Es complicado en un mundo como el de la NHL, donde la igualdad es la tónica general, respetar el papel de los favoritos de la forma en que nos tienen acostumbrados en las ligas de fútbol de Europa. En ellas, unos equipos debido a su potencial económico no dejan el papel de protagonistas en décadas, en muchos casos de por vida, matando las sorpresas en muchos años.
En el deporte americano es distinto y en la NHL en particular, mucho más visto los campeonatos conseguidos estas últimas campañas. El límite salarial es la fuente de toda esta paridad, sino que se lo digan a los Maple Leafs y Canadiens, auténticas franquicias poderosas pero que debido al “cap” no disponen de más opciones que el resto. Es impensable en la liga española que tanto el Barcelona como el Madrid estén décadas sin conquistar el título liguero sin haberse derrumbado todos los pilares de la sociedad moderna (puede que la LFP al final se viera obligada a regalarles un campeonato para evitar polémicas) y menos aún, que la gente continuará siguiendo al equipo con frescura y sin rencor (pañoladas ON en Europa).
Así, con él límite salarial en plan reinante, la NHL daba el pistoletazo de salida hace apenas un mes. Entre los favoritos se encontraban Chicago Blackhawks y Boston Bruins, ambos conjuntos con demasiada masa salarial a la permitida. Se vieron forzados a repartir talento entre otras franquicia para poder cumplir con los designios de la liga. Por una parte los Bruins se “sacaron” de encima al trabajador defensa Johnny Boychuk, debilitando la retaguardia de forma sensible. Con el paso de las semanas, Zdeno Chara y Torey Krug se unieron a las bajas en la zona defensiva de Boston, siendo esta una de las líneas del equipo más debilitadas en relación a otros años, además de dejar una de las señas de identidad de los últimos tiempos fuera de acción, la rectitud defensiva. Estas bajas, en forma de lesión o traspaso han mermado muchísimo el juego de Boston, siendo más vulnerables que antaño. Seguramente con la vuelta de estos mejorará pero el potencial se ha visto mermado. Esperemos que David Krejci esté a la altura de su contrato, él indirectamente ha sido uno de los factores porque Boychuk y la disciplina defensiva han abandonado Massachusetts (visto lo visto hasta el momento).
En Chicago, más de lo mismo aunque sin tantas lesiones. Nick Leddy también se vio forzado a abandonar el barco y buscar nuevos aposentos. Al igual que el bueno de Johnny, su perseverancia y le hacía muy respetable entre sus compañeros y respetado por la afición, desgraciadamente su marcha era inevitable si no se quería perder a Sharp, pieza muy importante en ataque y dentro del grupo, se recurrió a lo fácil. Es cierto que a los de Illinois la defensa no es lo que les falla en este inicio de temporada tan atípico pero Leddy era un baluarte seguro y difícil de remplazar.
Con esto, aunque jode a algunos, sobre todo a los fans de estos equipos, podemos afirmar que bendito límite salarial. Es la única forma de mantener y repartir el talento (también el draft) entre todas las franquicias de la competición, dando la oportunidad de construir equipos ganadores a todos los general managers de la liga, algo que en las ligas de fútbol solamente los que tienen más ingresos de televisión o un propietario multimillonario (árabe o ruso) pueden hacer. Sino que se lo digan a los New York Islanders, beneficiados por partida doble del asunto Boychuk y Leddy, ambos jugados recalando en los Isles y aumentan do la competitividad inmediata de una franquicia que andaba corta de buenos jugadores en la retaguardia, a diferencia de la vanguardia donde el talento era y es bien presente. Así que, larga vida al límite salarial.