Uno de los aspectos más llamativos del draft de la NFL de este año es la gran cantidad y calidad de receptores que se presentan. Es lo que comúnmente se conoce como una clase profunda. Según diversos analistas y especialistas en el tema, se prevé que alrededor de una veintena de receptores sean seleccionados dentro de las tres o cuatro primeras rondas. Los equipos con grandes necesidades en su cuerpo de receptores tendrán muchos candidatos donde escoger. Tan alta es la calidad, que ya se da por sentado que muchas de las franquicias esperarán a seleccionar receptores en rondas más bajas de lo habitual y centrarse en cubrir otras necesidades en rondas más altas.
Naturalmente, es imposible plasmar en un artículo las cualidades de todos y cada uno de ellos. Sin embargo se podrían destacar, entre otros, a los siguientes.
Sammy Watkins (6’1’’, 211 libras, Clemson) Se trata, sin duda alguna, del receptor número uno de este draft. Se presupone que será uno de los cinco primeros jugadores seleccionados. Se presenta al draft tras su año junior, es decir, ha jugado tres años en la universidad. En su primer año en Clemson fue una auténtica revolución, haciendo grandes números como jugador freshamn. En 2012 quedó algo eclipsado por su compañero DeAndre Hopkins (actual receptor de los Houston Texans). En 2013 volvió a ser una pieza clave en el ataque de Clemson. Tiene un gran físico. Es fuerte y ágil a la vez, con lo que es capaz de combinar la faceta de receptor en campo abierto con el de rutas más cortas en el slot. Tiene una gran capacidad de aceleración y velocidad. A la hora de realizar una recepción opta por atacar el balón de una forma realmente brillante. En donde más ha destacado ha sido en las jugadas de screen, en las que el quarterback ejecuta un pase en paralelo y el receptor aprovecha su velocidad para romper y esquivar bloqueos para ganar yardas. Watkins es un especialista en esto y además es capaz de romper placajes ya que posee una gran fuerza. Tiene carácter competitivo y un gran potencial a desarrollar en la NFL.
Mike Evans (6’5’’, 231 libras, Texas A&M). Complemento perfecto para Johnny Manziel en el juego aéreo de los Aggies. De hecho, ha sido su principal objetivo en los dos únicos años en los que Evans ha jugado en la universidad. Destaca su físico espectacular. A pesar de su gran tamaño posee una gran velocidad, aceleración y agilidad, además de una gran fuerza. Se aprovecha de su envergadura para ganar espacio y separación con los cornerbacks que le defienden. Destaca especialmente su capacidad para atrapar balones difíciles debido a sus grandes brazos y su buena localización del balón. Ha sido capaz de completar pases prácticamente imposibles lanzados por Manziel en jugadas rotas. Debe mejorar su técnica en rutas alternativas así como su capacidad de concentración ya que suele irse mentalmente de los partidos cuando se presentan dificultades. En su último partido como universitario (la bowl disputada contra Duke) se desquició rápidamente por un par de acciones que discutió a los árbitros. A partir de ese momento desapareció del partido. Manziel, con un físico claramente inferior, le llamó al orden cogiéndole del casco y dándole una reprimenda de las que hacen espabilar a cualquiera. Fue una de las anécdotas del partido que describe perfectamente el carácter de ambos jugadores.
Brandon Cooks (5’10’’, 186 libras, Oregon State). Otro jugador que se presenta al draft tras haber jugado tres años en la universidad, en los que no se ha perdido ningún partido. Su pequeño tamaño y su poco peso hacen que sea un receptor ideal para jugar en el slot y en pases cortos. Posee una gran velocidad, agilidad y equilibrio. Tiene inteligencia para leer las defensas y escoger las mejores rutas. Lo que quizás llama más la atención es su juego después de haber atrapado el balón. Es un escapista nato. Tiene la capacidad de esquivar defensas, buscar huecos, escabullirse. Es un espectáculo ver cómo es capaz de recepcionar en un lateral del campo y acabar la jugada en el lado opuesto teniendo a toda la defensa rival corriendo detrás de él sin poder atraparlo. Es el receptor ideal para completar el juego de pase de un equipo. Una verdadera válvula de escape.
Jordan Matthews (6’ 3’’, 205 libras, Vanderbilt). Es uno de esos jugadores que no destaca especialmente en ninguna faceta en concreto pero que, sin embargo, es muy completo en todas ellas. No es una estrella pero es un jugador muy eficaz y resolutivo. No es excesivamente rápido, pero tiene buenas manos, inteligencia para reconocer y escoger rutas, y es muy duro a la hora de recibir placajes. Estamos delante de un jugador de los que se podrían considerar tapados, lo que en el argot se conoce como un “robo”. Como anécdota cabe mencionar que es primo de Jerry Rice, mítico receptor de los San Francisco 49ers en los años 80.
La lista de destacados se completa con jugadores como Marqise Lee, Odell Beckam Jr, Davante Adams, Allen Robinson, Jarvis Landry, Kelvin Benjamin, Martavis Bryant y muchos más.
Este año los directores generales y los entrenadores tienen mucho donde escoger. Lo más parecido al “bueno, bonito y barato”.