La pasada campaña de los Washington Redskins fue de todo menos buena. Tras conseguir entrar en Playoffs por primera vez en 5 años en la temporada 2012, parecía que el equipo de la capital había renacido y afrontaba un futuro esperanzador. Con el prometedor quarterback Robert Griffin III a la cabeza como capitán del barco, la luz al final del túnel parecía verse. Pero nada más lejos de la realidad. La temporada pasada, que precedía a la de la clasificación de los Playoffs, fue desastrosa. Los Redskins salieron victoriosos tan solo en 3 de los 16 partidos que disputaron. Una defensa maleante, un Robert Griffin lejos de su mejor versión, debido quizás a la lesión que acarreaba de la pasada temporada, y un head coach sin aparentes soluciones fueron los principales desencadenantes de la debacle Redskin. Se volvía a las andadas y la desesperación entre los aficionados fue grande, muy grande.
Por eso, en esta presente offseason, tanto el general manager como los diferentes entrenadores, encabezados por el recién fichado Jay Gruden, tenían infinidad de trabajo por hacer. Empezando por el mercado de agentes libres, donde se puede decir que los Redskins se movieron bien. Se fichó a uno de los mejores wide receiver de los últimos años, DeSean Jackson por 3 años procedente de los Philadelphia Eagles, rival directo en la lucha por la división y primeros clasificados de ésta en 2o13. También se incorporó como agente libre el defensive tackle Jason Hatcher, que puede dar consistencia a la línea defensiva. También dotará a la defensa de más consistencia y ocupara las bazas en la posición de safety el veterano Ryan Clarks. Estos dos hombres serán claves para las esperanzas de los Washington Redskins y es que serán dos de los nombres más visibles de una defensa muy débil, sobretodo ante el juego de pase. Se aplicó también en la offseason el franchise tag sobre el linebacker Brian Orakpo, otro de los jugadores clave de la defensa, por lo que seguirá ligado a la franquicia de Washington DC un año más.
Después de la offseason, más concretamente del ocho al diez de mayo, se celebró el draft en Nueva York. En él, los Redskins disponían de ocho elecciones, aunque ninguna en la primera ronda ya que la habían trapasado anteriormente a los Saint Louis Rams. Escogieron a ocho jugadores, dos en la cuarta ronda, pero de momento solo seis de ellos han firmado contrato. Entre estos encontramos a Spencer Long, Bashaud Breeland, Ryan Grant, Lache Seastrunk, Ted Bolser y Zach Hocker. En este grupo de seis nuevas incorporaciones, encontramos a algún que otro potencial titular, como Lache Seastrunk, running back que en un principio entra como relevo, pero que podría progresar y ir tomando más galones el equipo.
Las esperanzas de estos Washington Redskins radican también en el cambio de entrenador. El 30 de diciembre de 2013 el propietario de los Redskins despidió a Mike Shanahan, que acabó con un récord total de 24-41 en los cuatro años que estuvo en la capital, después de una pésima temporada en la que tan solo se ganaron tres partidos. El nuevo entrenador contratado fue el joven Jay Gruden, que vivirá su primera experiencia como entrenador jefe de una franquicia de la NFL. Anteriormente había sido cordinador ofensivo de los Cincinnatti Bengals y entrenador jefe de los Florida Tuskers de la NCAA. Del natural de Ohio se espera que pueda reconducir a los Washington Redskins a la senda victoriosa a la que casi siempre han estado acostumbrados y que saque lo mejor de un Robert Griffin III que espera construir una dupla aniquiladora con DeSean Jackson.
Los aficionados Redskins tienen motivos para llenar su corazon con un poco de esperanza después de un año fatídico. Tienen los mecanismos necesarios para evitar otra debacle o incluo hacer algo bueno. Ahora solo hace falta que Jay Gruden y sobretodo Robert Griffin III asuman los galones y tiren de ellos para guiar a los Redskins a tiempos mejores.