Los Golden State Warriors están jugando peligrosamente con fuego y, si no lo remedian pronto, todo lo bueno que han construido hasta ahora podría verse derruido irremediablemente.
El entrenador Mark Jackson cuenta con una plantilla que ha hecho buenas cosas hasta el momento, pero que no está gestionando de igual manera entre todos sus componentes. La excesiva utilización de sus jugadores titulares puede acabar tensando la cuerda hasta un punto de que el cansancio físico y la acumulación de partidos cobre un alto peaje para los californianos.
Los jugadores más utilizados por los ‘guerreros’ este curso han sido Stephen Curry, Klay Thompson, David Lee, Andrew Bogut y Andre Iguodala, que han empezado de titulares todos los partidos que han jugado respectivamente. El ‘sexto hombre’ del equipo es Harrison Barnes y, junto a estos, el otro que ha disputado al menos un partido como titular (de hecho, sólo uno hasta ahora) ha sido Jermaine O’Neal. El resto de jugadores no ha jugado un solo encuentro de inicio aunque hayan estado presentes en todos ellos, como es el caso de Draymond Green y Marreese Speights.
De hecho, todos los titulares del equipo promedian más de 30 minutos en cancha excepto Bogut. Lo más alarmante es que algunos de ellos se pasan casi 38 minutos por partido jugando y son pilares fundamentales del roster, como es el caso de Curry y Thompson. El contraste lo realizan, como no, los suplentes del equipo, ya que ninguno de ellos llega a los 20 minutos de media por encuentro, exceptuando el ya mencionado y ‘más usado’ que sus compañeros de banquillo, Harrison Barnes.
Esto debería preocupar y mucho a los aficionados de Golden State. En estos momentos les quedan 33 partidos de liga regular, menos de la mitad, pero precisamente los más importantes para llegar en plena forma a la parte más importante de la temporada. Unos primeros síntomas de este problema puede haberse notado en las últimas semanas, donde los Warriors han pasado directamente de encadenar 10 victorias seguidas a perder 7 de los últimos 12 compromisos, dos de ellos en casa ante Washington Wizards y Charlotte Bobcats.
Por supuesto, queda mucho aún por recorrer, estamos todavía a comienzos de febrero y aún sin haber superado la ‘barrera psicológica’ del All-Star Weekend, esa que divide la temporada aproximadamente en dos partes y donde los equipos buscan enlazar buenas rachas de victorias que les coloquen lo mejor posible en la clasificación.
Precisamente el grupo de ocho conjuntos que jugarán la postemporada en la conferencia Oeste está bastante solicitado y los Warriors no están en la posición más cómoda posible precisamente como para empezar a ‘flojear’ en este tramo de la temporada. Ahora están séptimos (29-20), a 0,5 partidos de Phoenix Suns (29-19) y ligeramente por encima de Dallas Mavericks (28-21) y Memphis Grizzlies (26-21).
De este modo, la gestión de los minutos del equipo se torna como un aspecto fundamental para que puedan llegar con alguna opción en Playoffs de plantar cara a los rivales que lleguen con los minutos más repartidos. Lo positivo, es que Jackson aún tiene tiempo para solventar esto; lo malo, que con el ecuador de la temporada regular ya superado, encontrar una nueva fórmula de juego y un nuevo y mejor reparto de los minutos es bastante complicado.
Aún así, los Warriors han cosechado buenas estadísticas hasta el momento que les han permitido estar entre los equipos más destacados de la liga en estos meses de competición y a las que deben agarrarse para no descolgarse de los equipos que están por encima suyo en el Oeste.
Son los segundos que más rebotes cogen de toda la liga, inclusive los defensivos. También son los segundos que más triples anotan de la NBA y los sextos que más tiros de campo en total anotan. De hecho, en el campo de los triples Curry es el que más intenta de toda la liga (383) y el que más ha anotado hasta el momento (154) y es también el segundo que más asistencias por partido reparte (9,1), tan sólo por detrás de Chris Paul (11,2).
Que los Warriors se partiesen en dos y no pudiesen con el ritmo de juego de los rivales sería una malísima noticia para la NBA, pero peor aún para los jugadores y los aficionados. Una temporada tan larga exprimiendo a tan pocos jugadores puede acabar tensando la cuerda demasiado y hacer que un buen equipo hecho para ganar y llegar lejos se vea perjudicado por un ‘exceso’ de trabajo de las piezas más importantes de la plantilla.