Apuesto a que más de la mitad de lectores sabe terminar el título del artículo, porque a poco viejos que seáis seguro que este título os es vagamente familiar. Sinceramente, yo soy de esos a los que simplemente les suena esta frase, que sé más o menos de donde viene pero nunca he indagado profundamente acerca de su procedencia (no nos engañemos, yo nací mucho después de que esta canción se hiciera famosa así que tampoco me toca de tan cerca), de hecho lo único que realmente considero interesante es que, después de casi 50 años, esta frase continúa totalmente vigente. Y no lo digo en absoluto por el marco sociopolítico de esa época y de la actual, que además analizarlos aquí estaría totalmente fuera de lugar, lo digo porque todos y cada uno de nosotros tenemos un par de cosas que nos gustaría barrer. Pero cuando digo barrer digo barrer a fondo sin dejar ni una esquinita que no esté a nuestro agrado. Algunos querrán barrer partes enteras de su vida, otros querrán barrer el mundo entero y algunos otros se conformarán con barrer cositas más específicas. Yo, por ejemplo, soy de este último grupo, me gustaría barrer cosas aparentemente intranscendentes pero que harían que mi mundo fuera un poquito más agradable. Y como fan acérrimo de la NFL que soy, una de las cosas que me harían estar un poquitín más contento es que a los equipos a los que les tengo una cierta simpatía les vaya bien. Por lo tanto, como consecuencia directa de ello, una de las primeras cosas que barrería a fondo cuanto antes sería el vestuario de los Philadelphia Eagles. No lo voy a esconder, a mí los Eagles son un equipo que históricamente me ha caído siempre bien, pero ahora mismo es probablemente el equipo que ahora mismo está haciendo peor las cosas en toda la NFL. Peor incluso que los Jets, que ya es decir. Y en esa franquícia ya se ha llegado a un punto en el que ir poniendo parches para sostener la situación es totalmente inútil. Los Eagles necesitan una remodelación de arriba a abajo, una renovación desde el general manager hasta el kicker, para volver a ser un equipo competitivo.
Y es que, si os fijáis, la caída libre de los Eagles empezó en 2010, justo cuando Tom Heckert abandonó el puesto de GM para irse a los Browns. Howie Roseman accedió al puesto y la verdad es que ese cambio se notó muy pronto. Philadelphia, que tradicionalmente había sido un equipo puntero a la hora de seleccionar en los drafts, elegiría ese año en las tres primeras rondas a Brandon Graham, Nate Allen y Daniel Te’o-Nesheim respectivamente. Aparentemente el draft deja frío, pero se vuelve cabreante cuando uno se da cuenta de que los Eagles subieron a por Graham dando los picks en los que luego fueron elegidos Dez Bryant, Ed Dickson y Eric Decker, y que Nate Allen fue todo lo que pudieron obtener a cambio de un icono del equipo como Donovan McNabb. Pero el draft del año siguiente, con Danny Watkins y Jaiquawn Jarrett a la cabeza no fue mucho mejor, el primero es uno de los protagonistas principales del desastre actual de la línea ofensiva mientras que el segundo fue cortado a principios de esta temporada. Cierto es que ha habido movimientos muy interesantes desde la gerencia durante este tiempo (como el trade por DeMeco Ryans o el fichaje de Jason Babin) pero un equipo de la NFL no puede construirse a base de fichajes y trades. Primero porque te pueden salir mal, como en el caso del fichaje de Demetress Bell o el trade que mandó a Chris Clemons y una cuarta ronda a Seattle a cambio de Darryl Tapp, pero sobre todo porque en la NFL hay siempre que intentar minimizar la diferencia de calidad entre titulares y suplentes. Y con fichajes de relumbrón y drafts mediocres se consigue justo lo contrario, con lo cual cuando hay lesiones (caso de Jason Peters) o rendimientos más bajos de lo esperado (caso de Nnamdi Asomugha), las carencias posicionales se notan mucho más. Y el equipo, como conjunto, se resiente muchísimo.
