Hace mas o menos un año os hablaba de lo movida que estaba siendo la offseason para los Rangers: Traspasos de jugadores importantes, fichajes de agentes libres codiciados por todas las franquicias de la Liga, recuperación de lesionados y una inversión económica enorme destinada a configurar una plantilla que compitiese por llevarse la AL Oeste, su Liga y las World Series. Os decía que, aunqe no soy muy fan de hacer una plantilla a base de talonario, por lo menos habían gastado los cheques con cabeza. Les veía con opciones. «Va a ser interesante ver lo que pueden hacer los Texas Rangers», terminaba el artículo.
Pues bien, lo que pudieron hacer es acabar con el tercer peor record de toda la MLB y eso fue sólo gracias a un buen final de año, ya que a falta de una una semana aún estaban últimos clasificado en las Majors. Varios partidos por detrás incluso de sus rivales estatales y de división: los Houston Astros, que están en uno de los procesos de renovación de franquicia más profundos que se hayan visto en todas las grandes ligas estadounidenses en los últimos años.
¿Cómo llegaron a este balance tan malo? Podría ser que no hubiesen podido llevarse su división, que seguramente fue la de más calidad de todas las Majors. También se podrían haber quedado fuera de los Playoffs. Se hubiese visto como un fracaso en Arlington, pero hubiese entrado dentro de lo comprensible; pero ¿últimos y sin opciones de competir con meses de temporada aún por delante? Impensable. Vamos a ver si podemos analizar como se llegó a esta situación.
El resumén sería sencillo: Nada salió bien en Texas. Fue como ver una versión de La Matanza de Texas que durase un año entero. Todas las facetas del juego tuvieron problemas y, por si eso fuera poco, también tuvieron su dosis de problemas extradeportivos.
El motivo más claro fueron las lesiones. Las cantidad de jugadores que se perdieron encuentros por motivos físicos llegó a niveles históricos como decían en Grantland en junio (eso sólo era a mitad de temporada y la cosa no cambió demasiado). Esta parece la excusa sencilla para un año tan nefasto, pero en el caso de los Rangers parece que es una excusa más que aceptable. No hubo prácticamente ningún jugador en la plantilla que no pasó por la DL en algún momento de la temporada. Algunos jugadores importantes incluso se perdieron casi todo el año, como el caso de Derek Holland, el teórico nº 2 de la rotación que tan sólo pudo aparecer en 6 encuentros (uno de ellos como reliever).
Sin embargo, no todo se puede achacar a las lesiones, ya que, como veremos, cuando los jugadores no estuvieron en la DL, muchos tuvieron problemas de rendimiento y no estuvieron al nivel necesario.
El montículo
El pitcheo se vio duramente golpeado por las lesiones. Además del caso de Holland, el ace Yu Darvish no se pudo recuperar a tiempo de una lesión en el cuello para lanzar en el Opening Day y se perdió todo el último mes de competición con una inflamación en el codo derecho (es cierto que los Rangers ya llevaban mucho tiempo sin opciones de entrar en Playoffs, pero perder a tu mejor lanzador, uno de los mejores del béisbol, sigue doliendo).
La rotación tuvo un año nefasto. Las lesiones fueron una constante y, en total, sólo cuatro pitchers pudieron abrir por lo menos 20 partidos: Colby Lewis, Darvish, Nick Martinez y Nick Tepesh. De éstos, tan sólo el japonés tuvo un ERA inferior a 4 (3.06) y un record positivo (10-7). Entre los cuatro acabaron con un balance de 30 victorias y 54 derrotas. Ningún otro lanzador pasó de las 12 titularidades; de hecho, los tejanos utilizaron hasta 15 abridores distintos esta temporada. Si esos 15 lo hubiesen hecho bien, el problema no hubiese sido tan grave, pero el ERA total de los titulares fue de 4.75, el tercer peor registro de toda la MLB.
Con los números que presentaron los titulares, los relevistas tenían poco que defender cuando salían del bullpen. Y ese no fue el único problema. Los abridores sólo lanzaron 918.2 entradas, el tercer peor registro de las Mayores. Por tanto, los relievers no sólo se tuvieron que enfrentar constantemente a situaciones en las que entraban por detrás en el marcador, si no que además tuvieron que soportar una gran carga de trabajo (507.2 innings, 9º en la MLB). Lanzar tantas entradas no fue fácil para el bullpen, ya que tampoco ellos se libraron de la plaga de lesiones que se cebó con los Arlington. Jugadores como Alexi Ogando, Tanner Scheppers, Pedro Figueroa o Joe Saunders pasaron por la DL en algún momento de la temporada. Tan sólo cuatro relievers lanzaron al menos 40 entradas: Shawn Tolleson, Neal Cotts, Scott Baker y Robbie Ross (aunque estos dos últimos también han abierto partidos).
