Hace relativamente pocos días me hallaba tan tranquilo viendo la televisión tirado en el sofá pero de repente algo alteró mis planes: sonó el teléfono y, por consiguiente, tuve que renunciar a mi plan para atender a la llamada. Como no podía ser de otra manera, resultó ser un hombre que me quería vender ni me acuerdo qué, pero era algo que no podía rechazar de ninguna de las maneras de lo bueno e inigualable que era. No sé si por el cabreo que llevaba de haberme tenido que levantar o porque la oferta no daba para más, pero varias preguntas después el tío dio por terminada la conversación casi pidiendo perdón y más que convencido que lo que estaba vendiendo no era, ni de lejos, la súperoferta que iba a cambiar nuestras vidas para siempre que anunciaba al principio. Pero no es nada que no pudiéramos esperar. En el mundo de las ventas las cosas siempre se florean, lo bueno de un producto que estemos interesados en comprar es siempre lo mejor inventado jamás y lo malo son minucias que poco importan. Pero en el fondo casi es obligatorio seguir esta estrategia comercial porque en caso contrario los productos no se venderían al mismo ritmo. El problema viene cuando esta estrategia se sigue en otros ámbitos, en ámbitos en los que no hay absolutamente nada que vender. Como por ejemplo en la NFL. Y es que desde hace un par de semanas y desde varios flancos distintos se está bombardeando al personal con que los Atlanta Falcons son el mejor equipo en pisar un campo de football desde tiempos inmemoriales y con que Matt Ryan debería ser el MVP de esta temporada. Lo siento pero yo no compro ni una cosa ni la otra.
Los Falcons son el único equipo invicto en toda la NFL y eso es algo que sin duda se puede tomar a la ligera, de hecho si sólo tomamos en cuenta este dato uno podría llegar a pensar que los Falcons sí son el mejor equipo de la liga, pero al rascar un poquito la superfície nos encontramos con que el panorama no es ni por asomo tan bueno como lo pintan. De los 6 partidos ganados, ninguno es contra un equipo con balance positivo y su conjunto de rivales presenta un balance combinado de 12-22 (incluyendo tres equipos que hasta el momento tan sólo han cosechado una victoria). Cierto, de eso los Falcons no han tenido ninguna culpa, el calendario ha caído así y ellos se han limitado a ganar a cualquiera que se les ha puesto por delante, el problema es el cómo han ganado a los equipos a los que se han enfrentado. En los primeros tres partidos las sensaciones fueron buenas y el equipo dió la sensación de ser superior a sus rivales, pero en los últimos tres partidos las sensaciones han sido diametralmente opuestas a las iniciales. En el partido ante los Panthers, en casa, Atlanta ganó por un fumble poco oportuno de Cam Newton, por el poco atrevimiento de Ron Rivera para jugarse un cuarto down decisivo y por la ineptitud de Haruki Nakamura al defender los pases largos, especialmente la bomba que permitió a los Falcons situarse en field goal range; tres factores clave que no dependieron en nada de la pericia o buen hacer de los Falcons sino que fueron consecuencia directa de acciones de los Panthers. En el partido contra los Redskins, el partido iba muy parejo hasta que Robert Griffin III tuvo que salir del partido, de hecho fue Washington quien se puso por delante una jugada después de dicha lesión, pero luego Kirk Cousins no pudo mantener la ventaja y fueron los Falcons quienes se llevaron el partido muy hacia el final del último cuarto; otra vez, un factor que sólo dependió de Atlanta de forma indirecta fue el que decantó la victoria de su lado. Y por último, pero no por ello menos importante, está el partido contra los Raiders, un partido en el que fue el equipo de Oakland quien se autodestruyó primero dando vida a Atlanta con una intercepción que Asante Samuel para touchdown y después con una defensa prevent que dejó las cosas muy fáciles a un Matt Ryan que llevaría al equipo a field goal range. Que injusto, Ryan acabaría quedando como el héroe del partido cuando probablemente fue el peor jugador sobre el campo. Y es que, especialmente en el partido del pasado domingo, la acutación del quarterback de los Falcons fue todo lo contrario de lo que se espera en un candidato a MVP de la liga.