Pero ojalá esto de los drafts fuera lo único que están haciendo mal los Eagles. Desde el puesto de general manager, bajemos un escalón en la jerarquía de una franquícia de la NFL. Vaya, nos encontramos con el head coach. Qué decir de Andy Reid. No es un mal entrenador, para nada, pero hace tiempo que el equipo y la situación le ha superado. El pseudoéxito cosechado durante la etapa de Donovan McNabb y Brian Westbrook (digo pseudo porque le faltó la Superbowl, pero fue una época ciertamente muy buena) parece que le hizo pensar que la receta seguida entonces era la única que le iba a garantizar las cosas. Pero lamentablemente las cosas no funcionan así, las cosas evolucionan. Evolucionan las defensas, que contra más mantienes un mismo sistema más encuentran por donde cojea tu sistema, pero también evoluciona tu propia plantilla y lo que Andy Reid no puede pretender es que un equipo con McNabb y Terrell Owens juegue exactamente igual que Michael Vick y DeSean Jackson, y que un backfield con Westbrook, Buckhalter y Levens sea igual de eficiente que otro que cuenta con LeSean McCoy y poco más. Probablemente por nombres es mejor la plantilla que tienen ahora, almenos son jugadores más explosivos en ataque, pero Andy Reid no está sabiendo usarlos bien. El ejemplo más claro es el caso de los receptores, y es que tanto DeSean Jackson como Jeremy Maclin son jugadores pequeñitos pero muy rápidos. Pues bien, supongo que con la intención de aprovechar esa velocidad parece que sólo tengan rutas de más de 20 yardas (especialmente Jackson), el problema es que muchas veces no les da tiempo a desarrollar dichas rutas porque antes de que se libren de su defensor Vick ya está corriendo por su vida, ya sea porque la línea de ataque ha dejado pasar a 23 jugadores que entraban al blitz o simplemente porque le apetecía salir corriendo. Digo yo que, teniendo en cuenta que además de rápidos son jugadores muy ágiles, estaría bien usar más jugadas de screen o slants rápidos. Por dos motivos, primero para que Vick pueda soltar el balón rápidamente sin estar pendiente de quién le fallará en la línea, y luego para que los receptores usen su habilidad para romper placajes para ganar yardas, que es lo que realmente se les da mejor. Él sabrá porqué no hace ese tipo de ajustes, igual que supongo que sabrá porqué McCoy ha empezado a tener menos protagonismo esta temporada (los Eagles están corriendo menos que en 2011 y usando mucho más a Bryce Brown de lo que se usaba a Ronnie Brown el año pasado).
Una de las parodias, viral ahora en Estados Unidos, sobre Andy Reid
Especialmente este último punto es algo que es totalmente incomprensible a mi criterio pero es que, pese a que últimamente ya había seguido una senda un tanto criticable a nivel de decisiones, este año se lleva la palma. Y no precisamente por el infrauso de LeSean McCoy ya comentado. Sí, estoy hablando del despido de Juan Castillo, probablemente el movimiento de personal más inexplicable que se ha realizado durante esta temporada. Pero supongo que todo lo que ha rodeado la etapa de Juan Castillo como coordinador defensivo en Philadelphia carece un poco de lógica. Para empezar, ¿a quién se le ocurrió que el actual entrenador de línea de ataque podía ser un buen coordinador defensivo? Entiendo que es complicado sustituir a una institución como Jim Johnson, y más si a Sean McDermott (quien tenía que ser su sucesor) no le fue demasiado bien en el intento, pero poner ahí al entrenador de línea de ataque me pareció totalmente fuera de lugar. Y más cuando, a partir de la primera jornada de liga, plantó en el campo su defensa wide nine con el rookie Casey Matthews como middle linebacker. El invento no pudo salir peor, llegando a su punto más bajo cuando Brandon Jacobs se fue de Matthews por velocidad en una ruta tipo wheel pegada a la banda. Si había algún momento para echar a Castillo era ese, pero se optó por sentar al rookie, y a partir de ahí las cosas fueron a mejor. Se acabó la temporada bien y se empezó esta a un nivel defensivo bastante decente pero, mire usted qué cosas, como el equipo no acababa de funcionar se despidió a Juan Castillo. La razón oficial es porque el equipo no conseguía sacks, pero en el fondo la opción más probable es que alguien de los de arriba quisiera ver un despido y Reid, en vez de ofrecer su cabeza, le dió la del primero que pasaba por allí. Y como hemos visto durante el último mes, con Castillo ya fuera del equipo, echar al coordinador defensivo no era la solución. Y Reid debería entender que una retirada a tiempo siempre es más elegante que acabar tirando todo tu prestigio por los suelos. Porque con situaciones como la de Castillo, o situaciones como la de mantener a McCoy en el campo en el tramo final del partido contra los Redskins cuando el encuentro estaba decidido, lo único que hacen es ir rebajando paulatinamente el nivel de entrenador que demuestra tener. Ah, ¿no la sabéis la de McCoy y los Redskins? Pues resulta que volviendo del two-minute warning de la segunda mitad (sí, cuarto cuarto) y con un disputado 31-6 en contra en el marcador, Reid ordenó carrera de LeSean McCoy. Y se lesionó. Obviamente no lo lesionó Andy Reid, pero teniendo en cuenta las circunstancias del partido resulta muy complicado entender cómo puede ser posible que no sólo le dejara en el campo sino que encima le diera el balón. Vamos, una situación casi igual que la que se vivió en Foxboro cuando Belichick siguió mandando jugadas para Gronkowski con el partido resuelto y al final acabó rompiéndose el brazo (aunque en defensa de Reid hay que decir que almenos los Eagles iban perdiendo). En cualquier caso, una decisión que no ayuda a rebatir la teoría de que Andy Reid y los Eagles ya no son una buena combinación y que, para bien de los dos, lo mejor es distanciarse.
