Según el diccionario, un visionario es una persona que se adelanta a su tiempo o tiene visión de futuro. Sin duda, esto puede interpretarse de maneras distintas, un visionario puede ser por ejemplo uno de estos videntes que salen de madrugada en algunos canales de televisión atendiendo llamadas pero, por otra parte, un visionario también puede ser un directivo de una franquicia deportiva. Franquícia que, por poner un ejemplo al azar, podría pertenecer perfectamente a la NFL. Pero a pesar de que a simple vista pueda parecer un completo disparate, ambos tipos de visionarios pueden llegar a ser bastante parecidos. Sin ir más lejos, uno de los videntes nocturnos más famosos en los últimos meses es ese que, sujetando unas tijeras de una estética bastante peculiar, nos insta a mirarlas mientras asegura que «corta lo malo y entra lo sano». Vaya, exactamente lo mismo que ha intentado hacer Ozzie Newsome con los Ravens.
Era evidente que durante esta offseason en Baltimore necesitaban empezar a rejuvenecer un equipo que tenía sus pilares en jugadores muy veteranos, especialmente en el lado defensivo del balón. Algunos general managers optan por suavizar las transiciones y cambiar una o dos piezas por año para que no haya un salto de calidad demasiado pronunciado de un año a otro. Pues en este caso va a ser que no. A Ozzie Newsome parece que esa idea no le convenció demasiado y decidió remodelar la plantilla de arriba a abajo para quitarse el trabajo de encima lo antes posible, talmente como si durante las vacaciones sus padres hubieran estado muy pesados detrás suyo recordándole que tiene que hacer los deberes y no dejar para mañana lo que pueda hacer hoy. Así pues Newsome empezó la reconstrucción «cortando lo malo», es decir, prescindiendo de todo lo que consideró que no debía estar en esa defensa. Además del retiro de Ray Lewis, los Ravens también decidieron prescindir de Ed Reed por demasiado veterano, de Bernard Pollard aún no se sabe muy bien porqué y de Paul Kruger, Dannell Ellerbe y Cary Williams porque Newsome ni quiso ni probablemente pudo competir con los sueldos que otros equipos les ofrecieron durante la agencia libre. Y por si esto fuera poco, también decidió enviar a Anquan Boldin a los 49ers a cambio de una mísera sexta ronda para ahorrarse un dinerito que luego podría usar en reforzar esa defensa que tantos efectivos había perdido.
Menos mal que, después de la limpieza, era el momento para los Ravens de que «entrara lo sano». Hubo dinero para hacer algún fichaje de relumbrón de entre los que destaca el de Michael Huff, el que muchos señalaban como el nuevo Ed Reed, el de Elvis Dumervil, un fichaje que se encontraron de chiripa y que aunque fortalece el pass-rush no cubría precisamente ninguna necesidad (más bien se cargaba la progresión de jugadores como Courtney Upshaw o Pernell McPhee) o el de Rolando McClain, un fichaje muy ilusionante que les duró exactamente un mes y cinco días debido al retiro prematuro del jugador. Alumbrados por tanta estrella junta, había gente que ya proclamaba que esa defensa era mejor que la de la temporada pasada (sí, esa que había ganado la Superbowl y de la que no quedaban ni la mitad de jugadores) y se rendían ante el excelente plan de Ozzie Newsome. Y eso que aún faltaba la guinda del pastel: 14 picks de draft, 14 jugadores jóvenes que darían a Baltimore la calidad y la profundidad en ciertas posiciones de la que carecían. Lástima que tan sólo tres picks eran en las tres primeras rondas pero bueno, que seguro que Newsome elegía al jugador correcto independientemente de la ronda porque su plan era infalible. No importa que el único receptor elegido en el draft fuera en séptima ronda, seguro que encontraban la manera de sustituir a Boldin. No importa que más de la mitad de la defensa titular fuera recién llegada, seguro que se conjuntaban enseguida como por arte de magia. La reconstrucción sobre el papel era un hecho y eso es todo lo que importa.
