La ciudad de Minnesota y el estado de Minneapolis entero deberán estar agradecidos de manera infinita a Kevin Love por lo que está haciendo esta temporada.
Llamémoslo animalada, brutalidad o simplemente atribuyamos dos sencillos conceptos como la paciencia y la constancia, además de su desmedida calidad, como los ‘culpables’ de una temporada en la que, si no fuese por la aportación del ‘42’ de los Timberwolves, su equipo no estaría coqueteando con el 50 por ciento de victorias ni mucho menos pujando por entrar en los Playoffs.
Los adjetivos con los que se describe la temporada actual de Love son sólo una fácil traducción de los números que promedia. El de la Universidad de California está promediando 26,3 puntos, 13,5 rebotes y 4,1 asistencias por encuentro. Anota el 46,6 por ciento de sus tiros de campo y, siendo ala-pívot, encesta el 37,4 de los triples que intenta, tan sólo por detrás de Kevin Martin.
Lleva anotando más de 20 puntos en los últimos 12 partidos y ha capturado más de 10 rebotes en 28 de los 31 encuentros que ha disputado esta temporada, o lo que es lo mismo, es el segundo mayor anotador (únicamente le supera Kevin Durant) y el máximo reboteador hasta el momento en la NBA.
Esto no hace más que catapultarle como uno de los jugadores más en forma actualmente de toda la liga. De hecho, algunos medios estadounidenses ya empiezan a señalarle como serio candidato a MVP de la temporada regular.
Lo más destacado de todo esto es que él no es el mayor beneficiado de todos estos logros, sino su equipo. Por un lado, porque es una importantísima piedra angular para los Wolves y, por otro, porque es un jugador All-Star de números estratosféricos que consigue mantener la esperanza de los aficionados de poder ver a su conjunto en los Playoffs en el mes de abril.
Y es que ese gran objetivo de la postemporada es el principal deseo con el que todos los fanes del Target Center llevan soñando desde el curso 2003/04, cuando perdieron en la final de Conferencia ante Los Angeles Lakers.
¿Cuáles son las claves entonces para que todo el esfuerzo que está haciendo Love se materialice en poder jugar al menos cuatro encuentros más en una temporada?
Una de ellas son las lesiones. Hasta el momento les han respetado mucho más que en los dos años anteriores, donde resultaron fatales para Minnesota en el intento de volver a sellar un viaje a la postseason. Por otro lado, que el juego de equipo sea fluido y mejore en los próximos meses. Anotan 106,7 puntos por partido pero permiten a sus rivales 102,5, demasiado para un equipo como Minnesota. Son el equipo que más lanzamientos intenta de toda la NBA, pero también el conjunto que más tiros libres permite a los rivales. Además, aún no han encadenado una racha consistente de victorias y tienen muchos altibajos en cuanto a W/L y resultados.
Aún así, una cosa que se torna fundamental por encima del resto es la gestión que haga el veterano y experimentado Rick Adelman de los minutos de Love. El ala-pívot ha sido titular en todos los partidos que ha jugado y es el jugador de la plantilla que más minutos ha disputado hasta el momento (1128 en total, unos 36 de media por encuentro). Es verdad que podría estar jugando más tiempo, unos 40 minutos, pero si los Timberwolves quieren luchar hasta el final por una plaza en los Playoffs tienen que cuidar mucho el tiempo que juega su jugador estrella.
Luchar en la Conferencia Oeste, y más en el apretadísimo contexto actual, requiere de un líder sólido y los Wolves lo tienen. Y además para rato, pues finaliza su contrato en junio de 2016. Tan sólo necesitan algo de suerte, que les respeten las lesiones, pero sobre todo que el juego ofrezca más garantías para no acumular el trabajo de Kevin Love.
Convertirse en uno de los mejores jugadores de la liga requiere tiempo, pero asumir la responsabilidad de echarse a las espaldas un equipo, un proyecto e intentar alcanzar un objetivo implica paciencia y constancia, justo los ingredientes que Love está aplicando en su receta 2013/14, y sus números son un fiel reflejo de ello.