Pero por si todo esto fuera poco, bajemos otro peldaño en la jerarquía y hablemos de los jugadores. Empezando por el jugador más importante, el quarterback, Michael Vick. Vick es un jugador que maravilló a todo el mundo después de volver a la NFL, parecía que se sabía mantener en el pocket, lanzaba con mayor precisión y era capaz de liderar un ataque con bastante solvencia. Puro espejismo, durante estas dos últimas temporadas el efecto Vick se ha ido diluyendo cual azucarillo en un café. Ha vuelto a las andadas con sus carreras sin demasiado sentido que lo único que hacen es exponer su salud, hasta el punto de que le han tenido que diseñar una protección con material antibalas para que no le volvieran a romper las costillas, ha vuelto a tirar pases sin sentido que acaban en intercepción y, además, ha recuperado del fondo de su armario la habilidad de cometer fumbles (10 esta temporada, algo más de un por partido). Total, que tenemos que el ataque los Eagles está liderado por un quarterback al que le vuelve a gustar más correr que pasar y que se ha convertido en una máquina de hacer turnovers, especialmente en la red zone, lugar donde parece que se le sequen las ideas y lugar en el que, vaya qué coincidencias, los receptores no pueden ejecutar sus rutas largas por una simple falta de espacio. Pues fácil entonces, se cambia al quarterback y todo arreglado, y de hecho muchos detractores de Vick estaban pidiendo a gritos que Nick Foles entrara como titular cuanto antes. Lo hizo contra los Redskins, por lesión de Vick, pero las cosas no mejoraron un ápice, de hecho si cambiaron fue a peor. ¿Touchdowns ofensivos? Cero. ¿Porcentaje de completos? Menos del 50%. Y es que aunque Vick esté jugando mal, ahora mismo la opción Foles es objetivamente peor y sólo debe ser usada en casos de fuerza mayor como el de ahora. Y si tenemos en cuenta lo mal que está jugando Vick, parece que a largo plazo los Eagles necesitarán un quarterback nuevo.
Y cierto es que el quarterback es probablemente el jugador más importante del equipo, pero en esta plantilla hay muchos más jugadores a los que hay que empezar a mirar con lupa porque su rendimiento está dejando algo que desear. Es el caso por ejemplo de Jeremy Maclin, quien ha pasado de ser un referente en el juego de pase en 2011 a ser una opción infrautilizada en este año y, rizando un poco más el rizo, fue totalmente ignorado durante el último partido contra los Redskins (ninguna recepción). Pese a que sumar recepciones no es algo que dependa exclusivamente de él, teniendo en cuenta que Nick Foles se estrenaba en el puesto de quarterback titular, probablemente podría haber hecho algo más para ayudarle. O eso o se podría haber cantado un mejor playcalling, pero ese tema ya lo hemos visto antes. Hay que mirar también al rendimiento de la línea ofensiva, aunque lo que estamos viendo este año tampoco es un fiel reflejo de la realidad porque los que probablemente son los dos mejores jugadores de la línea (Jason Peters y Jason Kelce) han estado lesionados durante toda o gran parte de la temporada. Más gente a la que hay que observar de cerca son Trent Cole y Jason Babin y es que, dos jugadores que en otros años habían llegado con facilidad a dobles dígitos en sacks, este año sólo han conseguido 6 sacks entre los dos; por mucho Juan Castillo o coordinador nuevo que esté al mando muchas veces el rendimiento depende del propio jugador, y sinceramente el año de ambos jugadores está siendo bastante decepcionante. Y para acabar pero no por ello menos importante, tenemos el cuerpo de cornerbacks, otra de las decepciones en mayúsculas de la temporada para Philadelphia. Tampoco voy a entrar mucho en detalles, simplemente os emplazo a mirar los números de Robert Griffin en el último partido y, muy en particular, los dos touchdowns largos que lanza. Uno se queda sin palabras. Y lo más grave de todo esto es que los Eagles regalaron a Asante Samuel a los Falcons a principio de temporada. Grave porque, aunque muchas veces le quemaban y ya no era ni de lejos el jugador que había sido, cualquier ayuda que pudieran recibir ahora los Eagles les iba a ir de perlas. Y grave porque en el fondo el rendimiento que está dando Nnamdi Asomugha no es tan distinto al que habría dado Samuel pero sin las intercepciones que te da este último, y el hecho de que Asomugha cobre $11 millones este año y tenga que cobrar $15 millones el año que viene le hace un blanco potencial para recortes de presupuesto. Aunque bien pensado, igual esto último no es tan malo, pero probablemente en Philadelphia habrían preferido tener jugando a ese shutdown corner que vimos todos jugar en Oakland.
En fin, mucho que barrer y a todos los niveles, y es que el cancionero popular es muy sabio: si yo tuviera una escoba, cuántas cosas barrería. Sí, obviamente habría que dejar intactos a los cuatro jarrones Ming que realmente merezcan la pena (en este caso probablemente de 15 a 20 jugadores) para que en vez pasar la escoba no parezca que haya pasado un tornado, pero si los Eagles quieren volver a ser un equipo competitivo hay que hacer una limpieza a fondo. Y cuanto antes mejor.