Algunos relevistas obtuvieron buenos números esta temporada. Joakim Soria tuvo un ERA de 2.70 y 17 saves en 35 partidos desde que llegó de Detroit en un traspaso que la gerencia tuvo que hacer para hacer presente a tanta lesión en la plantilla. Tolleson tuvo un ERA de 2.76, el de Roman Mendez fue de 2.18 y el de Neftali Feliz de 1.99. Sin embargo, el rendimiento del bullpen tejano dejó bastante que desear. El conjunto obtuvo un ERA de 4.02, 24º de toda la MLB y 0.44 peor que la media de las Mayores). Por lo que, si quedaba algo que defender cuando el primer reliever subía al montículo, el bullpen no siempre era capaz de hacer el trabajo.
El plate
Como ya hemos visto, los pitchers de los Rangers tuvieron muchos problemas para mantenerse sanos y evitar carreras rivales. Pero tampoco la ofensiva fue capaz de generar suficientes anotaciones como para minimizar los fallos del cuerpo de lanzadores y, siguiendo la tendencia en Texas este año, también tuvieron muchos problemas para no pasar por la enfermería.
En mi artículo de la pasada offseason, decía que el movimiento más importante de la franquicia tejana fue la adquisición via trade del first baseman Prince Fielder. Era un jugador que iba a aportar bateo de poder y mucha durabilidad ya que tan sólo se había perdido un partido en las últimas cinco temporadas regulares. Pues, para no desentonar en la tendencia del equipo, Fielder se lesionó y sólo pudo participar en 42 partidos. El otro gran fichaje de la offseason pasada, Shin-Soo Choo, también pasó por la DL y se perdió 39 partidos, después de haber disputado 155 y 154 en las dos últimas temporadas respectivamente. Por lo tanto, las dos principales altas del mercado y dos de los jugadores que debían componer la columna vertebral del lineup junto a Beltre y Andrus, vieron su participación muy limitada.
El problema de las lesiones en el lineup no se limitó a los free Agents fichados. El catcher titular Geovany Soto se perdió 110 partidos y Mitch Moreland, que había ocupado el puesto de DH principal dejando la primera base libre para Fielder, se perdió 100. La plaga llegó incluso al mejor prospecto de la franquicia, Jurickson Profar, que la pasada temporada estaba llamado a ser el titular en segunda base y empezar a demostrar todo el hype que traía, tras una campaña 2013 un tanto decepcionante. Recapitulemos, catcher lesionado, 1B lesionado, 2B lesionado, LF (y lead-off hitter) lesionado y DH lesionado. Es decir, el cuerpo técnico no pudo disponer en ningún momento del lineup proectado a principios de año.
Con la enfermería llena, la franquicia tuvo que rellenar los huecos con suplentes, minor leaguers, prospectos a los que se les ha acelerado la llegada a las Mayores o jugadores repescados de la Agencia Libre. Y la verdad es que el rendimiento dejo bastante que desear. Tras la lesión de Soto (que encima a finales de temporada fue enviado a los A’s), el manager tuvo que probar hasta a cuatro catchers diferentes y tras el flojo rendimiento de jugadores como Gimenez o Arencibia, el receptor con más partidos fue Robinson Chirinos, un jugador que nunca había jugado más de 20 partido en una temporada. La situación en el DH fue incluso peor. Hasta 19 jugadores ocuparon el puesto de Bateador Designado en algún momento de la temporada. Sí, 19 en 162 partidos. Es decir, 8,53 partidos por DH. Tampoco encontraron estabilidad en la primera base. Hasta nueve sustitutos utilizaron para Fielder, incluyendo fichajes de Agentes Libres que fueron despedidos una semanas después, como es el caso de Carlos Peña, que no estuvo en absoluto a la altura.
Sí que hubo alguna noticia positiva entre los sustitutos, como es el caso de Rougned Odor, un joven prospecto de 20 años que llegó a Arlington tras tan sólo tres temporadas de aprendizaje en las Ligas Menores. Pese a tener ciertos problemas en defensa (Odor le costó una carrera permitida a los Rangers según la estadística Rtot y hasta 11 según Rdrs), el venezolano estuvo a la altura del trabajo y con una línea de .257/.297/.402 se asentó en el puesto de Second Baseman.
Pocas noticias positivas más tuvieron por Texas. Leonys Martin y Alex Rios dieron buen nivel y, aunque tuvo un ligero bajón, Elvis Andrus fue más que sólido en el SS. Por encima de todos destacó Adrian Beltre que, un año más, demostró que los años no pasan por él que sigue siendo una estrella logrando su cuarta convocatoria para el All Star y su cuarto Silver Slugger. El problema que tuvo el equipo es que Beltre fue el único jugador habitual con un OPS superior a 105, al lograr un registro de 147 (los otros dos fueron Jake Smolinski, 153, y Kevin Kouzmanoff, 187, que jugaron sólo 24 y 13 partidos, respectivamente). De hecho, de los teóricos titulares tan sólo Fielder y Choo estuvieron en el lado correcto de los 100, con 105 y 102 respectivamente. El resto del lineup que se proyectaba como titular y habitual sí rondo los 100 pero por debajo; es decir, estuvieron ligerísimamente por debajo de la media de la liga.
