Últimamente está habiendo cierto revuelo acerca de los jugadores de rugby y de fútbol australiano que se pasan al fútbol americano. Ya el pasado año os comentamos el último caso por aquel entonces, el de Nate Ebner, que es safety en los Patriots y un buen jugador de equipos especiales.
Pues bien, en USA se comenta que Belichick podría haber iniciado una nueva moda con esto de la reconversión de jugadores. Los archienemigos de los Patriots, los Jets, firmaron a un jugador de rugby profesional, Hayden Smith, un segunda línea australiano que jugó en la AVIVA Premiership inglesa y en la Heineken Cup con los Saracens, un equipo top de Inglaterra, y además se nacionalizó estadounidense, lo que le permitió jugar con la selección norteamericana, USA Eagles, con la cual jugó la Copa del Mundo de 2011 celebrada en Nueva Zelanda. Con estas credenciales, su carrera en el rugby estaba en clara ascensión. Pues buscaba jugar en la NFL, hizo pruebas para varios equipos y fueron los Jets los que le firmaron para el equipo de prácticas para entrenarle como tight-end en abril de 2012, pero a finales de agosto de este año lo cortaron.
¿Por qué convertir jugadores de rugby o de fútbol australiano?
Entre otras cosas porque como su deporte es continuado, se realizan muchísimos más placajes y tanto su habilidad como su técnica están a años luz de la del fútbol americano, donde con un buen golpe basta para parar a un jugador la mayoría de veces. Otra de las razones es que tanto los jugadores de rugby como los de fútbol australiano son más duros, aguantan más físicamente, no llevan protecciones y, exceptuando a los primeras líneas que deben estar fondones y a los medios de melé que suelen ser pequeños y algo enclenques, comparado con el resto claro está, el resto son todos auténticos portentos físicos, en especial los tres cuartos.
Conocido es que cuando el neozelandés Jonah Lomu se encumbró como la primera superestrella mundial del rugby, es decir, Lomu es al rugby lo que Jordan al basket, un Diós, dada su condición física superior, mide 196 cm y pesa 120 kg, y se movía como un guepardo, pero con cuerpo de toro, necesitaba ser placado por mínimo dos jugadores para que cayese al suelo. Eso le valió el récord de ensayos en la Copa del Mundo, y ser el jugador más dominante de la historia. Pues en 1999 tras el Mundial de rugby, se especuló con su marcha a la NFL para jugar de runningback, puesto en el que seguro hubiese encajado a la perfección, pero Lomu decidió seguir en su deporte, que para eso era el mejor de la historia.
Los grandes jugadores profesionales es inviable que se pasen, siendo los mejores en su deporte, y cobrando un buen sueldo, mucho menor que en la NFL obviamente, no van a hacer un cambio tan drástico en sus vidas, ya que la mayoría ha mamado el rugby desde el útero, y pasar de ser el crack del equipo a ser el último mono no entra en sus planes.
Y aquí viene la conclusión que podemos sacar de todo esto: el fútbol americano es un deporte físicamente inferior al rugby y al fútbol australiano, los jugadores más dominantes en el rugby son los naturales de las islas del Pacífico, por ende, la jugada inteligente es reclutar para las universidades rugbiers de Fiyi, Tonga, Samoa, incluso por qué no convenver a algún maorí, de Nueva Zelanda, así les enseñarían a jugar en su primer año de college y se curtirían. Y tras cuatro años tendríamos tight-ends, linebackers o runningbacks con un físico superior al resto y que posiblemente fuesen más productivos.