Y es que igual que hemos visto dos versiones de los Falcons durante este inicio de temporada, también hemos visto dos versiones distintas de Matt Ryan. La primera coincide con los tres primeros partidos, en ese periodo ‘Matty Ice’ (o ‘The Mattural’, como algunos quieren llamarle ahora) estuvo muy bien, con buena presencia en el pocket, manteniendo la calma cuando llegaba la presión y sacando los partidos adelante con cierta solvencia. Y de hecho las estadísticas así lo demuestran, en estos tres primeros partidos Ryan completó más del 66% de pases en todos estos partidos y lanzó 8 touchdowns por tan sólo 1 intercepción, una actuación que hasta ese momento quizá sí era digna de un MVP. Pero, al igual que su equipo, Ryan perdió consistencia en los tres siguientes partidos. En ese periodo, estuvo decente contra Panthers (aunque ayudado por dos bombas larguísimas que no deberían haber sido completadas en la vida), estuvo mediocre contra Redskins (lanzando un pick-six entre otras cosas) y estuvo rematadamente mal contra los Raiders. Capítulo aparte merece este último partido, y es que contra Oakland Ryan nunca supo gestionar bien la presión de la línea defensiva. Parecía incómodo cada vez que hacía el dropback, estaba más pendiente de quién le llegaba que de sus propios receptores, se precipitaba a la hora de lanzar y acabó por tirar tres intercepciones a una defensa que, dicho sea de paso, aún no había conseguido una intercepción en lo que llevábamos de temporada. Todo un logro, porque además las tres intercepciones fueron únicamente culpa suya, nada de eso que el receptor la deflecta para arriba y le cae a un defensor que pasaba por allí. Pero como llevó a su equipo a la victoria, todo esto parece olvidarse. Nadie tiene en cuenta que si hubiera jugado mejor durante el resto de partido Atlanta quizá no habría llegado a un final ajustado contra un equipo aparentemente muy inferior, ni tan siquiera nadie tiene en cuenta que esa defensa prevent de los Raiders que se despreocupó de cubrir los laterales permitió que en ese último minuto Ryan tuviera una serie de pases tan fácil que cualquier quarterback de college habría sabido completar con facilidad.
Pero sé que algunos señalaréis la clasificación y diréis que los Falcons son los únicos invictos y que Matt Ryan es su quarterback, por lo tanto el jugador más importante del equipo, por lo tanto que hay que darle el MVP. Pero hay que ser un poco más crítico que eso, hay que ver que buena parte del mérito del récord de los Falcons lo tiene la suerte y la ineptitud de sus rivales en momentos puntuales. Y hay que ver que, pese a empezar bien la temporada, Matt Ryan está ahora mismo muy lejos de los números que suele tener un MVP. Y si no, permitidme que termine con un pequeño acertijo. El quarterback A ha decepcionado a muchos durante buena parte de la temporada por su rendimiento mediocre, mientras que el quarterback B ha maravillado con su juego y es considerado por muchos como uno de los mejores jugadores de lo que llevamos de temporada. Estas son sus estadísticas:
Quarterback A: 68.0% pases completados, 1637 yardas, 16 TDs, 4 INTs (105.4 de QB rating)
Quarterback B: 67.8% pases completados, 1756 yardas, 14 TDs, 6 INTs (98.8 de QB rating)
Y es que, por mucho que lo intenten vender al personal, Matt Ryan no está al nivel de otros quarterbacks de élite de la liga. Puede esforzarse y puede parecer ser de los mejores durante unas cuantas jornadas, pero es una brillantez efímera que hasta el momento siempre ha desaparecido con el tiempo. Y esta temporada no esta siendo una excepción.
Y lo mismo está pasando con los Falcons. Cada uno es libre de creer lo que quiera, pero resulta bastante increíble que nos quieran hacer creer que tomar el balance de los equipos como referente de lo buenos que son es una buena idea. De hecho, uno de los mayores errores de un equipo (o de los fans de un equipo) es el de usar su clasificación como cortina de humo para tapar que tienen más problemas de los que aparentan, sólo hay que ver lo que pasó con los Packers de la temporada pasada y su debilidad defensiva que pareció no importar a nadie hasta que fue demasiado tarde. Así pues, hay que ser un poco críticos con lo que se ve y no hay que dejarse deslumbrar por esos cantos de sirena que tan bien lo pintan todo. Porque, igual que en que pasa en el mundo comercial, en la NFL tampoco es oro todo lo que reluce.