Plano estadístico
Todo esto supuso que el ataque fuese de los peores de la Americana. De los 15 equipos en la AL, los Rangers acabaron 10º en carreras anotadas, 8º en hits, 14º en Home Runs, 11º en walks provocados, 9º en OBP, 13º en slugging y 12º en bases totales. Y tampoco les fue demasiado bien en las basepaths, ya que fue el equipo del Junior Circuit al que más veces atraparon intentando robar bases. Tan sólo se libró el promedio de bateo, en el que acabaron quintos, pero a esto ayudó mucho el hecho de que los de Texas fuesen los terceros que menos at-bat lograron generar. Y claro, si tu cuerpo de lanzadores ha tenido tantos problemas, lo único que te ayuda es que tu ofensiva genere carreras para minimizar el daño generado desde el montículo (aunque, por supuesto, lo mismo se puede decir al revés) y eso es algo que un lineup cogido con pinzas no pudo hacer en ningún momento del año.
Sí, en ningún momento del año porque tan sólo en Abril y Septiembre lograron records positivos y por muy poco, 15-12 y 14-12. Pero es que hubo momentos a lo largo de la temporada en que la franquicia parecia un punching ball al que no costaba nada ganar. Entre el 27 de mayo (cuando el equipo todavía tenía un record de 26-26 manteniéndole en la lucha por todo) y el 4 de agosto los Texas Rangers acumularon un atroz record de 17-43, un porcenaje de victoria del 28,3% que mataron cualquier opción de que el equipo luchase siquiera por entrar en la postemporada. Para que os hagáis una idea, si extrapolamos ese porcentaje al total de la temporada, el equipo hubiese acabado con un record de 46-116. Creo que os hacéis una idea.
Temporada 2015
A estas alturas seguro que muchos estáis pensando «bueno, un año de mala suerte en cuanto a lesiones y una plantilla desmotivada ante este hecho que no puede dar el 100% le puede pasar a cualquiera». Sí, es verdad, le puede pasar a cualquiera. Sin embargo, esto como mucho se podría llamar «un buen susto en Texas que nadie esperaba». Para ser una verdadera Matanza de Texas faltan dos ingredientes clave: que todos los estamentos del equipo se vean afectados y una buena dosis de problemas off the field que ayude a cargarse aún más el buen ambiente en el vestuario.
Y claro, vista la mala suerte que tuvo la franquicia, la cosa no se podía limitar a una enfermería rebosante y un flojo rendimiento. Parece que nada podía salir bien este año en el Globe Life Park en Arlington y la franquicia también tuvo su dosis de asuntos off the field. Y, por supuesto, para terminar de completar la película de terror, el afectado estaba en el estamento que faltaba: el cuerpo técnico. Más concretamente el manager, Ron Washington. El skipper, que llevaba casi ocho años en el banquillo de los Rangers con un record de 664-611, renunció a su cargo de manera inesperada a finales de septiembre, según explicó él días más tarde para poder pasar más tiempo junto a su familia, tras haber sido infiel a su esposa. Lo que faltaba en Arlington. El año en el que más necesitas que el manager que te ha llevado a luchar año tras año y a dos World Series, mantenga el rumbo firme y guíe a un equipo que andaba perdido y machacado por los problemas fijos, dando un poco de estabilidad, tiene que abandonar el barco por problemas que nada tienen que ver con el deporte.
Sin embargo, creo que los fans de los tejanos pueden ser optimistas con repecto a este año. Es cierto que la AL Oeste es una de las divisiones más duras de la MLB, con unos Angels que el año pasado ganaron 98 partidos, unos Mariners que con la llegada de Cruz son temibles, unos A’s que, pese al total cambio de la plantilla nunca sabes lo que pueden hacer y unos Astros que, tras un profundo periodo de reconstrucción y una interesante offseason, empiezan a recoger los frutos de los sacrificios de estos últimos años. Pero también es verdad que con una plantilla buena que ya tenían desde principios del año pasado, a poco que este año se mantengan sanos a un nivel normal y con los retoques de esta offseason entre los que destacan la llegada de Yovani Gallardo y Ross Dettweiler para reforzar la rotación y el bullpen, el equipo debería volver a ser ese al que todos nos habíamos acostumbrado a ver luchando por llevarse la división o, por lo menos, entrar en la postseason. Veremos si la película tiene secuela o se convierte en una de esas películas sobre deportes donde el protagonista siempre resurge.