Probablemente las cosas más relevantes e históricas que suceden en el mundo del deporte surgen y comienzan en los días menos esperados. Probablemente, las leyendas y figuras más emblemáticas nacen de las decisiones aparentemente menos llamativas o de las que el aficionado está más acostumbrado, como es el despido de un entrenador. Pero seguramente de una de esas cosas, el 10 de diciembre de 1996 surgió uno de los mayores aciertos de siempre en la NBA.
Aquel día, LeBron James tenía once años y nadie imaginaba en lo que iba a convertirse unos años después. Michael Jordan acababa de ganar su último anillo en la NBA y los New England Patriots no habían logrado una Super Bowl aún. Bill Clinton era el presidente de Estados Unidos y Windows 95 era el sistema operativo usado por miles de usuarios en los ordenadores de todo el mundo.
En esa noche, los San Antonio Spurs tenían que jugar el 19º partido de la temporada 1996/97 en Phoenix ante los Suns. Previamente, el general manager de los San Antonio Spurs en aquel momento, Gregg Popovich, fulminó al entonces entrenador Bob Hill después de que el equipo comenzase la temporada con un récord de 3-15. ‘Pop’ decidió ponerse en el banquillo para revertir la situación y, desde entonces, ha realizado una trayectoria inigualable en un banquillo hasta el día de hoy, donde ya lleva 1.000 victorias en la NBA.
Gregg Popovich: 1000 wins Hornets: 857 wins T’Wolves: 813 wins Raptors: 664 wins Grizzlies: 635 wins Pelicans: 480 wins
— Justin Phan (@jphanned) February 10, 2015
En los 18 años que Popovich lleva como entrenador de la franquicia texana, ha desarrollado su actividad bajo una misma idea e identidad de juego, visible, notoria e irrepetible. Pero sobre todo con una frialdad y con una tranquilidad que no cambió al término del partido ante Indiana el pasado lunes, donde llegó al millar de triunfos en temporada regular.
“Llevo aquí bastante tiempo y he tenido buenos jugadores. Esa es la fórmula. Conseguir jugadores es difícil, pero he tenido la suerte de tener a los buenos”.
Por supuesto que hay muchos otros factores que influyen para poder tener éxito en la NBA, como rodearte de buenos jugadores y de una buena infraestructura. O ayudar a crearla, como ha hecho él todo este tiempo. Pero se puede suponer que gran parte de todo este éxito será suya si es el único entrenador de las cuatro grandes ligas americanas que sigue desde aquella fecha en el equipo en el que recaló. Cualquier otra franquicia de la NBA, NHL, NFL o MLB ha cambiado de entrenador desde diciembre de 1996. Incluso los Washington Wizards y los Detroit Pistons han tenido 12 técnicos en toda esta etapa.
Los cinco anillos y la noche que hizo llorar a Fisher y Kobe
Sin duda alguna, el legado que dejará Gregg en la NBA será muy difícil de olvidar, por no decir que imborrable. Aunque él es nativo de la pequeña localidad de East Chicago, al norte del estado de Indiana, su segunda casa siempre será San Antonio, donde todo lo que él ha realizado allí y lo que ha conseguido será por siempre patrimonio de los Spurs.
Uno de estos logros son los cinco anillos de campeón de la NBA. 1999, 2003, 2005, 2007 y 2014 nunca serán igual en esta ciudad al sur de Texas, pues fueron los años donde se vio consumado el sueño de miles de aficionados de una urbe que, si no fuera por este equipo, pasaría desapercibida por el mapa de Estados Unidos.
New York Knicks, New Jersey Nets, Detroit Pistons, Cleveland Cavaliers y Miami Heat el año pasado fueron sus víctimas en todos estos triunfos. Sólo uno de ellos, el conjunto que actualmente dirige Erik Spoelstra, les privó de alcanzar la gloria por sexta vez con las únicas Finales que han perdido en toda su historia, en 2013. Pero si una historia destaca entre todas las que ha vivido Popovich en su carrera, y concretamente en los Playoffs por el título, fue en las finales de Conferencia de 2003 ante Los Angeles Lakers.
Los californianos, comandados por Shaquille O’Neal y Kobe Bryant, venían de ganar los tres últimos campeonatos y llegaban de nuevo a los Playoffs dispuestos a revalidar de nuevo el título y llevarse el cuarto seguido. Pero unos emergentes Spurs les privaron de ello.
Aquel día, no sólo consiguieron eliminar a los vigentes campeones, sino que lograron que Derek Fisher y el mismísimo Kobe Bryant acabaran llorando en el banquillo. Algo inaudito y que ha quedado en los libros de historia de la NBA como una de las imágenes más recordadas por los aficionados a este deporte. Y eso únicamente lo ha conseguido Gregg Popovich de la mano de unos Spurs que, casualmente y a la postre, acabarían como campeones esa temporada.
Entre todos los logros que ha alcanzado el longevo entrenador de los Spurs en los Playoffs, también destacan otros hechos en los que evitó a otros jugadores y franquicias conseguir sus objetivos en la postemporada. Por ejemplo, no permitir a los Pistons hacer un ‘back-to-back’ (dos anillos consecutivos) en 2005, o ganarle dos Finales a LeBron James (2007 y 2014), único entrenador que lo ha conseguido.
Pero con el hito alcanzado en Indianápolis esta semana, ‘Pop’ también ha sellado su nombre en una lista selecta de récords de entrenadores de la NBA:
- Es el noveno entrenador que consigue 1.000 victorias en la NBA. El que más acumula es Don Nelson, con 1.335.
- Es el tercer entrenador más rápido en lograr esa marca, tras Phil Jackson y Pat Riley.
- Tiene uno de los mayores porcentajes de triunfos (68,4%) de toda la historia de la NBA.
Precisamente, en relación a este último punto, Popovich tiene una media y un rendimiento espectacular en este sentido en todas las temporadas en las que ha dirigido a San Antonio. Desde la primera temporada en la que fue desde el principio el ‘head coach’ de los Spurs, en la 1997/98, su equipo no ha bajado del 60% de victorias y ha superado el 70% en once ocasiones.
Poder llegar al selecto grupo de las 1.000 victorias es un hecho y una realidad para Gregg. Pero la categoría de leyenda ya estaba bastante alcanzada de mucho antes. Gracias a la gran regularidad mostrada en los últimos 18 años, su lugar en el olimpo de los entrenadores NBA lo tiene reservado desde hace mucho tiempo, sino no lo ha alcanzado ya pese a estar en activo. Y seguramente no bajará el listón ni la exigencia que siempre se ha autoimpuesto y se acabará retirando en lo más alto, donde siempre se ha sabido mantener.