se enfrentan Derrick Rose y Dwyane Wade, por ejemplo.
The Knicks-Nets rivalry has reached peak stupidity.
— Joseph Flynn (@ChinaJoeFlynn) July 12, 2015
La razón por la que se extrae esta conclusión es sencilla y se mide por uno de los medios más concluyentes para saber qué es lo que le interesa a la gente. Y el resultado en este caso es aterrador. Agárrense a lo que puedan. Knicks y Nets sólo suman en conjunto 8 partidos televisados a nivel nacional en Estados Unidos para esta temporada, de los cuales únicamente uno es de Brooklyn. Al menos, resoplen, es contra los Knicks.
La explicación que se puede dar a este fenómeno, tragedia se le podría llamar, es el poco atractivo que tienen a nivel nacional para el resto de aficionados estadounidenses. Son dos equipos que el año pasado mostraron dudosas capacidades para ser competitivos. Poniendo al margen el evidente y desastroso caso del conjunto de Manhattan, los de Brooklyn se metieron en Playoffs por los pelos con un récord de 38-44 empatados con los Indiana Pacers, en una conferencia Este de lo menos competitiva. Flojita, vaya.
Una rivalidad que debe ser una batalla continua
Los New York Knicks de la década de los 70 o de los 90, aquel equipo competitivo que temporada sí y temporada también ponía orden y respeto en el Este del país, es el equipo que necesita la ciudad de Nueva York. También le haría falta un rival a la altura de aquellos Nets, por entonces en New Jersey, con Jason Kidd, Rochard Jefferson y Kenyon Martin, que dominaban al resto de equipos casi a sus anchas y que se quedaron a un palmo de la gloria en dos temporadas consecutivas.
A Nueva York le hace falta una batalla duradera, donde el duelo entre Carmelo Anthony y Deron Williams sea lo que pida la gente, lo que les haga rasgarse las vestiduras en la cancha y lo que les haga ganarse el honor de la ciudad, no por entrar justos en los Playoffs, sino por dominar la conferencia. A los neoyorquinos no les faltan razones por ir a ver jugar a su equipo contra el máximo rival de la ciudad, pero fuera de ahí parece que no es lo que quieren ver los aficionados. O así lo han entendido programando la parrilla televisiva de toda la temporada.
Un ejemplo donde sí se puede ver esa rivalidad es en otro de los deportes que más dinero y aficionados mueven en Estados Unidos: el béisbol. Los históricos New York Mets y los más que clásicos New York Yankees marchan primeros y segundos respectivamente en sus respectas divisiones de la presente temporada regular en la MLB. Lo que esto deja ver es que dos equipos competitivos, aunque en el béisbol jueguen en conferencias o ligas distintas, es lo que alimenta y conmueve no sólo el interés de los propios aficionados a la ciudad, sino del resto del país.
Los Knicks se desinflaron muy pronto la pasada temporada. Tanto, que la primera mitad de la misma la saldaron con un terrorífico 5-36 de récord. Mejor les fue a los Nets, con un 17-24 en el mismo periodo de tiempo, pero aún así no es suficiente. No lo es porque los aficionados se fijan en otras cosas, en otras estrellas y en lo que sí destaca. Desde los Cavs y los Bulls en el Este hasta los Warriors o Clippers en el Oeste. Y el daño que le hace a NYC es terrible, porque la memoria es muy mala (y muy corta a veces) y al final uno se fija en lo actual, en lo inmediato. Pero nadie se para a recordar el valor del pasado para aplicarlo al presente. Eso ya no vale.
Todo lo contrario en Los Ángeles
Pues sí. Parece que de las dos rivalidades entre ciudades que existen en la NBA, la que interesa de verdad es la del sur de California. Efectivamente, no puede ser otra que la que encarnan Los Angeles Lakers y Los Angeles Clippers.
Tomando el ejemplo de los de oro y púrpura, se podría asemejar mucho a la situación de los Knicks. Un equipo histórico en horas bajísimas y con una urgencia deportiva enorme para mejorar la imagen y subir puestos en la clasificación. Pero el caso de los Clippers es bien distinto. Son un equipo competitivo, temible, de Playoffs y con el que la gente se divierte. Y sobre todo, lo que puede acabar por atraer a la gente a ver esta rivalidad es que ahora son los ‘Clips’ los que le comen la tostada a los Lakers, cuando toda la vida ha sido al revés.
Proximity to each other doesn’t create a rivalry. Same reason Knicks-Nets is wildly overblown. https://t.co/a0NTJumn6i
— Josh Newman (@Joshua_Newman) August 24, 2015
El interés que parece que tienen los aficionados, y que así ha sido reflejado en el reparto televisivo de los partidos, es que entre los dos equipos de Los Ángeles habrá 43 partidos televisados a nivel nacional esta temporada. Por supuesto, muy lejos de los 8 de los dos equipos neoyorquinos, algo que deja por los suelos una rivalidad que podría ser de las más bonitas de la NBA, pero que ahora no se encuentra en su mejor momento.
Ahora depende de ambos conjuntos trabajar por separado para incrementar sus niveles y que, cuando estén a la par y en un nivel mucho más competitivo que el actual, puedan volver a enamorar al público estadounidense de la NBA. Pero sobre todo, poder recuperar uno de los duelos más bonitos, vibrantes y emocionantes que, por historia, honor y sobre todo por la ciudad que lo alberga, el universo del baloncesto se merece.