Hace unos días se puso en marcha una nueva temporada del college basketball, sin duda la «cantera» de talentos de la NBA, tradición, rivalidades históricas y todos los condimentos de un baloncesto vibrante y emocionante. El lugar en donde las futuras estrellas de la NBA comienzan a escribir su legado.
Lamentablemente no todo es «color de rosa» en el mundo del baloncesto colegial, en los últimos años las universidades de Syracuse, Southern Mississippi, Central Florida, Arizona y Missouri fueron encontradas culpables de realizar fraudes académicos o violar a reglas de elegibilidad. A estas instituciones la NCAA les retiró victorias que habían cosechado durante los años en que se detectaron los «engaños», entre otras sanciones.
Pero el motivo de éste artículo es mostrar como cuatro programas de baloncesto, guiados por entrenadores inducidos en el Basketball Hall of Fame, rompieron reglas, corrompieron estudiantes y violaron códigos de ética en pos del suceso deportivo. Los señalados son: Rick Pitino (Louisville Unversity), Jim Boeheim (Syracuse University), Larry Brown (ex-Southern Methodist University) y Roy Williams (North Carolina).
¿La educación primero?
La National College Athletic Asociation (NCAA) es la organización «madre» y más importante del deporte colegial en los Estados Unidos. Está integrada por aproximadamente 1.200 universidades cuyo principal objetivo es (según lo que expresa su web) «Salvaguardar el bienestar del atleta-estudiante, moldearlo para que tenga éxito en el campo de juego, en las aulas y en la vida».
De acuerdo a la cantidad de estudiantes que se encuentran inscritos en las universidades y la cantidad de becas deportivas que otorgan las instituciones, se produce una división en categorías para la práctica deportiva: División I, II y III. Siendo la División I la que cuenta con los colegios con mayor cantidad de alumnos, más importantes y que integran conferencias más fuertes.
El organismo establece estándares en materia de resultados académicos que los estudiantes-deportistas deben alcanzar para poder participar en sus competiciones. Ésto se rubrica a través de cuatro puntos, esenciales para el éxito académico de los estudiantes, a su vez fundamentales para logar regularidad escolar y la elegibilidad para practicar deportes:
- Medir el rendimiento de equipo
- Que el proceso de aprendizaje sea continuo
- Seguir el porcentaje de graduados
- Concentrarse en la integración académica
Las universidades tienen la obligación de monitorear y controlar el desarrollo académico de sus alumnos-atletas, por lo tanto, decanos, profesores, tutores, entrenadores y directores deportivos son los principales responsables y los que deben velar por la «buena salud» educativa y la conducta de sus estudiantes-deportistas para poder verlos dentro de un campo de juego.
En el medio: el negocio
Aparte de ser la encargada de controlar que los alumnos y las universidades cumplan con su obligaciones educativas mientras practican deportes, la NCAA brinda un producto televisivo muy rentable en las competiciones de basketball y football. Otros deportes como béisbol, atletismo, etc, están varios escalones por debajo tanto en difusión como las becas que otorgan a sus alumnos y dinero que generan.
La National College Athletic Asociation en 2015 reportó ganancias por aproximadamente por $1.000 millones, en su mayoría provenientes de derechos televisivos, merchandising y marketing.
Universidades como Louisville, Duke, North Carolina, Kentucky, Texas, Michigan, Florida, etc, pertenecientes a las «conferencias grandes», tienen presupuestos exorbitantes para deportes como baloncesto, con instalaciones de primer nivel, y coaches pagados como si estuvieran en un banquillo de la NBA;
Gran parte de esos presupuestos son cubiertos por el dinero de la televisión. Desde unos años a esta parte nacieron Big Ten Network, ACC Network, SEC Network, cadenas televisivas pertenecientes a las Major Conferences que generaran un contenido 24/7 a los aficionados de los deportes universitarios. Tal es el auge actual por los college sports (baloncesto y football), que la conferencia Big 10 comercializó sus derechos televisivos con ESPN y FOX Sports por $440 millones anuales por los próximos 6 años. Lo que significa unos ingresos estimados de $35 millones para cada uno de los colegios que la integran.
El éxito de un programa de college basketball otorga excelentes dividendos financieros a los colegios en materia de ingresos por retranmisión, pero además «ser ganador» significa atraer a los mejores prospects de high school, llenar los recintos deportivos, aumentar los ingresos de merchandising y «seducir» a los futuros estudiantes para enrolarse en un college exitoso en deportes.
Todo esto expuesto debe hacer replantear el cometido de la NCAA, las instituciones educativas y sus programas deportivos, si verdaderamente es educar y formar a sus jóvenes atletas para los desafíos de la vida fuera de las aulas o buscar el éxito deportivo/de producto, que a la postre generará mayor retribución económica.
