Mientras la NFL se intenta expandir internacionalmente siendo ya esta temporada la cuarta consecutiva con partido de campaña regular en el Wembley Stadium de Londres, es posible que el football tenga una nueva frontera, Israel. Es un mercado bastante pequeño, eso es cierto, pero está ganando bastante atención en los últimos años. Ya nadie se acuerda de 1999, cuando el propietario de los Patriots, Robert Kraft, donó $725.000 para construir un estadio en Jerusalén que ahora acoge los partidos de la IFL, la Liga de Fútbol Americano Israelí. El crecimiento ha sido brutal, de 80 jugadores a 400 participantes en solo unas temporadas, de 4 equipos a 8.
En Israel lo denominan «el comienzo de un buen camino», teniendo en cuenta que fútbol y baloncesto dominan el panorama deportivo, y tienen esperanzas debido a la cercanía cultural y política con Estados Unidos; de ahí se pueden extraer muchos aficionados y dejar atrás lo que denominó la NFL como un fracaso, la NFL Europa que cerró en 2007. Esta liga amateur en crecimiento se compagina con una liga de football flag que lleva funcionando los últimos 22 años. Los jugadores son estudiantes y trabajadores en busca de actividades deportivas en su tiempo libre, judíos seculares y ortodoxos, cristianos, israelíes árabes e, incluso, algún palestino.