En Cleveland estas miradas se centran en Danny Shelton, el defensive tackle procedente de la Universidad de Washington seleccionado en la posición número doce del draft. Por lo visto hasta hora tanto en los training camps como en los partidos de pretemporada, el nuevo jugador de los Browns está cumpliendo las expectativas generadas. Está siendo uno de los jugadores más destacados dentro de los terrenos de juego y admirados fuera de él. La parroquia perruna está encantada con él. Shelton, con su 187 centímetros de altura y sus algo más de 150 kilos de peso, representa como nadie al estereotipo físico de nose tackle. En sus cuatro años en la universidad de Washington (situada en Seattle) ha jugado como defensive tackle dentro de un esquema defensivo 4-3. Sin embargo, sus cualidades tanto físicas como técnicas le permiten una posible transición a nose tackle en una defensa 3-4. Su punto fuerte, y motivo principal por el que ha sido seleccionado por los Browns, es la defensa contra la carrera por el interior de la línea, donde los de Ohio han tenido verdaderos dolores de cabeza la temporada pasada. Ejecuta el bull rush de una manera impecable con un gran empuje inicial, cabeza generalmente arriba mirando el backfield y gran capacidad de despegarse de su defensor o defensores en el momento justo para abalanzarse sobre el portador del balón. También tiene una gran capacidad para colapsar el pocket por el interior provocando sacks o facilitando la tarea a sus compañeros de la línea. Esta temporada ha sido la mejor de sus cuatro en su carrera colegial, tanto en números como en aportación al juego. Sus nueve sacks han contribuido a que su equipo fuera el segundo en este ranking dentro de la FBS. Sin lugar a duda ha sido la referencia del front seven de los Huskies acompañado entre otros de Shaq Thompson (seleccionado en primera ronda por los Carolina Panthers) y de Hau’oli Kikaha (seleccionado en segunda ronda por los New Orlean Saints).
Sin embargo, lo que más sorprendente de Shelton es su motor y su persistencia en el juego. Por norma general, un jugador de su envergadura y jugando en el centro de la línea defensiva tiene una duración corta en la jugada. Si la acción no transcurre por su zona de influencia, generalmente la aportación de este tipo de jugadores se ve muy limitada. No es el caso de Shelton. Es un verdadero espectáculo ver cómo es capaz de seguir la jugada aunque ésta se desarrolle más allá del centro de línea. Es habitual verle correr y moverse hacia campo abierto como si fuera un linebacker. Más de un corredor o quarterback han tenido que sufrir las embestidas inesperadas y a toda velocidad de 150 kilos desbocados. El propio Shelton ha declarado en alguna ocasión que él es consciente que sus jugadas se limitan a un intervalo de tiempo durante el cual él va a por todas. Y a fe que así lo hace. En su última temporada ha jugado casi en noventa por ciento de los snaps de su equipo. Una barbaridad. Su salto a la NFL le va suponer un reto. Trasladar todo ese dominio frente a las líneas ofensivas profesionales no va a ser tarea fácil. Los guards y centers están a otro nivel tanto físico como técnico. Por lo demostrado hasta ahora parece que la senda es la correcta. La expectación y la ilusión en Cleveland son máximas.
Más allá de todo lo deportivo, Danny Shelton tiene una personalidad y una forma de ser marcada por una dura infancia y un trágico episodio acontecido hace cuatro años. Nacido en Auburn (Washington) hijo de madre samoana y de padre peruano con tres hermanos mayores y una hermana. Según ha confesado el propio Shelton, su padre abusaba de su madre y de uno de sus hermanos. Sus recuerdos de esta época están colmados de imágenes de violencia tanto física como psicológica. Cambios continuos de residencia huyendo de su progenitor. Shelton sólo pensaba en crecer rápido y hacerse adulto para poder cuidar de su madre. Esa etapa endureció su carácter. Le ayudó a ponerse en alerta y defenderse en ciertas situaciones, como la que aconteció en mayo de 2011, cuando contaba con 17 años. Él y sus dos hermanos mayores se vieron envueltos en una reyerta en la que su hermano Shennon fue asesinado por arma de fuego a la edad de 22 años mientras el otro, Gastón, resultó herido. Él mismo podía haber fallecido en su intento de detener al autor de los hechos arrebatándole la pistola. El episodio aconteció justo días después de la incorporación de Danny al programa deportivo de la Universidad de Washington. Llegó a plantearse la idea de no ingresar en la Universidad. Sentía que su madre le necesitaba y que tenía que estar a su lado. Sin embargo, decidió continuar con sus estudios. Los primeros meses fueron duros, muy duros. Según sus propias palabras, “el dolor, la tristeza, las emociones siempre están ahí. Pero hay que encontrar el modo de seguir para delante. Estos años en la Universidad me han ayudado a conseguirlo. Gracias a mis compañeros y entrenadores he trabajado duro para controlar mis emociones y conseguir ser mejor jugador y mejor persona. Quiero que mi familia esté orgullosa de mí”. Uno de sus puntos de apoyo fue Steve Sarkisian, su entrenador durante los tres primeros años en Washington. Desde el mismo día de los hechos, Sarkisian estuvo al lado de Danny apoyándole en todo.
Actualmente, Shelton se encuentra en un momento personal inmejorable. Recién licenciado en antropología especializado en cultura polinesia, se siente muy orgulloso de sus orígenes samoanos. De hecho últimamente aparece vestido con el lavalava, una prenda polinesia a modo de falda. Así lo hizo en la ceremonia del draft. Y es ahí donde protagonizó una anécdota que deja a las claras el carácter bonachón, espontáneo y alegre del que hace gala desde ya hace un tiempo. Tras ser seleccionado por los Browns, se acercó a Roger Goodell (el comisionado de la NFL) y, tras darle la mano, ni corto ni perezoso le dio el “abrazo del oso” y lo levantó en peso como el que levanta a un niño cinco años. Fue, sin duda, la anécdota del draft.
A Danny le hubiera gustado vestir el número 55 en su camiseta de los Browns. Era el favorito de Shennon y ya lo lució en su año senior en college. Sin embargo luciría el 71 como ya lo hizo en sus tres primeros años universitarios. Sea como sea lo que está claro es que los aficionados del equipo de Cleveland tienen asegurado espectáculo en la línea de scrimmage snap tras snap.