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Los fraudes que envuelven a Boeheim, Pitino, Williams y Brown
Según un estudio realizado por la Universidad de Temple y encargado por la NCAA, en el periodo comprendido entre los años 1954-2014, el college baskteball masculino es la disciplina que más violaciones a normas de reclutamiento cometió con un total de 270. Si bien con el pasar de los años la cantidad de las mismas fue disminuyendo, siempre habrá algún staff técnico dispuesto a cruzar los límites de la ética y de las normativas de la NCAA en favor de lograr la firma de un prospect de high school con impacto o para conseguir que un jugador no se pierda un partido por bajas calificaciones.
Uno tras otro fueron saliendo a la luz los escándalos que involucraban a las universidades de North Carolina, Louisville, SMU y Syracuse, cuatro programas prestigiosos, ganadores y que ponen en «tela de juicio» la reputación de Roy Williams, Rick Pitino, Jim Boeheim y Larry Brown, cuatro leyendas del college basketball
Syracuse, una década de violaciones
La universidad ubicada en el estado de Nueva York, miembro histórico de la conferencia Big East y actualmente en la ACC, estuvo bajo investigación de la NCAA por sospechas de múltiples de sus programas de baloncesto y football desde la temporada 2001/02 hasta la 2011/12 que a la postre se materializaron en un informe de 94 páginas publicado en marzo de 2015 en donde se la acusa de:
- Fallar en monitorear el desempeño del staff técnico-admistrativo y atletas de sus programas de baloncesto y football. La investigación sacó a la luz que varios miembros administrativos de la universidad tenían acceso a las cuentas de correo electrónico de los estudiantes.
- Otorgar beneficios económicos (prohibidos) a jugadores. El informe concluyó que a dos jugadores de la universidad se le entregaron aproximadamente $8.000 por pasantías y diferentes tareas.
- Fallas en el programa anti-drogas. La universidad fracasó en controlar sus propias normas internas anti-dopaje, ocultando test positivos de sus alumnos.
La sanción: Jim Boeheim fue suspendido por los primeros 9 juegos de la temporada 2015-16 y le quitaron 109 victorias. Por su parte a la universidad se le prohibió participar en la postemporada 2014-2015; así mismo perderá 8 becas deportivas en un lapso de 8 años.
El caso de North Carolina
«En mi tiempo en la universidad apenas me presentaba en clase, mis tutores hacían mi tarea; el sistema era conocido internamente como ‘paper classes'». Con estas declaraciones al programa Outside the Lines, Rashad McCants, ex-miembro del equipo de UNC (entre 2002 y 2005), disparó una investigación administrativa de la NCAA en contra de North Carolina, la cual en 2015 dictaminó que en la universidad hubo «falta de control institucional» y se cometió fraude académico en sus aulas entre los años 2002 y 2011.
Específicamente se imputa a la institución de brindar beneficios escolares impropios a sus alumnos-deportistas. Las faltas incluyen: dejarlos faltar a clase y no reportar su ausencia, brindarle ayuda extra en sus tareas, etc. La acusación recae en los programas de football y baloncesto tanto masculino como femenino y afectó a más de 3.100 estudiantes. El coach Roy Williams se desligó absolutamente del tema y negó conocer que sus atletas faltaran a clases repetidamente.
La sanción: El pasado 27 de octubre se produjo una audiencia entre la universidad y el Comité de Infracciones NCAA. La institución educativa presento un informe confeccionado por un investigador independiente a manera de descargo. Se espera que para 2017 las sanciones sean anunciadas.
Las violaciones de SMU
Un ex-asistente de la universidad incentivaba a los posibles jugadores reclutados a que se inscribieran en el curso inicial de elegibilidad de la universidad (el cual es online), con el objetivo de saber los requerimientos académicos necesarios para ser admitidos como alumnos regulares. Una vez que los estudiantes se registraban, otra asistente administrativa dependiente del programa de basketball se «ofrecía» para colaborar en labores educativas las cuales consistían en completar el curso en lugar de los estudiantes con el fin de que ellos lograran ser admitidos en el colegio.
Todo este procedimiento fue reportado a Larry Brown por fuentes internas de la universidad y algunos alumnos, pero el coach hizo caso omiso a las fallas educativas y siguió permitiendo que sus asistentes de forma fraudulenta ayudara a sus atletas. Al momento de llevarse a cabo la investigación, el veterano entrenador negó ante oficiales de la NCAA tener conocimiento sobre las acusaciones que pesaban sobre su programa.