Lo que nos lleva al día de hoy. Un día en el que vemos que el equipo ha tenido que fichar a última hora a Brandon Stokley para camuflar las graves deficiencias del equipo en la posición. Un día en el que se ha tenido que fichar a Dallas Clark a toda prisa como solución a la grave lesión de Dennis Pitta. Y un día en el que, sin que nadie lo viera venir, esa defensa reconstruida y a la que algunos calificaban como incluso mejor que la de la temporada pasada permitió 49 puntos, récord negativo histórico de la franquícia, y se vio totalmente superada por un juego de pase que les confundió, les cansó, les superó y, en definitiva, les dejó todas las vergüenzas al aire. Ese plan que Ozzie Newsome había visionado resultó tener algunas grietas y todo acabó desmoronándose de forma extremadamente aparatosa durante la primera jornada. Vaya, menudo sorpresón. Bueno, quizá no tanto.
Ojo, no quiero que esto no se entienda como una crítica feroz y totalmente destructiva hacia la defensa de los Ravens. Estamos en la jornada 1, hacer juicios sobre lo que puede ser la temporada de los Ravens a estas alturas es una tontería como un templo y más si son juicios únicamente basados en este partido. Y es que igual que digo que hicieron el ridículo en la segunda parte del partido contra los Broncos también digo que será una defensa que mejorará durante la temporada. Ya no sólo por el hecho de que no tendrán que enfrentarse contra Peyton Manning todas las semanas, un Peyton Manning que por cierto sigue sin estar bien físicamente pero que en este caso no tuvo problemas en destripar la defensa rival usando más su cabeza que su brazo, sino porque además será una defensa que mejore a medida que Arthur Brown y Matt Elam (especialmente el primero) vayan cogiéndole el ritmo a la competición, vayan entrando en el equipo titular y vayan demostrando porqué fueron tan buenos picks en el pasado draft (que lo fueron). Ahora bien, pretender hacer una reconstrucción mastodóntica durante una sola offseason y que el nivel no sólo no baje sino que haya subido para el inicio de la temporada siguiente es sencillamente una utopía. Ni es posible reemplazar a tantos titulares con jugadores de calidad ni tanta pieza nueva no puede formar una defensa perfectamente engrasada para el primer partido de la temporada. Y combinando ambos aspectos, no se puede esperar que un equipo sea medianamente competitivo si se pretende que Michael Huff sea igual de relevante que Ed Reed o si Josh Bynes o James Ihedigbo son los titulares en dos posiciones clave de la defensa.
Pero es que, sintiéndolo mucho, en la NFL no se puede tener todo a la vez. Como muchos ya sabréis, los Ravens tenían otro marrón bastante importante durante esta offseason. Después de ganar la Superbowl y después de protagonizar unos playoffs en los que rozó la perfección, al césar lo que es del césar, Joe Flacco se subió a la parra y pidió un contrato de renovación de proporciones antológicas. Ya no entraré a discutir si lo merecía o no porque ha sido con diferencia el tema más sobado de esta offseason, pero lo que es un dato objetivo es que esa renovación ató una gran cantidad de dinero a largo plazo a Flacco, dinero que probablemente impidió poderle dar a alguno de los agentes libres del equipo el contrato que deseaba. Y contrato que, por cierto, también prácticamente obligó al equipo a desprenderse de Anquan Boldin para poder poner una defensa medio decente sobre el campo, algo que no sólo ha repercutido en la calidad del cuerpo de receptores sino que también ha repercutido en el rendimiento del propio quarterback. Que sí, que estoy de acuerdo que de cara al aficionado era impensable dejar marchar a Flacco en esas circunstancias pero precisamente debido a ello, y con la ayuda de una negociación que probablemente podría haber sido mejor, se acabó dejando marchar a unas piezas tanto ofensivas como defensivas (especialmente estas últimas) que, por lo visto en esta primera jornada, quizá eran más importantes de lo que algunos pensaban.
O dicho de otra manera, dicen los expertos que los ataques ganan partidos mientras que las defensas son las que ganan los campeonatos. Voluntariamente o no, Ozzie Newsome ha decidido que por el momento los Ravens ganarán partidos. Pero ojo, nunca subestiméis el poder de un visionario. No de esos visionarios que categorizan sobre la próxima temporada en el mes de mayo, ni tan siquiera de esos visionarios que dan por muertos a los Ravens ya en la semana uno. Ozzie Newsome ya ha demostrado en anteriores ocasiones que es un visionario de verdad, y aunque es evidente que ahora va a ser que no, quién sabe si dentro de unos años el plan de reconstrucción llega a su fin y los Baltimore Ravens vuelven a ser un equipo capaz de ganar ambas cosas…