Finalmente, en una segunda audiencia con los investigadores, reconoció que mintió en su declaración, y reconoció los cargos que pesaban sobre la universidad y algunos de sus asistentes técnicos-administrativos con esta declaración: «No hay excusas por no recurrir al Director Atlético cuando el jovencito (refiriéndose al estudiante) me dijo que no había hecho el curso online».
La sanción: Larry Brown fue sancionado por los primeros 9 partidos de la temporada pasada y la universidad fue declarada «inelegible» para participar en la postemporada 2015-16 y a su vez perderá 9 becas deportivas en baloncesto en los próximos tres años. En julio de este año Larry Brown renunció a su cargo.
El escándalo en Louisville
John McGee, ex-Director de Operaciones de baloncesto de la universidad, y quien respondía a Rick Pitino, fue encontrado culpable por la NCAA de contratar servicios de escorts y strippers para participar en fiestas (entre los años 2010 y 2014) y cuyos destinatarios fueron jugadores y posibles reclutas de la universidad.
University Of Louisville Coach Rick Pitino Charged By NCAA Over His Team’s Hooker Scandal https://t.co/4UAhE9Walh pic.twitter.com/VSG2cqz579
— BroBible (@BroBible) 20 de octubre de 2016
Todo ésto salio a luz en Octubre del año pasado gracias al libro Breaking Cardinal Rules: Basketball and the Escort Queen, publicado por una «madame», Katina Powell, en cual detalla que participó en más de 22 fiestas las cuales en su mayoría se realizaban en los dormitorios del campus de la universidad. Todo esto fue confirmado por tres ex-jugadores de los Cardinals que prestaron testimonio en la investigación.
A todo esto, Rick Pitino se desligó de la situación, negó conocer sobre los hechos ocurridos con sus jugadores y cargó contra su ex-colaborador el cual, según él, actuaba por su propia cuenta.
La sanción: La NCAA encontró culpable a Louisville de cuatro faltas graves, pero afortunadamente en el informe no aparece la temida frase, «Falta de control institucional», la cual es lapidaría y trae aparejada graves sanciones. La sentencia está en etapa de apelación por parte de la institución educativa.
Por cuenta propia e inmediatamente que salió a la luz el escándalo, la universidad se auto-excluyó de postemporada el año pasado, bajó su número de becas deportivas para el basketball, y limitó los días de viajes permitidos para los asistentes administrativos.
Tres “patrones” de sus universidades
Roy Williams es dueño y señor del programa de baloncesto de North Carolina, lleva 13 años al mando de los Tar Hells; fue asistente del mítico Dean Smith y es la persona que reclutó a Michael Jordan. Por su lado Boeheim es equivalente a “Dios” de Syracuse ya que desde 1969 se encuentra involucrado en el programa de baloncesto de la universidad y en 1976 se convirtió en su entrenador.
Rick Pitino por su parte esta entrando en su décimo sexto año como “mandamás” de los Cardinals y es uno de los coaches más respetados en el ambiente universitario por su éxito previo en Boston University y Kentucky.
«El entrenador de una institución es considerado el responsable por las acciones de sus asistentes y sus empleados administrativos quienes reportan directa o indirectamente a él. Un entrenador debe promover una atmósfera de cooperación y obediencia con él y su programa, además de monitorear su staff técnico y administrativo.» –NCAA División I Bylaw 1.11.1.1 (Las responsabilidades del Head Coach)
“Falta de control institucional” es la frase de cabecera en casi todos los reportes de investigación que la NCAA en los cuatro colegios, ¿qué interpretación hay que darle?:
- Ante todo es una de las faltas más graves que una institución educativa puede cometer, la cual trae aparejada fuertes sanciones.
- Ante una falla semejante, quiere decir que el sistema de control admnistrativo-educacional tiene deficiencias (en todos sus niveles), que los mecanismos de control fallaron o «hicieron la vista hacia un costado» adrede para favorecer a sus alumnos-atletas.
- En mayor medida la universidad y luego el head coach son los principales responsables por no percibir o no denunciar la falla en el sistema educativo.
Personalmente se me hace difícil de imaginar que este tipo de situaciones e infracciones pasen desapercibidas para entrenadores de tanta experiencia.
El palmarés de Rick Pitino, Roy Williams, Jim Boeheim y Larry Brown está fuera de toda discusión, ellos son integrantes del Basketball Hall of Fame, suman 6 campeonatos de la NCAA, 22 apariciones en la Final Four y 1 campeonato de la NBA. Pero en su legado sin dudas quedará el asterisco de las violaciones a las reglas de la NCAA en las que sus programas fueron parte. Ellos tal vez fueron cómplices o encubridores, o tal vez nunca se enteraron de lo que ocurría bajo sus narices (aunque lo dudo). La mancha en sus currículums no se la sacará nadie.